Twenty-Ninth Sunday in Ordinary Time, Year B-2021

From VincentWiki
Throne of Grace, Goodness and Mercy

Jesus endured the cross and now sits at the right of the throne of God. We will reign with him if we persevere with him in suffering and service.

Even the disciples obsess about becoming great; they argue about who is the greatest. And to preempt all discussion and see to their being the greatest, James and John go straight to the Teacher. For they have come to believe that, as a legitimate heir, he will soon sit on David’s throne.

So, it is clear that those who left their father to follow Jesus do not lack ambition. And they seek no less than to sit next to the throne of the Son of Man. That is to say, one at his right and the other at his left.

And Jesus answers them. He makes them understand, in the first place, that they be careful what they wish for. For they may be at the right and at the left not of the throne, but of the cross. They should know what they ask for.

In the second place, Jesus makes clear to the “sons of thunder” another thing that they must keep in mind. Namely, that to be, in a way that they do not hope for, at the left and right is not up to him. For it is up to the dictators who rule the Gentiles

No, the one who only seeks to heal people’s diseases and illnesses prepares no cross for his apostles. He called them right away, —by his initiative and grace, not due to their merits—, so that they might live. And not that they might die.

But one does not gain life if one does not go through death. The last becomes necessary due to those who cannot bear that good is done (Wis 2, 10-12; SV.EN I:75). And the best proof that this is true is Jesus, in his passion, death, resurrection and ascension.

Throne of the Son of Man whom all peoples serve or of the Son of Man who serves?

The one whom we rightly call “Teacher and Lord” sets us an example, yes, so that we do as he. If we follow his example, we will get to be next to his throne.

There is no doubt that he is the Son of Man. But he is not the one whom all nations and peoples of every language serve (Dan 7, 13-14). Rather, he is the one who serves and gives his life as a ransom for all.

We cannot, of course, buy our own ransom or pay a price to God for our life (Ps 49, 8-9). Only he, then, can ransom us. And it his will that his Suffering Servant lays down his life, —gives up his body and sheds his blood—, as an offering for sin. So then, in place of judgement and punishment (Dan 7, 26), there is salvation. Yes, through the Son of Man who pays the ransom for all.

It is clear, then, Jesus Christ’s throne is that of grace. Of goodness, mercy (SV.EN II:324; SV.EN V:166; SV.EN XI:130). True Christians heed his call and gather around this throne. They are the ones who truly renounce power and do not let cravings to be great divide them.

Lord Jesus, do not let us go near the throne of injustice and oppression that you decry. Grant us to follow your way of glory, that of service and sacrifice.


17 October 2021

29th Sunday in O.T. (B)

Is 53, 10-11; Heb 4, 14-16; Mk 10, 35-45


VERSIÓN ESPAÑOLA

Trono de gracia, bondad y misericordia

Jesús ahora está sentado a la derecha del trono de Dios tras soportar la cruz. Reinaremos con él si constantes sufrimos y servimos con él.

Se obsesionan aun los discípulos por ser grandes; discuten quién es el más importante. Y para eludir toda discusión y procurar que sean los más grandes, Santiago y Juan van directo al Maestro. Es que han llegado a creer que él, como heredero legítimo, se sentará pronto en el trono de David.

Se ve, pues, que no les falta ambición a los que dejaron a su padre para seguir a Jesús. Y buscan nada menos que sentarse muy cerca del trono del Hijo de Hombre. Es decir, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Y replica Jesús por darles a entender, en primer lugar, que tengan cuidado con lo que desean. Es que se pueden hallar a la derecha y a la izquierda, pero no del trono de Jesús, sino de su cruz. Hay que saber, pues, lo que se ha de pedir.

En segundo lugar, les deja clara Jesús a los «hijos del trueno» otra cosa de que se han de dar cuenta. A saber, el modo no esperado de estar a la derecha y a la izquierda no depende de él. Es que esto lo dictarán los jefes y grandes de los gentiles.

No, el que solo busca sanar las enfermedades y dolencias del pueblo no reserva la cruz para sus apóstoles. Él los llamó de inmediato, —por su iniciativa y gracia, no por los méritos de ellos—, para que vivieran. Y no para que murieran.

Pero no se puede conseguir la vida, si no se pasa por la muerte. Ésta la hacen necesaria los que no soportan que se haga bien alguno (Sab 2, 10-12; SV.ES I:143). Y la mejor prueba de que eso es cierto es Jesús, en su pasión, muerte, resurrección y ascensión.

¿Trono del Hijo del Hombre, al que sirven todos los pueblos, o del Hijo del Hombre que sirve?

Al que con acierto llamamos «el Maestro y Señor», él nos da ejemplo, sí, para que hagamos lo que él. Si seguimos su ejemplo, lograremos estar muy cerca de su trono.

No, no hay duda de que él es el Hijo del Hombre. Pero no es el que al cual sirven gentes de todos los pueblos, naciones y lenguas (Dan 7, 13-14). Es, más bien, el que sirve y da su vida en rescate por todos.

Nadie, desde luego, puede salvarse ni dar a Dios un rescate (Sal 49, 8-9). Solo Dios, por lo tanto, puede rescatar. Y quiere él que su Siervo Sufriente dé su vida, —entregue su cuerpo y derrame su sangre—, en expiación. En vez de que se les juzgue o condene, pues, a los culpables (Dan 7, 26), se les salva a todos. Sí, por medio del Hijo del Hombre que paga el rescate por todos.

Así que queda claro que el trono de Jesucristo es el de la gracia. De la bondad, la misericordia (SV.ES II:243; SV.ES V:152; SV.XI:64). En torno a ese trono se reúnen los verdaderos cristianos. Los que renuncian al poder de verdad y no se dejan dividir por las apetencias de grandezas.

Señor Jesús, no permitas que nos acerquemos al trono de injusticia y opresión que tú denuncias. Concédenos seguir tu camino de gloria, el de servicio y sacrificio.


17 Octubre 2021

29º Domingo de T.O. (B)

Is 53, 10-11; Heb 4, 14-16; Mc 10, 35-45