Homilia
Mateo 11, 28-30
Señor, esta palabra es realmente para nosotros, ya que a menudo estamos cansados. La misión que hacemos en tu nombre está en muchos aspectos, difícil de soportar. A veces solemos estar cansados porque nada funciona de la manera que queremos, nos invertimos con ardor, con generosidad, con la esperanza de darte a conocer con éxito, y a veces no hay resultados positivos. Uno habría esperado tener retornos sobre su inversión y de repente nada, sólo el silencio. Señor, pensamos que nuestra carga es pesada de llevar y tu Señor nos dices, que ¡el tuyo es ligero! Tú nos dices que cargar tú yugo nos dará descanso.
Así que la primera pregunta: ¿Es esta realmente Tú misión que estamos llevando? ¿Lo estamos haciendo realmente en tu nombre? ¿Qué es lo que realmente nos cansa? Un poco antes, en tu Evangelio según Mateo nos invitas a abandonar nuestras familias y amistades. Tú nos señala que no prestamos atención a lo que se necesita. Así que, ¿Que es lo que me molesta? ¿Tal vez el hecho de no ser reconocido? ¿Mi inversión es tan libre y gratuita como quisiera? ¿Estoy aclarado en mi interior, con mi necesidad de reconocimiento? Todos necesitamos reconocimiento, pero la pregunta es, ¿Por quién busco este reconocimiento?
¿Con los jóvenes que tengo a mi cargo? ¡Pero son tan ingratos con esta edad! Ellos no ven todo nuestro compromiso porque se preocupan más para construir sus vidas.
¿Con mis hermanas o hermanos? ¿Pero soy yo capaz de interesarme realmente por lo que hacen?
¿Con mis superiores de comunidad o provincial? Pero tienen muchas otras cosas de las que preocuparse, que ni siquiera pensamos a veces.
¿Serán estas faltas de reconocimiento que nos cansan? Qué nos hacen creer que a todo el mundo le da igual. Que lo que estamos haciendo no sirve para nada. Tú mismo Jesús, te has distanciado de todo eso porque sabes cómo es el corazón humano. Tú nos muestras un reconocimiento mucho más potente que es simplemente tratar de complacer a nuestro entorno. Un reconocimiento que da una gran paz, una serenidad: Tu padre que está en el secreto de tu corazón sabe lo que hace y te lo recompensará. Tú nos invitas a abandonarnos y encontrarnos en tu Padre, nuestro Dios. Qué energía saber que al final de todo, somos reconocidos y amados por el Señor.
Sepamos identificar todas las energías gastadas en querer ser reconocidos, para ponerlas verdaderamente en nuestra misión para la mayor gloria de Dios.
Coger Tú yugo Señor, es tener otra concepción del descanso, no esa de ¡soñar con la arena caliente de la playa donde se puede tomar una siesta!
El descanso de lo que Tú hablas es estar en las manos de Dios, bañarse constantemente en su amor. Para disfrutar mejor de este delicado amor, nos ofreces Señor tu madre. Ella quien te ha criado con tanto cuidado, afecto, seguridad, que te enseñó a estar seguro de ti mismo, para avanzar en toda confianza en la vida, Tú nos la confías para que nos enseñe y acompañe hacia adelante en nuestra misión. Esta misión que es proporcionar Tu amor a todos aquellos que nos rodea, en cada ocasión, en cada encuentro, gratuitamente y sin esperar nada a cambio, como es Dios en su amor gratuito.
Sí, en la noche podemos alegrarnos y hacer crecer este hermoso orgullo debido a nuestra colaboración con la Misión del Hijo. Es esta colaboración que nos da la verdadera paz fuente de descanso y alegría.
En esta víspera de las apariciones de María a Sta. Catalina, pidamos la gracia de ser renovados en nuestra vocación y tener el gusto de ser llamados para que otros vengan y se unan a nosotros en la misión.