Twenty-Seventh Sunday in Ordinary Time, Year C-2019
- Increase Faith and Stir It into Flame
Jesus Christ is the leader and perfecter of our faith (Heb 12, 2). It is right, then, that we ask him to increase always our faith.
Faith is a divine gift (Rom 12, 3; Phil 1, 29; 2 Pt 1, 1). That is, God, Jesus or the Holy Spirit gives it to us. We ask it, then, from the one who can give it to us. He is the only one, too, who can increase our faith.
But Jesus makes clear that one should not understand increase in faith quantitatively. What matters is the quality of faith. In other words, it is not about grasping every teaching broadly, deeply and in smallest details. For our Teacher does not call blessed the scribes and the Pharisees. Rather, he addresses woes against them, and proclaims happy the poor and simple folks.
God reveals, yes, to poor, lowly, simple people what he hides from the wise and the learned. Surely, the former understand instinctively the weightier things, —justice, mercy, faithfulness—, that the latter lose sight of. That is because the poor, the lowly, the simple show willingness to receive the gift of faith. To keep also in their hearts a living faith that works through love.
And St. Vincent de Paul’s experience bears out such truth (SV.EN XI:190; SV.EN XII:142). He says that one finds “true religion and a living faith” among the poor. They bear patiently and peacefully their miseries, their trials and tribulations, and they believe, touch, taste the words of life.
And it is not that St. Vincent has a romantic view of the poor. In fact, he recognizes that they appear “so crude and vulgar” (SV.EN XI:26). He is aware, moreover, that they do not know even the principal articles of faith (SV.EN I:141). Still, he does state that “God gives them in abundance the graces he refuses the rich and wise of this world.”
Lord Jesus, instill in us authentic faith in you who love us, and increase it always. Though little, it is enough for us to overcome overwhelmingly in the midst of anguish, persecution, famine, nakedness, peril. Make us live by faith, so that we may bear our share of hardship for the Gospel. And remind us always that the bread and the wine that become our living bread and spiritual drink are the work of so many poor people of faith.
6 October 2019
27th Sunday in O.T. (C)
Hab 1, 2-3; 2, 2-4; 2 Tim 1, 6-8. 13-14; Lk 17, 5-10
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Aumentar la fe y reavivarla
Jesucristo es el iniciador y perfeccionador de nuestra fe (Heb 12, 2). Es justo, entonces, que le pidamos que no deje de aumentar nuestra fe.
La fe es don divino (Rom 12, 3; Fil 1, 29; 2 Pd 1, 1). Es decir, nos la concede Dios, Jesús o el Espíritu Santo. Se la pedimos, pues, al que puede dárnosla, el único también que nos la puede aumentar.
Pero aclara Jesús que aumentar la fe no se ha de entender en sentido cuantitativo. Lo que importa es la la calidad de fe. En otras palabras, no se trata de abarcar y captar amplia, profunda y minuciosamente toda doctrina. Pues el Maestro no los llama bienaventurados a los escribas y los fariseos. Pronuncia ayes más bien contra ellos, y proclama dichosa a la gente pobre y sencilla.
A los pobres, humildes, sencillos, sí, revela Dios lo que esconde a los sabios y entendidos. Seguramente, lo importante de la ley, —la justicia, la misericordia y la fidelidad—, que pierden éstos de vista, esto lo intuyen aquéllos. Es que solo los pobres, humildes, sencillos, se disponen a recibir el don de fe, y guardar también dentro del corazón una fe viva que obra por amor.
Y lo comprueba esto la experiencia de san Vicente de Paúl (SV.ES XI:120, 462). Según él, entre los pobres, «se conserva la verdadera religión, la fe viva». Soportan con paciencia y paz sus miserias, sus penas y calamidades, y «creen, palpan, saborean las palabras de vida».
Y no es que los vea san Vicente de manera romántica. De hecho, reconoce que los pobres «son vulgares y groseros» en su aspecto exterior (SV.ES XI:725). Es consciente además él de que ellos ignoran hasta los principales artículos de la fe (SV.ES X:320-321). Con todo, no deja él de afirmar que «Dios hace abundar en ellos las gracias que les niega a los ricos y sabios del mundo».
Señor Jesús, infúndenos esa fe auténtica en ti que nos amas, y hazla aumentar siempre. Aunque pequeña, basta para hacernos más que vencedores en medio de aflicciones, angustias, persecuciones, hambre, desnudez y peligro. Que vivamos por la fe, para que podamos tomar parte en los padecimientos por el Evangelio. Y recuérdanos siempre que el pan y el vino, que se nos convierten en pan de vida y bebida de salvación, son trabajo de tantos pobres de fe.
6 Octubre 2019
27º Domingo de T.O. (C)
Hab 1, 2-3; 2, 2-4; 2 Tim 1, 6-8. 13-14; Lc 17, 5-10