Twentieth Sunday in Ordinary Time, Year A-2023

From VincentWiki
Foreigners No Longer, But Citizens Rather

Jesus, our peace, makes one the Jews and those who are not Jews, the foreigners. He tears down, through the cross, the wall of hate that separates them.

A few Jewish Christians, it seems, do not think that the Good News of Jesus is for foreigners. For those of the circumcision party tells Peter to his face in an accusing way: “You have gone into the homes of men who are not circumcised and eaten with them.”

Are those who accuse of those who think of foreigners as dogs? Do they close the door on then so as not to stray from this mission: to go just to the lost sheep of the house of Israel. And Jesus does affirm such mission as he finally answers the annoying Canaanite woman at the behest of the disciples.

What is odd about his answer is that he is already in a pagan district. He has withdrawn there following the Pharisees and scribes’ suggestion that he does not keep the traditions of the elders. So, the account does not only say that Jesus sets aside his own instruction to the disciples. The account also confirms that the one who goes to the region of Tyre and Sidon is indeed a breaker of traditions.

But why, then, does the one who breaks with traditions still calls foreigners, pagans, dogs? Does he mean it? Or is it just a matter of irony? Yet it may be that “dogs” is in the account to highlight even more the strong faith of the Canaanite woman.

In the eyes of the Jews, she has no name; she is a nobody. And they despise her besides for what they see that she is to them: she is the temptation and danger in person that the pagan is to the faith of the Jews. Yet she shows great faith not a few chosen ones lack.

Those we deem foreigners and outsiders to get away from turn out many times to be true believers.

Jesus looks on this lowly woman of great faith, and he grants her what she has asks for. So, for sure, she will have a seat of honor at the Lord’s feast of rich food and choice wines. For he brings to his holy mountain, to the house of prayer for all folks, foreigners who have faith. Theirs will be the invitation to the Supper of the Lamb. To the table of his word, and of his body and blood.

Yes, he welcomes foreigners of great faith as citizens of God’s kingdom. He shows as much mercy to citizens as to foreigners. Hence, we can turn down and shut out no one (see Acts 10, 47). We should rather bring in those we want to stay on the outskirts. And wait on them in the way that St. Vincent wants us to do.

Lord Jesus, grant that we see clearly and grasp firmly that in you we are all one, that there is no longer citizens or foreigners, slave or free, male or female.


20 August 2023

20th Sunday in O.T. (A)

Is 56, 1. 6-7; Rom 11, 13-15. 29-32; Mt 15, 21-28


VERSIÓN ESPAÑOLA

Forasteros ya no son, más bien, ciudadanos

Jesús, nuestra paz, hace un pueblo de los judíos y de los no judíos, los forasteros. Derriba él, por medio de la cruz, el muro de odio que los separa.

Parece que no creen unos cristianos de origen judío que la Buena Nueva de Jesús es para los forasteros. Pues los del partido de la circuncisión le echan en cara a Pedro en tono acusador: «¡Has entrado en casa de los no circuncisos y hasta has comido con ellos!».

¿Son los que acusan de los que no dejan de tomarlos por perros a los forasteros? ¿Se les cierra la puerta a ellos, pues no hay que desviarse de esta misión: ir no más a las ovejas descarriadas de Israel? Y la misión, cierto, la afirma Jesús tras contestar al fin a la mujer cananea a instancia de los discípulos que la hallan molesta.

Lo curioso de la respuesta es que ya está Jesús en una región pagana. Y allí se retira él al indicar los fariseos y escribas que él no guarda las tradiciones de los mayores. No solo se nos cuenta, pues, que deja él de lado su instrucción a los discípulos. También se nos confirma que el que va al país de Tiro y Sidón es quebrantador, sí, de las tradiciones.

Pero, ¿por qué, entonces, el que quebranta las tradiciones aún llama «perros» a los forasteros, a los paganos? ¿Los busca afrentar? O, ¿se sirve él del apelativo solo para hablar con ironía? Mas puede ser que el relato incluya «perros» para resaltar aún más la fe grande de la cananea.

A los ojos judíos, la mujer pagana no tiene nombre; no es nadie. Y se le tiene en menos a ella aún más. Pues ella es en persona la tentación, el riesgo, que es lo pagano para la fe judía. Pero la cananea se ve de fe grande, la que les falta a no pocos de los que se dicen elegidos.

No pocas veces resulta que son verdaderos creyentes que a los cuales tomamos por forasteros y de quienes nos buscamos apartar.

Mira Jesús a la mujer humilde de fe grande, y le otorga lo que ella pide. Así que no hay duda de que ocupará ella un asiento de honor en el festín de manjares suculentos y de vinos de solera. Pues el Señor llevará a su monte santo, a la casa de oración para todos los pueblos, a los forasteros fieles. Se les llamará a ellos a la Cena del Cordero, a la mesa de su palabra, y de su cuerpo y sangre.

Sí, el Señor acoge a los forasteros de fe grande y hace de ellos ciudadanos del reino de los cielos. Se les muestra a los forasteros la misma misericordia que se les muestra a los ciudadanos. Por lo tanto, no podemos rechazar a nadie ni cerrarle la puerta (véase Hch 10, 47). Más bien, hemos de admitir a los que quizás queramos que se queden en las afueras. Y los tenemos que servir tal como quiere san Vicente que lo hagamos.

Señor Jesús, concédenos ver de forma clara y captar de modo firme que todos somos uno en ti, que ya no hay distinción entre ciudadanos y forasteros, entre esclavos y libres, entre varones y mujeres.


20 Agosto 2023

20º Domingo de T.O. (A)

Is 56, 1. 6-7; Rom 11, 13-15. 29-32; Mt 15, 21-28