Thirty-Second Sunday in Ordinary Time, Year A-2020

From VincentWiki
Bright and Dull in the Eyes of God

Jesus Christ will come at an hour that we do not expect. That is why we must be ready and be among the bright, not among the dull.

Four Sundays ago, we heard that among God’s guests were bad and good folks. Today we hear that the bright and the dull make up those who watch for the coming of Jesus.

So then, we are fish of every kind that the net gathers (Mt 13, 47-52). But in the end, they save the good and throw away the bad. And it is those who are bright that enter the kingdom of God, while the dull stay outside the gate.

And the bright people are those who are always ready even for a long wait. That is why they foresee their needs. It is just the same for them if Jesus comes early or late. For they have enough so that their lamps will not go out.

Those who are bright, yes, do all that is necessary to keep their lamps lit and their faith and hope alive. That is to say, they do good deeds. And as people see these, they praise their Father in heaven (Mt 5, 16). So then, their light shines bright in pitch darkness.

Wanted: Bright Disciples

In these dark and uncertain times, we need, indeed, bright men and women to shine before us. We need disciples to show us how to put into practice the words of the Teacher (Mt 7, 24; CRCM II:1). In that way, we build on the rock.

These people will open our eyes so that it becomes plain to us what the pandemic tells us. Namely, that all the securities that we set up about health, quality of life and other things do not give us certainty, after all. To rely on them is to build on the sand.

And, of course, the hope that bright disciples harbor does not cheat them of the happiness of the present. For their hope for a new earth does not weaken but enlivens rather their concern for this earth now (GS 39). Their hope spurs them on even more “to work with all men in the building of a more human world” (GS 57).

That is why bright people foster the culture of encounter and brotherhood, or sisterhood, that are the traits of the poor. For there lies the true religion, the living faith, the unbreakable hope (SV.EN XI:190; SV.EN XII:142) of salvation.

Lord Jesus, ask the Father to give us the Spirit of wisdom. We will thus be bright servants who watch for your coming. Make us who hold your Supper on this earth sit at table one day in heaven. And thus, too, shall we always be with you.


8 November 2020

32nd Sunday in O.T. (A)

Wis 6, 12-16; 1 Thes 4, 13-18; Mt 25, 1-13


VERSIÓN ESPAÑOLA

Sensatos e insensatos a los ojos de Dios

Jesucristo vendrá a la hora que no pensemos. Es por eso que hemos de estar listos y contarnos entre los que son sensatos.

Se nos contó hace cuatro domingos que se hallaban entre los convidados de Dios los malos y los buenos. Hoy se nos dice que los sensatos y los insensatos forman parte de los que están en vela de la venida de Jesús.

Así que, de verdad, somos peces de toda clase los recogidos por la red (Mt 13, 47-52). Pero al final se les reúne a los buenos y se les tira a los malos. Y son los sensatos los que entran en el reino de Dios, mientras a los insensatos se les cierra la puerta.

Y los sensatos son los que están siempre listos incluso para una larga espera. Es por eso que prevén lo que necesiten. Se adelante Jesús, pues, o se retrase, igual les dará. Es que tienen ellos lo suficiente para que no se les apaguen las lámparas.

Los sensatos, sí, hacen todo lo necesario para que se mantengan encendidas sus lámparas y vivas su fe y su esperanza. Es decir, hacen ellos buenas obras. Y las ven los hombres y, por lo tanto, dan gloria al Padre que está en el cielo (Mt 5, 16). Así alumbra, pues, en plena noche la luz de los sensatos.

Buscados: discípulos sensatos

De verdad, en estos momentos oscuros e inseguros, hay necesidad de hombres y mujeres sensatos que nos alumbren. De discípulos que nos enseñen a poner en práctica las palabras del Maestro y así construir sobre roca (Mt 7, 24; RCCM II:1).

Esas personas nos abrirán los ojos para que se nos quede claro lo que nos da a conocer la pandemia. A saber, que todas nuestras seguridades en cuanto a la salud, la calidad de vida y otras cosas son, a fin de cuentas, inseguras. Fiarnos de ellas es construir sobre arena.

Y la esperanza de los discípulos sensatos, desde luego, no les arrebata a ellos de forma engañosa la felicidad del presente. Pues la espera de ellos de una tierra nueva no amortigua su preocupación de hacer mejor este mundo, sino que la aviva más bien (GS 39). Se les impulsa aún más a «trabajar con todos los hombres en la edificación de un mundo más humano» (GS 57).

Es por eso que los sensatos promueven la cultura del encuentro y la hermandad, las que son propias de los pobres. Pues ahí está la verdadera religión, la fe viva, la esperanza irrompible (SV.ES XI:120, 462) de salvación.

Señor Jesús, pide al Padre que él nos dé el Espíritu de sabiduría. Así seremos tus sensatos siervos en vela de tu venida. Haznos a los que celebramos tu Cena en la tierra sentar un día a la mesa en el cielo. Y así también estaremos siempre contigo.


8 Noviembre 2020

32º Domingo de T. O. (A)

Sab 6, 12-16; 1 Tes 4, 13-18; Mt 25, 1-13