Second Sunday of Lent, Year A-2023
- Visions of a Better Future of Glory
Jesus is the risen Son of Man. And he is so, for, though the Son of God, he became a servant and obeyed to death on the cross. He makes our visions of glory come true.
Peter does not like what Jesus says about his visions of what is to come. They seem terrible to him. It is clear, then, his visions do not match those of Jesus. It does not matter that he has proclaimed him the Messiah, the Son of the living God.
But Jesus does not leave him to his lack of understanding. In fact, he takes him with him, along with James and John, and leads them up a high mountain. James and John have this in common with Peter: they too harbor visions that will come to light later to be against those of their Teacher.
No, Jesus does not recruit “from the list of all-star prospects.” He recruits, rather, plain folks.
And before one who does not grasp and the brothers who dream of taking the best seats is transfigured “God’s recruiter.” These folks, who are not at all perfect, get to witness God’s manifestation in his glory. This theophany draws and awes as much as that which took place on Sinai. And it cannot but be so. For to them is made known not only who fulfills the law but also the prophets.
True Christian visions
It is Jesus, yes, who fulfills the law and the prophets. Hence, we have to listen him, more than to Moses and Elijah. Face to face with God’s definitive Word, we who are of little worth cannot but fall to the ground and be in awe of him.
But he comes close and touches us. For he wants us to get up and not be afraid. He makes us see that the beloved Son in glory is he, human like us in all things but sin. And he thus lifts us up, for he opens our eyes to the future of glory. Just so long as our visions match those of the Suffering Servant who gives his life. Who gives up his body and sheds his blood to ransom all. So long as we get out of our comfort zone and share in the hardship for the Gospel.
It does not matter, then, that we are weak and fall short as we try to understand and follow him. What matters is that we hope with our whole heart in his goodness and infinite mercy. For the throne of his mercy is the greatness of the faults that he bears with and forgives (see SV.EN XI:130).
Lord Jesus, change us, make us new, and give us better visions, by the power of your passion, death and resurrection.
5 March 2023
Second Sunday of Lent (A)
Gen 12, 1-4a; 2 Tim 1, 8b-10; Mt 17, 1-9
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Tentar a alguien, eso no lo hace Dios
Jesús se dejó tentar en todo igual que nosotros, aunque no pecó. Es por eso que puede compadecerse de los que somos débiles y alentarnos.
Deja claro Santiago que el tentar no proviene de Dios. Se nos prueba a los hombres por nuestros malos deseos.
La primera lectura y el evangelio de hoy, en cambio, indican que el diablo ronda y busca a cuáles tentar. Y él es Satanás, es decir, el adversario. Nos acusa día y noche ante Dios.
Y, por lo visto, le gusta al diablo tentar más a «las almas que quieren servir a Dios». A «todos los que desean vivir santamente» (SV.ES IX:615). A su vez, claro, los que el diablo no deja de tentar le han de resistir del mismo modo que Jesús.
Hay que rechazar las tentaciones, sí, del que pone ante nosotros piedras de tropiezo. Pues Satanás busca no más que nos alejemos de lo que quiere Dios, y pensemos y actuemos como nos dé la gana.
Cuidado con el que nos puede tentar sin darnos cuenta de ello.
No, no se nos ocurre tratar de convertir las piedras en panes. Pero no somos pocos los que nos servimos de Dios cual un medio para saciarnos a nosotros mismos. ¿No nos preocupamos demasiado de lo que necesitamos y aun de lo que haga que nos sea más cómoda la vida? ¿Asistimos a los pobres y nos imbuimos de la religión, la fe viva, de los que viven de la palabra de Dios? ¿No gritamos, más bien, pidiendo ayuda y quejándonos? «Mi cuarto, mis libros, mi misa» (SV.ES XI:120).
Y lejos de nosotros tratar de tentar a Dios y arriesgar la vida por buscar mostrarnos hijos elegidos suyos de modo ostentoso. Con todo, los que obramos por respeto humano no del todo damos a Dios la gloria (SV.ES XI:750). Por lo tanto, terminamos haciendo de Dios un instrumento para darnos gloria a nosotros mismos.
De forma expresa rehusamos también cambiar el culto de Dios por el culto del dinero. Pero se ha de admitir también que con razón se nos advierte una y otra vez del peligro de la riqueza. Pues, sí, «las posesiones abundantes pueden empañar el sentir de una persona por Dios, y alimentar una ilusión de cierto nivel de igualdad con lo divino». Y cuán fácil para nosotros llegar a ir en contra de Fil 2, 3 y creernos más santos, más parecidos a Dios, que los demás
Y quiere Dios, sí, que los creados a su imagen seamos como él. Pero del mismo modo que Cristo, por cuya obediencia nos hacemos justos. Se rebajó, por lo tanto, Dios lo levantó sobre todo. Sirvió, y entregó su cuerpo y derramó su sangre, es por eso que Dios lo resucitó. Y por lo tanto, proclamamos: «¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.
Señor Jesús, no dejes que nos arrastre y seduzca el Adversario que no nos puede sino tentar.
26 Febrero 2023
1º Domingo de Cuaresma (A)
Gén 2, 7-9; 3, 1-7; Rom 5, 12-19; Mt 4, 1-11