Third Sunday of Easter, Year B-2018
- Ghost – Phantom, Dead, Fright, False, Fake
Our Lord Jesus Christ is truly risen. Those who genuinely believe in him meet him really alive in our midst. He is not a ghost.
The risen Jesus gives his disciples the greeting of peace. But just the same, his sudden appearance frightens and surprises them. They think they are seeing a ghost.
But instead of letting the disciples’ reaction disappoint him, Jesus continues to encourage them. He tells those who are fearful and doubtful: “Look at my hands and my feet, that it is I myself. Touch me and see, because a ghost does not have flesh and bones as you can see I have.”
With all this, the disciples still continue in their unbelief and daze. But the one God sent to proclaim recovery of sight to the blind does not relent. He also continues trying to open their minds. The Teacher does not leave his disciple to their unbelief and bewilderment. He does not do as did the disciple, who fled when he needed them most.
In contrast to them, yes, Jesus stays with those who are confused and upset. He asks for something to eat and eats in front of them. This and all that he does not only show he cannot be a ghost. It reveals, moreover, that the one who suffered greatly and died on the cross has risen.
That is to say, all that the Scriptures say about Jesus, the Messiah, has come to fulfillment. And without this reference to the Scriptures, would not the good news of the resurrection become a ghost or phantom news? According to St. Jerome, ignorance of Scriptures is ignorance of Christ.
That is how important Scriptures are to us to know the crucified and risen Jesus. And our knowledge of Christ though the Scriptures should be first-hand, by our own experience.
To proclaim the resurrection without the passion and death is to turn the Risen One into a ghost.
According to the Scriptures, the Messiah had to suffer and so enter into his glory. The resurrection of Jesus is inseparable from his crucifixion. In fact, the exhortation we have received is to boast in nothing else but in the cross. And there is the suggestion, moreover, that we should know only Jesus Christ crucified. To omit the crucifixion, then, is to propose a ghost, a phantom Gospel, incomplete, fake.
Indeed, we should closely look at the risen Jesus’ hands and feet. Otherwise, we run the risk of preaching him as a deus ex machina.
And those who keep their gaze on Jesus’ hands and feet cannot but be compassionate towards the poor. Lacking this compassion and solidarity, we are Christians in caricature (SV.EN XII:222), ghost Christians.
Lord Jesus, feed us with your word and with your body and blood, so that we may witness to you, not to a ghost.
15 April 2018
Third Sunday of Easter (B)
Acts 3, 13-15. 17-19; 1 Jn 2, 1-5a; Lk 24, 35-48
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Fantasma – ilusión, muerto, susto, falso, inexistente
Verdaderamente ha resucitado nuestro Señor Jesucristo. Creer en él, pues, significa encontrarlo realmente vivo en medio de nosotros. No es un fantasma.
Jesús resucitado da a sus discípulos el saludo de paz. Pero igual los espanta y sorprende su aparación repentina. Creen ver ellos un fantasma.
Pero en lugar de dejarse decepcionar por esa reacción de parte de los suyos, Jesús continúa animándoles. Les dice a los con miedo y dudas: «Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Con todo eso, los discípulos siguen aún incrédulos y atónitos. Pero no cede, sino que también sigue procurando abrirles el entendimiento el enviado para anunciar la vista a los ciegos. Así que el Maestro no abandona a los discípulos a su incredulidad y su desconcierto. No hace lo que los discípulos; huyeron cuando más los necesitaba él.
A diferencia de ellos, sí, se queda Jesús co los confundidos y desorientados. Les pide de comer y come él delante de ellos. Tal y toda actuación de parte del Resucitado no solo demuestra que él no puede ser un fantasma. Ella da a conocer además que ha resucitado el que padeció mucho y murió en la cruz.
Es decir, se ha cumplido todo lo que dicen las Escrituras acerca de Jesús, el Mesías. Y sin que se nos remitiera a las Escrituras, ¿no nos resultaría noticia fantasma la buena noticia de la resurrección? Según san Jerónimo, «ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo».
Así de importantes son las Escrituras para conocer a Jesús crucificado y resucitado. Y de primera mano, por experiencia propia, ha de ser nuestro conocimiento de Jesús mediante las Escrituras.
Proclamar la resurrección sin la pasión y muerte es convertir al Resucitado en un fantasma.
Según las Escrituras, el Mesías tenía que padecer y entrar así en su gloria. La resurrección de Jesús es inseparable de su crucifixión. De hecho, no se nos exhorta a gloriarnos sino en la cruz de Cristo. Se nos propone además que no sepamos cosa alguna sino a Jesucristo crucificado. Hacer caso omiso, pues, de la crucifixion es proponer un evangelio fantasma, truncado, falso.
Tenemos que mirar de cerca, sí, las manos y los pies del Resucitado. De lo contrario, correremos el riesgo de predicar a Jesús resucitado como deus ex machina.
Y cuantos se fijan realmente en las manos y los pies de Jesús no pueden sino compadecerse de los pobres. Y los acompañarán. Faltándonos esta compasión y solidaridad, somos cristianos en pintura (SV.ES XI:561), cristianos fantasma.
Señor Jesús, aliméntanos con tu palabra y con tu cuerpo y sangre, para que seamos tus testigos, no testigos de un fantasma.
15 Abril 2018
3º Domingo de Pascua (B)
Hech 3, 13-15. 17-19; 1 Jn 2, 1-5a; Lc 24, 35-48