Twentieth Sunday in Ordinary Time, Year A-2014
- Rejection leading to reconciliation (Rom 11, 15)
Even a terrible situation serves the purposes of God, who wants us to be optimistic and inventive too.
The disciples find the situation intolerable: a woman, a Canaanite besides, calling out after them at the top of her voice. They ask Jesus to send her away, or attend to her—in some Spanish translations. But whether to send away or attend to, they want her to get lost
Jesus speaks to her finally, though his words are none too encouraging. But really, which human being, no matter how skeptical, would doubt the faith of this mother who is looking for her daughter’s healing? Even if anyone doubts, not Jesus certainly, compassionate that he is. Just by her persistent maternal cry, he can tell that her faith is great and that she will not desist until she gets what she desires.
Jesus’ inattention, therefore, and his rejecting words, either insulting even or condescending, given the reference to dogs, have as their target, I think, not so much the Canaanite as the disciples themselves. More than to put her faith to the test, Jesus wants his disciples and others equally intolerant to see that not infrequently those who are considered a pack of dogs, riffraff, unpleasant people and misfits, show greater faith.
The disciples’ displeasure serves to teach that the house of God is for all peoples. Those who do not belong to us have potential. The unbreakable faith of many of them should put us to shame. As Jesus warns, the most unlikely individuals are entering the kingdom of God before us.
St. Paul continues what Jesus has inaugurated in accordance with Zech 8, 23: “In those days ten people from nations of every language will take hold, yes, will take hold of the cloak of every Judahite and say, ‘Let us go with you, for we have heard that God is with you.’” Rejected by those of his own race, the apostle turns to the pagans. And he does not fail to point out that the rejection of his people means the reconciliation of the world and that the disobedience of all is just one more opportunity for God to have mercy upon all. Having a creative imagination, St. Paul catches a glimpse of a resurrection in Israel’s acceptance.
And St. Vincent de Paul shows himself very creative, the one who taught: “It is not enough for me to love God, if my neighbor does not love him” (Coste XII:262). His small beginnings and his great achievements, realized in partnership with all kinds of people, attest to this. Simple in his creativity and in his service to the poor, he knows how to overcome the limitations of age (Coste X:136). His creativity, no doubt, is born of his vision of the infinitely inventive love that gave rise to the Eucharist (Coste XI:146).
VERSIÓN ESPAÑOLA
20º Domingo de Tiempo Ordinario A-2014
- La reprobación llevando a la reconciliación (Rom 11, 15)
Incluso una situación terrible sirve los propósitos de Dios, el cual nos quiere optimistas e inventivos asimismo.
Los discípulos encuentran intolerable la situación: una mujer, además cananea, les molesta; viene detrás de ellos clamando a voz en cuello. Piden a Jesús que la atienda, o la despida—según unas traducciones. Pero sea atender sea despedir, buscan que ella se quite de ahí.
Jesús le habla finalmente, aunque resultan nada alentadoras sus palabras. Pero, ¿cuál hombre realmente, por muy escéptico que sea, dudaría de la fe de esta madre que busca la sanación de su hija? Aunque la cuestione alguien, seguramente no Jesús, compasivo que es. Sabe, solo por su grito materno persistente, que su fe es grande y que la madre no desistirá hasta que consiga lo que desea.
La desatención, pues, de Jesús y sus palabras rechazadoras y quizás o insultantes o condescendientes, dada la referencia a los perros, tienen por blanco, creo, no tanto la cananea como los discípulos mismos. Más que poner a prueba la fe de ella, Jesús quiere que vean sus discípulos y todos los igualmente intolerantes que mayor fe demuestran no rara vez aquellos que se toman por perrería, canalla, gente desagradable e inadaptable.
El disgusto de los discípulos sirve para enseñar que la casa de Dios es para todos los pueblos. Tienen posibilidades también los que no son de los nuestros. Ante la fe inquebrantable de muchos de ellos, se nos debe caer la cara de vergüenza. Como nos advierte Jesús, nos llevan la delantera en el camino del reino de Dios las personas menos prometedoras.
Continúa san Pablo lo instaurado por Jesús conforme a Zac 8, 23: «En aquellos días, diez extranjeros agarrarán a un judío por el manto y le dirán: “Queremos ir con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros”». Rechazado por los de su raza, el apóstol se dirige a los paganos. Y no deja de aclarar que la reprobación de los suyos significa la reconciliación del mundo y que la rebeldía de todos es solo una oportunidad más para que Dios tenga misericordia de todos. De imaginación creativa, san Pablo entrevé en la reintegración de Israel una resurrección.
Y muy creativo se acredita san Vicente de Paúl, quien enseñó: «No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo» (XI:553). Dan testimonio de esto sus pequeños comienzos y grandes éxitos realizados en colaboración con toda clase de gente. Sencillo en su creatividad y su servicio a los pobres, sabe superar las limitaciones de la edad (XI:57). Su creatividad, sin ninguna duda, nace de su visión del amor infinitamente inventivo, del que surgió la Eucaristia (XI:65).