Twenty-Sixth Sunday in Ordinary Time, Year A-2023
- Doubt the Quick “Yes” that We Say
Jesus is the firstborn from among those who do what is true and come to the light, so that there is no doubt that their works are just.
No doubt, we have to love in deed and truth. The second son in the parable says “yes,” but he does not do what the father asks. No work backs up his word. The first son, for his part, says “no.” But he changes his mind and does what the father wants.
What counts before God, yes, is that we do what he wants, it is not what we say to him. And just in case the chief priests and the elders think that Jesus does not mean them, he says: “Truly I tell you publicans and harlots are entering the kingdom of God before you.”
But does Jesus’ warning to the “professionals” on Jewish worship have to do with Christians? Yes, it seems, if we bear in mind that he tells his disciple: “Many who are first will be last, and the last will be first.”
And he says this to them after their receiving the promise that they will inherit eternal life. It seems, then, that there is the warning, too, that they may end up last. For what happens to Jewish religious leaders can also happen to us who follow Jesus.
And these leaders do not do what they say. Also, they break God’s command for the sake of their tradition. They honor him with just their lips. And they do not care much about what counts most in the law: justice, mercy, faith.
Doubt how we follow Jesus
We who follow Jesus can end up, yes, as the religious leaders of the Jews. Hence, it does us good to doubt how we follow him. We say we are his, but do we feel, think and act as he? Do we not grasp God’s gift to boast of them, as if he owed them to us for our efforts? Does not this make us think we are better than others, rather than take others to be better than us?
And, of course, it takes little to go from thinking we are better than others to belittling them. Soon, we go away from them and turn them over to oblivion, to the outskirts. Also, since we think we are better and more just, we then get to think that we do not have to repent. To know that we do not do what we say no longer gives us remorse. And since we trust in our justice, it is harder for us to admit that we are of little worth (see Ez 16). And that we turn harlots time and again. It gets harder for us, too, as for the priest and the Levite, to grasp what it means “to leave God for God” (SV.EN IX:252).
But we really have much to repent for. For we turn our backs on what God wants for us. And he wants us to live as good brothers and sisters, sons and daughters of just one Father. And that we care for one another and work, as Jesus, to the point of giving our bodies up and shedding our blood. So that we all may have peace and do what is right and just, and respect one another. And that the Father’s will is thus done on earth as in heaven.
Lord Jesus, grant that we examine ourselves time and again, and doubt the way we worship the Father, so that we may not just say to you, “Lord, Lord,” but do rather what the Father wants. Make us, whom you have called, teem with works of faith, hope and love.
1 October 2023
26th Sunday in O.T. (A)
Ez 18, 25-28; Phil 2, 1-11; Mt 21, 28-32
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Dudar del «sí» pronto que decimos
Jesús es el primogénito de entre los que obran la verdad y llegan a la luz, para que no se pueda dudar de que son justas sus obras.
No hay que dudar de que obras son amores y no buenas razones. El hijo segundo de la parábola dice «sí» al padre, pero no hace lo que se le pide. No hay obra que respalda su palabra. A su vez, el hijo primero dice «no». Pero cambia de parecer y hace lo que el padre quiere.
Lo que cuenta ante Dios es que se haga, sí, lo que él quiere, no lo que se le dice. Y por si creen los sumos sacerdotes y los ancianos que no se les refiere a ellos, Jesús les dice: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas van a entrar en el reino de Dios antes que vosotros».
Mas, ¿tiene que ver con los cristianos tal advetir por parte de Jesús a los «profesionales» del culto de los judíos? Parece que sí, si tenemos en cuenta que dice también el Maestro a sus discípulos: «Muchos primeros, serán últimos y muchos últimos, serán primeros».
Y esto se les dice, tras recibir ellos la promesa de que heredarán la vida eterna. Parece, por lo tanto, que se les advierte también que puedan acabar con ser últimos. Es que a los que seguimos a Jesús nos puede pasar también lo que a los líderes religiosos judíos.
Esos líderes dicen, pero no hacen. También por seguir su tradición, anulan lo que Dios les manda. Le honran con los labios no más. Y no hacen mucho caso a lo mas grave de la ley: la justicia, la compasión, la fe.
Dudar de nuestra forma de seguir a Jesús
Los que seguimos a Jesús podemos acabar, sí, como los responsables del culto judío. Nos viene bien, por lo tanto, dudar de nuestra forma de seguir a Jesús. Nos decimos de él, pero, ¿sentimos, pensamos y actuamos como él? ¿No hacemos alarde de los dones de Dios como si los mereciéramos o se debiesen a nuestros esfuerzos? ¿No nos lleva esto a creernos mejores que los demás en vez de tomarlos por mejores que nosotros?
Y, claro, poco nos cuesta pasar de creernos mejores que los demás a tenerlos en poco. Al momento, nos apartamos de ellos y los relegamos al olvido, a las periferias. También por creernos mejores y más justos, pronto no nos vemos con necesidad de arrepentirnos. Ya no remuerde nuestra conciencia el saber que también decimos, pero no hacemos. Y por confiar en nuestra justicia, nos cuesta más admitir que desde el comienzo poco valemos (véase Ez 16). Y que nos prostituimos una y otra vez. Nos cuesta más a nosotros también, como al sacerdote y al levita, captar lo que quiere decir «dejar a Dios por Dios» (SV.ES IX:297).
Pero, sí, tenemos mucho de que arrepentirnos. Pues damos la espalda a lo que quiere Dios para nosotros. Y quiere él que vivamos todos como buenos hermanos y hermanas, hijos e hijas de un Padre no más. Que nos preocupemos los unos por los otros, y obremos hasta entregar, al igual que Jesús, nuestro cuerpo y derramar nuestra sangre. Para que haya paz y se practiquen el derecho, la justicia, y el respeto mutuo. Y se haga así, en la tierra como en el cielo, lo que quiere el Padre.
Señor Jesús, concédenos examinarnos una y otra vez y dudar de nuestra forma de dar culto al Padre, para que no te digamos no más «Señor, Señor», sino que hagamos lo que quiere el Padre. Haz, pues, que los que a los cuales has llamado abundemos en obras de fe, esperanza y caridad.
1 Octubre 2023
26º Domingo de T.O. (A)
Ez 18, 25-28; Fil 2, 1-11; Mt 21, 28-32