Thirty-First Sunday in Ordinary Time, Year C-2022
- Save What Is Lost, This Is What It Is About
Jesus, the Son of Man, has come to seek and to save what is lost. No, there are no lost cases for him.
St. Luke tells us that Zacchaeus is a chief publican and a wealthy man. This means that, in the eyes of others, no one can save him.
For he is a publican, that is to say, he is a sinner, and a traitor to Israel. Jews do not think publicans can save themselves. Much less, can a chief publican.
Besides being a publican, Zacchaeus is wealthy. Hence, it is hard for him to be saved. Jesus has already said, “It is easier for a camel to pass through the eye of a needle than for a rich man to enter God’s kingdom.”
And such saying made those who had heard it ask, “Then who can be saved?” It is a good thing he reassures them right away and says that God can do what humans cannot do.
Jesus, whom God has sent, can also do what humans cannot do. He can save those who draw close to God through him. He can save Zacchaeus.
And this sinner seeks to see Jesus, but cannot see him due to the crowd, since he is short. But he badly wants to see him, so he runs ahead and climbs a fig tree.
And such trouble wins him a reward. For Jesus looks at him; he lets the seeker find him. And he does not only look at the one who acts like a kid (God’s kingdom is of the childlike). He also tells him, “Zacchaeus, come down quickly, for today I must stay in your house.” He comes quickly and receives Jesus with joy.
Look as does Jesus to help save the lost
But as he makes Zacchaeus happy, Jesus at once leaves others unhappy. All grumble that he is staying with a sinner. The sinner, in turn, stands up, makes up his mind to turn away from greed to love and justice. And this tells us that to repent means to commit to setting free the poor and exploited (Gustavo Gutiérrez).
Jesus, for his part, confirms Zacchaeus’ change of mind and heart: “Today salvation has come to this house, for he, too, is Abraham’s son.” He also stands up to the grumblers: “The Son of Man has come to see and to save the lost.”
The Son of Man, yes, and the way he looks at others, is what is crucial. In the first place, he looks with God’s eyes of mercy. In the second place, he does not look as the self-righteous or as those tainted with clericalism. Rather he looks with concern for those who are like sheep without a shepherd. In the third place, he looks at the whole, at the one body.
No, Jesus’ and his Father’s way of looking is the human way of looking; he lets those who seek find him (Is 55, 6. 8). His plan is to save us, not to condemn us; those who seek him with all their heart find him (Jer 29, 11. 13).
Do we look at the neighbor as Jesus? Do we have the spirit of him who has mercy on all to the point of giving his body up and shedding his blood?
Lord Jesus, grant that we see by the light of faith those who are poor and those the world thinks are lost cases, and value them as you value them (SV.EN XI:26). Let us help you save the lost. And make us worthy of God’s calling.
30 October 2022
31st Sunday in O.T. (C)
Wis 11, 22 – 12, 2; 2 Thes 1, 11 – 2, 2; Lk 19, 1-10
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Salvar lo que está perdido, de esto se trata
Jesús, el Hijo del Hombre, ha venido a buscar y a salvar lo que está perdido. Para él no hay casos perdidos.
Se nos dice que Zaqueo es jefe de publicanos y rico. Esto da a entender que, a los ojos de los hombres, él no se puede salvar.
Por encima de ser publicano, es rico él. Se le hace duro, por lo tanto, alcanzar la salvación. Jesús ya dijo antes: «Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios».
Y ese dicho los hizo a los oyentes preguntar: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Menos mal que al momento los puso tranquilos Jesús, pues les dijo: «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios».
Lo imposible es posible también para el Enviado de Dios, Jesús. Éste puede salvar a los que por medio de él se acercan a Dios. Puede salvar a Zaqueo.
Y busca tal pecador ver a Jesús, pero se lo impide la gente, pues es bajo de estatura. Pero corre él resuelto para adelantarse a la gente. Luego se sube a una higuera.
Tal esfuerzo se gana la mirada de Jesús; el buscado se deja hallar. Y no solo mira al que se porta como un chaval (de los pequeños es el reino de Dios). También le dice: «Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que alojarme en tu casa». Y muy contento hace éste lo que se le ha dicho.
Mirar como mira Jesús para salvar a los perdidos
Pero al darle gusto a Zaqueo, Jesús provoca a la vez disgusto en la gente. Todos se quejan de que él se hospeda en casa de un pecador. El pecador, a su vez, se pone en pie, se decide convertirse de la codicia al amor y la justicia. Y esto da a entender que arrepentirse es comprometerse a liberar a los pobres y explotados (Gustavo Gutiérrez).
Jesús, por su parte, da por buena la conversión de Zaqueo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa; él también es hijo de Abrahán». Afronta además a los murmuradores: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que está perdido».
El Hijo del Hombre, sí, y cómo mira él, eso es lo decisivo. En primer lugar, mira él con los ojos de misericordia propios de Dios. En segundo lugar, no mira desde la observancia estricta del fariseísmo, del clericalismo. Mira, más bien, desde de las necesidades de las gentes que se le presentan cual ovejas sin pastor. En tercer lugar, mira desde la universalidad, que todos somos uno.
No, el mirar de Jesús, de su Padre, no es el mirar de los hombres; se deja hallar por los que le buscan (Is 55, 6. 8). Su designio es salvar, no juzgar; le hallan los que le buscan de todo corazón (Jer 29, 11. 13).
¿Miramos como mira Jesús? ¿Tenemos el espíritu del que se compadece de todos hasta entregar su cuerpo y derramar su sangre?
Señor Jesús, concédenos ver con las luces de la fe a los pobres y a los considerados casos perdidos por el mundo, y tenerlos en el aprecio en que tú los tienes (SV.ES XI:725). Déjanos ayudarte a salvar a los perdidos. Y consíderanos dignos de nuestra vocación.
30 Octubre 2022
31º Domingo de T.O. (C)
Sab 11, 22 – 12, 2; 2 Tes 1, 11 – 2, 2; Lc 19, 1-10