Thirty-Second Sunday in Ordinary Time, Year B-2021
- Widow who Offers All She Has to Live on
Jesus wholly offers himself to take away our sins. In this sacrifice shares the widow who gives all she has to live on.
In the Bible, as we know, to be a widow, orphan or a foreigner means, in general, to be poor. That is why the generosity of the widow of Zarephath surprises even more. And we can say the same about the generosity of the widow who gives all she has to live on.
But the surprise may turn out to be shock to not a few. To those, for instance, who say that religion robs these widows of the little they have. It makes them sad that prophets exploit fast the credulity of simple folks. Those who walk around in long robes prey on these folks also. Oh, to think that they love to go to the temple, beautiful for its stonework.
There are those, yes, who cheat widows out of their homes and say long prayers to hide it. And Jesus says this. Yet he deems worthy of praise the widow who only puts in two small coins worth a few cents. For she gives more than the rich who give from their surplus wealth; she gives all that she herself needs.
And we should not make little of her faith and call it credulity. It is the faith of the Poor of Yahweh who live by faith (Rom 1, 17).
Hence, for the widow, God counts above all. Apart from him, she wants nothing on earth (Ps 73, 25); his love is better than life (Ps 63, 3). And the temple matters much to her too; one day in it is better than a thousand elsewhere (Ps 84, 11). For God is there in an especial way.
The poor widow loves to the end.
The poor who puts in two coins is, of course, not among the wise. But she may know of, “How like a widow is she, who once was great among the nations” (Lam 1, 1). Or of, “We have become fatherless, our mothers widows” (Lam 5, 3). Does she think she is like the one who has become a widow? Is she deeply aware of her sins, her needs, and of God’s mercy? Is that why she does what is as touching as the woman’s deed in Lk 7, 36-50? The woman whose many sins Jesus forgives, hence, or since, she loves much?
No, the widow who is not wise will not say it as St. Paul, but she may feel as he. That is to say, that when sin adds up, grace adds up much more (Rom 5, 20; SV.EN II:324; SV.EN XI:130).
The widow may or may not feel that she is like the nameless sinner. (She is not Mary Magdalen; she is every lowly and thankful person who feels forgiven, loved.) But just the same, the widow loves to the end. So, she loves as Jesus; he offers all—soul, mind, body, blood, life—for us.
And such self-emptying love is what saves us, and makes us Christian and human (SV.EN XII:222). It is what is the best of the Church. Selfishness, on the other hand, like that of the scribes that Jesus denounces, leads to doom. It makes us less Christian, less human.
Lord Jesus, you willed to be poor and to empty yourself. Make your will ours so that, like the widow, we offer all we are and have.
7 November 2021
32nd Sunday in O.T. (B)
1 Kgs 17, 10-16; Heb 9, 24-28; Mk 12, 38-44
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Viuda que ofrece todo lo que tiene para vivir
Jesús se ofrece por completo para el perdón de los pecadores. De este sacrificio participa la viuda que ofrece todo lo que tiene para vivir.
En la biblia, como se sabe, ser viuda, huérfano o forastero quiere decir, por lo general, ser pobre. Es por eso que sorprende aún más la generosidad de la viuda de Sarepta. Y lo mismo se puede decir de la generosidad de la viuda que contribuye todo lo que tiene para vivir.
Pero la sorpresa quizás les resulte escándalo más bien a unos. A los que, por ejemplo, acusan a la religión de robarles a tales viudas lo poco que tienen. Lamentan ellos lo fácil que pueden aprovecharse de la credulidad de la gente sencilla los profetas. También los sabios que se pasean con amplio ropaje. Y frecuentan el templo, bello por la calidad de sus piedras.
Hay, sí, quienes «devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos». Y esto lo dice Jesús mismo. Con todo, elogia él a la viuda que contribuye solo dos moneditas de cobre. La ve loable a esa viuda. Pues da ella más que los ricos que dan de lo que les sobra; da ella todo lo que ella misma necesita.
Y no se ha de tener en menos su fe y reducirla a la mera incredulidad. Esa fe es propia de los del grupo de los pobres de Yahveh que viven de la fe (Rom 1, 17).
A la viuda, por lo tanto, le importa Dios más que nada, más que nadie. Fuera de él, nada quiere en la tierra; la gracia de él vale más que la vida (Sal 63, 3). Y mucho le importa a ella el templo; un día en él vale más que mil fuera de él (Sal 84, 11). Pues ahí se hace presente Dios de forma singular.
Ama hasta el extremo la viuda pobre.
La que da dos reales, por supuesto, no se cuenta entre los sabios. Pero quizás sepa de: «Ha quedado como viuda la grande ante las naciones» (Lam 1, 1). O de: «Somos huérfanos de padre y son viudas nuestras madres» (Lam 5, 3). ¿Se identifica ella con la que ha quedado viuda? ¿Tiene clara conciencia ella de sus pecados, su pobreza, y de la misericordia de Dios? ¿Es por eso que hace lo que equivale al gesto de una mujer en Lc 7, 36-50? ¿A la que se le perdonan sus muchos pecados y por eso, o pues, ama mucho?
No, la no sabia no lo dirá como san Pablo, pero puede sentir ella también lo que él. Es decir, que cuanto más se multiplica el pecado, tanto más abunda la gracia (Rom 5, 20; SV.ES II:243; SV.XI:64).
Pero lo mismo da si tiene ella o no los sentimientos de la pecadora anónima. (Ésta no es María Magdalena; ella es toda persona humilde que da gracias, ya que se siente perdonada, amada.) Pues igual ama la viuda hasta el extremo. Su amor, por lo tanto, se parece al de Jesús. Éste ofrece todo, —alma, mente, cuerpo, sangre, vida—, por nosotros.
Y tal amor abnegado es lo que nos salva, y nos marca por cristianos y humanos (SV.ES XI:561). Es lo mejor de la Iglesia. El egoísmo, en cambio, el de los escribas, por ejemplo, a los cuales denuncia Jesús, lleva a la perdición. A que nos hagamos no cristianos ni humanos.
Señor Jesús, tú quisiste hacerte pobre y anonadarte. Concédenos tu querer que nos impulse a ofrecer, cual la viuda pobre, todo lo que somos y tenemos.
7 Noviembre 2021
32º Domingo de T.O. (B)
1 Re 17, 10-16; Heb 9, 24-28; Mc 12, 38-44