Twenty-Second Sunday in Ordinary Time, Year A-2023

From VincentWiki
Deny Themselves, Bear Their Own Cross, Follow Christ

Jesus is all things to all. He leads those who live for others and deny themselves. For they do not seek their own good, but the neighbor’s.

Peter is blessed. For in the first place, the Father, not flesh and blood, lets him know who Jesus is. In the second place, he will be the rock upon which Jesus will build his Church. But the blessed soon turns into a stumbling block. And he and the other disciples will have to deny themselves.

For he still thinks not as God does, but as humans do. In other words, flesh and blood does not wholly yield to the Spirit. That is why the apostle does not grasp yet that one must die to live.

And what Jesus lays out before his disciples bears on him and on them. For he makes it clear that they will have to deny themselves to be his disciples. Besides, each of them will have to take up his or her cross and follow him.

But what Jesus says and will soon carry out goes against what flesh and blood seek. That is to say, we humans long for a life of ease and plenty. So, we do not like pains. We seek to stay safe and sound. And we do not want to suffer or to share in others’ sorrows.

Not a few of us even become like the rich fool who says to himself: “You have so many things stored up for many years; rest, eat, drink, be merry!” Or like the rich man who dresses up elegantly and dines sumptuously each day. At his door lies poor Lazarus for whom he cares not.

And our situation will turn out worse if we who do not care turn proud, greedy, unjust. Just so we can have our fill of good things. For this would mean to forfeit life and make it less human.

For Christ’s own, to deny themselves means to be men and women for others.

To find life, disciples have to lose it for Jesus’ sake. That is to say, they have to deny themselves to be at others’ beck and call (Comentarios al evangelio 4).

To lead a life of justice and peace, we should not seek just our own good or well-being. We have to let God’s mercy, made flesh in Jesus, to seduce us. The latter’s flesh is our food and his blood our drink. So that our flesh and our blood may have life and spirit, and we, too, can feed others. And get to leave the chapel to open the door to the poor, that is to say, to “leave God for God” (SV.EN IX:252).

Lord Jesus, grant that your disciples get to deny themselves and be men and women for others. Let them follow you and be like you, and know true life and bliss.


3 September 2023

22nd Sunday in O.T. (A)

Jer 20, 7-9; Rom 12, 1-2; Mt 16, 21-27


VERSIÓN ESPAÑOLA

Negarse, tomar la propia cruz, seguir a Cristo

Jesús es todo para todos. Lidera él a los que viven para los demás y no dejan de negarse, pues no buscan lo suyo, sino lo del otro.

Pedro es dichoso. Pues, en primer lugar el Padre, no la carne ni la sangre, le ha dado a conocer quién es Jesús. En segundo lugar, será también la piedra sobre la cual construirá Jesús su Iglesia. Mas pronto se hace piedra de tropiezo el dichoso. Y, junto con los demás discípulos, tendrá que negarse a sí mismo.

Pues aún piensa él como los hombres, no como Dios. Es decir, la carne y la sangre aún no se rinden del todo al Espíritu. Por lo tanto, el apóstol no logra aún captar que para vivir hay que morir.

Y esto que Jesús les plantea a los discípulos viene al caso de él y al de ellos también. Pues bien claro se les deja que ser discípulos quiere decir negarse ellos a sí mismos. Todo discípulo también habrá que tomar su cruz y seguirle.

Pero lo que Jesús dice y pronto cumplirá va en contra de lo que buscan la carne y la sangre. Es decir, los humanos anhelamos, por lo general, la vida cómoda y rica. Por lo tanto, no nos gustan los pesares. Buscamos vivir salvos y sanos. Y sufrir o pasar las fatigas humanas, de esto nos huimos.

Hasta no pocos de nosotros se hacen como el rico necio que se dice a sí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe, y date buena vida». O como el hombre rico que se viste elegante y banquetea de modo suntuoso todos los días. No le hace caso al que está tirado a su puerta, al pobre Lázaro.

Y peor nos resultará la situación si, al tratar de saciarnos de bienes, los apáticos nos volvemos orgullosos, codiciosos, injustos. Pues querrá decir esto malograr y deshumanizar la vida.

Para los de Cristo, negarse a sí mismos quiere decir ser hombres y mujeres para los demás.

Para hallar la vida, hay que perderla por Jesús. Es decir, hay que negarse a sí mismo para estar pendiente de los demás (Comentarios al evangelio 4).

Y llevar una vida de justicia y paz quiere decir no buscar no más el propio bien o bienestar. Tenemos que dejarnos seducir por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesús. La carne de éste es nuestra comida y su sangre nuestra bebida. Para que nuestra carne y nuestra sangre cobren vida y espíritu, y logremos dar de comer y de beber también a los demás. Y dejar la capilla para abrirles la puerta a los pobres, es decir, «dejar a Dios por Dios» (SV.ES IX:297).

Señor Jesús, haz que cada discípulo o discípula logre negarse a sí mismo y sea un hombre o una mujer para los demás. Que te siga él o ella, sea como tú y halle la verdadera vida, la verdadera dicha.


3 Septiembre 2023

22º Domingo de T.O. (A)

Jer 20, 7-9; Rom 12, 1-2; Mt 16, 21-27