Twenty-Sixth Sunday in Ordinary Time, Year B-2021

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Zealous for the House, the Kingdom, of God

Jesus burns with zeal for the house, for the kingdom, of God. Needless to say, the disciples are to be as zealous as their Teacher.

John and Joshua show that they are zealous. John’s zeal is for those to whom Jesus has given the power to drive out demons. And Joshua’s is for the elders who have been at the meeting to get a share in Moses’ spirit.

And right away the zealous get to know that zeal does not have to have a tinge of exclusivism. For yes, one thing is zeal and quite another, indiscreet zeal that masks self-love (CRCM XII:11).

Self-love, in turn, makes those who are zealous to the extreme harsh; it also makes them seek utopias. And what takes place if those who are too zealous do not meet the goals that are way over their strength? They burn out (TWVDP 68), do they not?

No, it does not take too much for us to come to believe that it is about us, our group, training and abilities. But to think so would be to commit “larceny” (SV.EN VII:305). Hence, it is good that it be clear to us that God and his gifts are the ones that count. And that these know no limit nor border, that it is Jesus who rubs his zeal on us (EG 266).

And, yes, there this one thing that we should not lose sight of. Namely, that better than that one is among the prophet in public is that all people are prophets. That it matters more that one does a mighty deed in Jesus’ name than that one belongs to him in the open. And the non-Christians and Christians who do what Christ does both count among his own.

Zealous and welcoming of all

God’s gifts are for the good of all (1 Cor 12, 7). He gives them so that the house of God may get bigger and more welcoming, by his word, and free from demons. He wants it to be a house of prayer for all (Is 56, 7; see also Ps 86). Brimming with the Spirit that blows where it wills and breaks out of boxes (Jl 3, 1; Jn 3, 8). And that is why sons and daughters will prophesy, old men shall dream dreams and the young shall see visions.

The shepherds will also be wise so that they may lead and serve in holiness and justice (Wis 9, 3). And one who is well-prepared will trust in God (SV.EN II:323). Knowledge will not puff up with pride that drives the weak away and makes them fall. Rather, love will gather and build them up (1 Cor 8, 1; CRCM XII:8).

And there will be cooperation in serving the poor in all ways (SV.EN XI:77). Besides, the body will be given up and the blood shed (SV.EN III:384). Just as what takes place with the just who does not open his mouth before murderers.

Lord Jesus, give us your Spirit that will make us mean what we say when we call God “our Father.” Make us zealous for the good, not only of the Church or our group, but of all. For they are our brothers and sisters.


26 September 2021

26th Sunday in O.T. (B)

Num 11, 25-29; Jas 5, 1-6; Mk 9, 38-43. 45. 47-48


VERSIÓN ESPAÑOLA

Celosos por la casa, el reino, de Dios

Jesús se devora de celo por la casa, el reino, de Dios. Huelga decir que se espera de los discípulos que sean tan celosos como su Maestro.

Celosos se muestran Juan y Josué. Juan tiene celo del grupo al que ha dado Jesús el poder de echar demonios. Y Josué, de los presentes en la tienda para recibir parte del espíritu de Moisés.

Y se les da a conocer pronto a esos celosos que el celo no se ha de teñir de exclusivismo. Pues que sí, una cosa es el celo, y otra, el celo indiscreto que oculta el amor propio (RCCM XII:11).

Y el amor propio, a su vez, los lleva a los celosos en exceso a un rigor también en exceso. También los hace buscar utopías. Y si los demasiado celosos no logran las metas que están más allá de sus fuerzas, ¿no quedará apagada su fuego?

No nos cuesta, no, llegar a creer que se trata de nosostros, de nuestra afiliación, formación y habilidades. Y que, por éstas, todos se han de centrar en nosotros. Pero pensar así sería cometer «un robo» (SV.ES VII:250). Nos conviene, por lo tanto, que se nos aclare que los que cuentan son Dios y sus dones. Y que éstos no conocen límites ni fronteras, y que el celo, éste lo contagia Jesús (EG 266).

Y, sí, una cosa no se ha de perder de vista. A saber, profetizar todo el pueblo y recibir él el Espíritu vale más que ser de los profetas de modo público. Hacer milagros en nombre de Jesús cuenta más que ser de él de forma expresa. Y son de Cristo tanto los no reconocidos cristianos como los reconocidos que hacen lo que él.

Celosos y acogedores de todos

Los dones son para el bien de todos (1 Cor 12, 7). Se nos dan para que se haga más grande y acogedora la casa de Dios, por la escucha de la palabra, y libre de demonios. Pues quiere él que sea ella una casa de oración para todos (Is 56, 7; véase también Sal 86). Y que sobre ella se derrame el Espíritu que sopla donde quiere y rompe esquemas (Jl 3, 1; Jn 3, 8). Es por eso que profetizarán los hijos e hijas, soñarán sueños los ancianos y verán visiones los jóvenes.

También serán sabios los pastores para que lideren y sirvan con santidad y justicia (Sab 9, 3). El bien preparado confiará en Dios (SV.ES II:243). Y no se hinchará de la soberbia que aparta y hace caer a los débiles. Los reunirá y edificará, más bien, por el amor (1 Cor 8, 1; RCCM XII:8).

Y de todas las formas se les servirá a los pequeños con colaboración (SV.EN XI:393). Por ellos además se entregará el cuerpo y se derramará la sangre (SV.ES III:359). Del mismo modo que lo hace el justo que se calla ante los asesinos.

Señor Jesús, danos tu Espíritu que nos enseñe a hacer lo que decimos al llamar «Padre nuestro» a Dios. Haz que seamos celosos no solo del bien de la Iglesia o de nuestro grupo, sino de todos. Pues son ellos nuestros hermanos y hermanas.


26 Septiembre 2021

26º Domingo de T.O. (B)

Núm 11, 25-29; Stg 5, 1-6; Mc 9, 38-43. 45. 47-48