Twenty-Fifth Sunday in Ordinary Time, Year C-2022
- Money That Is Not Deemed Righteous
Jesus teaches us to worship the Father in Spirit and truth. He also warns us that we cannot serve God and money.
Jesus frets till he serves to the utmost and gives up his body and sheds his blood to save us. Those who trample on the poor, on the other hand, fret till the new moon and the sabbath are over. For these days forbid all work; they mean, then, less money for the tramplers.
So, those who are not just do keep the holy days. And that is why Amos speak out against them; they feign worship and they blaspheme. The hands they lift up in prayer are not holy.
It is clear, yes, that those whom Amos decries serve money more than God. Money has taken God’s place in their lives. And they will get it by hook or by crook.
But Jesus shows us the true religion, the same one that James spells out. James says that the religion that is pure before God, the Father, “is this: to care for orphans and widows in their distress, and not to be dirtied by the world.”
No, we cannot break up Jesus’ love for the Father and his love for the neighbor (SV.EN VI:413). For Jesus is right on the mark in his grasp of the text: “There will always be poor in the land; open your hand, then, to the poor and needy.” He does not skip a text that goes before: “There will be no poor among you, for the Lord will bless you with plenty” (see J. Freund).
You cannot serve God and money.
It seems that Jesus takes poverty for granted (Mt 26, 11; Mk 14, 7; Jn 12:8). But it is not that he is shows no concern. In fact, he deals with it; he helps those in need.
So, he goes about towns and villages to do good. He also speaks out against greed and alerts us to the dangers in this world.
For this world and its children are all about money, power and control. Still, due to their greed and ambition, they quarrel, even kill and wage war.
Indeed, our too much craving for money, power and control leads in the end to ruin. That is to say, the horn, the power, that saves us does not lie in the calf of gold. Money, power and control are no more than idols that we mold out of our cravings.
The horn, the power, that saves us is Jesus, whom God has raised up. And, yes, our Savior calls money “mammon,” wicked. It is not so due to the wicked way it may have been earned, though this is true of those Amos decries. It is always wicked insofar it takes us away from God and the neighbor.
And Jesus’ warning to the wealthy is a call to be his disciples. To be and live as he; he lives for God, not for money. Pope Francis puts it thus: It is not power, success and money that prevail, but rather service, humility and love. Yes, blessed are the poor.
But those who are rich are not a lost cause. For they can “wash” their money clean if they share it with the those who are poor. The wealthy, then, will be the Father’s friends; he will welcome them into eternal dwellings.
Lord Jesus, grant that we be honest and trustworthy in little things, like money. We will thus be honest and trustworthy in big things, like those that have to do with heaven.
18 September 2022
25th Sunday in O.T. (C)
Am 8, 4-7; 1 Tim 2, 1-8; Lk 16, 1-13
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Dinero que no se considera justo
Jesús nos enseña a dar al Padre el culto en Espíritu y verdad. Nos advierte también que no podemos servir a Dios y al dinero.
Se ansía Jesús hasta que sirva él de modo consumado y entregue su cuerpo y derrame su sangre para salvarnos. Los que aplastan a los pobres, en cambio, se ansían hasta que pase la luna nueva o el sábado. Es que esos días prohíben todo trabajo; les impiden, pues, a los aplastadores ganarse más dinero.
Guardan, sí, los no justos los días de obligación. Y es pore so que los denuncia Amós; el culto de ellos es falso y sacrílego. No son limpias las manos que alzan cuando rezan ellos.
Queda claro, pues, que los denunciados por Amós sirven más al dinero que a Dios. El dinero ha tomado en su vida el lugar de Dios. Lo van a procurar por las buenas o por las malas.
Pero Jesús nos da a conocer la verdadera religión que es la misma que concreta Santiago. Éste dice que la religión pura ante Dios Padre «es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones, y no mancharse las manos con este mundo».
No, no se puede separar el amor de Jesús al Padre de su amor al prójimo (SV.ES VI:370). Es que acierta nuestro Maestro en su comprensión del texto: «Siempre habrá pobres en la tierra; sé muy generoso, pues, con los pobres y los necesitados». No descarta él el previo: «No habrá pobres entre los tuyos, ya que el Señor te colmará de bendiciones» (véase J. Freund).
No podéis servir a Dios y al dinero.
Parece que Jesús da la pobreza por sentada (Mt 26, 11; Mc 14, 7; Jn 12:8). Pero no es indiferente a ella. De hecho, la remedia; asiste a los necesitados.
Por consiguiente, recorre él pueblos y aldeas para hacer el bien. También denuncia él la codicia y nos alerta de los peligros en este mundo.
Pues este mundo y sus hijos solo entienden del dinero, poder y control. Con todo, por sus codicias y ambiciones, riñan ellos, y hasta matan y hacen la guerra.
De verdad, el afán desmedido del dinero, poder y control lleva al fin a la perdición. Es decir, el cuerno, la fuerza, que nos salva no está en el becerro de oro. El dinero, el poder y el control son ídolos no más, plasmados de nuestros afanes.
El cuerno, la fuerza, que nos salva es Jesús al cual Dios ha suscitado. Y llama, sí, nuestro Salvador al dinero «mamón», maldito. No lo es porque se haya ganado de modo malo, si bien es el caso con los denunciados por Amós. Siempre lo es, más bien, en tanto que nos aparta de Dios y del prójimo.
Y esa advertencia de Jesús a los ricos es una invitación a que seamos sus discípulos. A ser y vivir al igual que él; Dios es su razón de ser, no el dinero. Nos lo dice el Papa Francisco así: No son el poder, el éxito y el dinero, los que prevalecen, sino el servicio, la humildad y el amor. Los bienaventurados, sí, son los pobres.
Pero no son causas perdidas los ricos. Pues, pueden ellos «blanquear su dinero por compartirlo con los pobres. Así serán los ricos amigos del Padre; él los acogerá en las moradas eternas.
Señor Jesús, concédenos ser honrados y de fiar en lo poco, como el dinero. Así seremos honrados y de fiar en lo mucho, como lo del cielo.
18 Septiembre 2022
25º Domingo de T.O. (C)
Am 8, 4-7; 1 Tim 2, 1-8; Lc 16, 1-13