Fourth Sunday of Lent, Year A-2020

From VincentWiki
Look at People as Jesus Looks at Them

Jesus looks at people as the One who has sent him looks at them. If we look as he does, we shall have the light of life and do good works.

Jesus and his followers do not look at the man blind from birth in the same way. On the one hand, the disciples take blindness as God’s punishment for sin. The Teacher, on the other hand, does not look for someone to blame or punish. Rather, he means to help the blind man and show God’s works through him.

But to be fair, the followers of Jesus are asking and wondering. They are looking to him for answer. So, there is still hope for them to see the light.

One cannot say the same, however, of those who “have no doubts” at all. They are so very sure of themselves and of what they know. They only look to themselves, then, for answer to every question. And so, they cannot wonder. That is to say, they do not let anyone, anything, wound or pierce the membrane that keeps their minds closed.

Moreover, not only do they think of themselves as the authority. They see to it, too, that those who are below them know and feel it. So, they are the ones to say who are sinners and who are not, who are in and who are out. They take the place of God. Surely, they are the forebears of those who call for superiors to play the master, which is not Jesus’ way (SV.EN XI:313).

Jesus does not look down on people; he brings them in, instead of throwing them out.

A true servant, Jesus heals the blind beggar and takes him out of the outskirts. He wants him to belong. But, sadly, even his parents do not seem to want to have anything to do with him due to fear. In no time, too, do the wise excommunicate him.

Jesus, however, goes to look for the one who has been thrown out. And finding him, he makes him see even better, for he gives him the light of faith.

And if we, too, look at poor people by the light of faith, we shall see more than what meets the eye (SV.EN XI:26). We will also get to worship as well as they do (SV.EN XI:190; SV.EN XII:142), better than the wise. With good works, besides, our light will shine before others for the Father’s glory (Mt 5, 16). We will, then, not be blind fools who misconstrue everything due to greed (Mt 23, 16-22).

Lord Jesus, you love us so much that you give your body up and pour out your blood for us. We believe in you and look to you to give us the light of life.


22 March 2020

Fourth Sunday of Lent (A)

1 Sam 16, 1b. 6-7. 10-13a; Eph 5, 8-14; Jn 9, 1-41


VERSIÓN ESPAÑOLA

Mirar a las personas como las mira Jesús

Jesús mira a las personas como las mira el que lo ha enviado. Al mirar como él, tendremos la luz de la vida y haremos buenas obras.

No coinciden Jesús y sus seguidores en la manera de mirar al hombre ciego de nacimiento. Los seguidores toman la ceguera como castigo del pecado por parte de Dios. El Maestro, en cambio, no busca a quién culpar y castigar. Prefiere ayudar al ciego y manifestar en él las obras de Dios.

Pero se ha de admitir, en favor de los discípulos, que ellos se están preguntando. Al mirar a Jesús, dan a entender que quieren que se les aclaren ciertas dudas. Así que aún hay esperanza de que vean ellos la luz.

Lo mismo no se puede decir de los que «no dudan de nada» en absoluto. Están muy seguros de sí mismos y de su conocimiento. Les basta, pues, con mirar a sí mismos para hallar respuesta a todo interrogante. Son incapaces de asombro alguno, de dejar que alguien, algo, les hiera en la membrana protectora de la mente cerrada.

No solo se creen, además, constituyentes de la autoridad. También hacen todo lo necesario para imponerla a sus súbditos. Por tanto, se arrogan el derecho de declarar pecadoras, o no pecadoras, a las personas, de abrir puertas y cerrarlas. Reemplazan a Dios. Seguramente, son los antepasados de aquellos que exigen que los superiores hagan ver que quienes mandan son ellos (SV.ES XI:238). Esto, claro, va en contra de la enseñanza de Jesús.

Mirar a las personas como las mira Jesús significa no despreciarlas. Es acogerlas en lugar de expulsarlas.

Fiel a su vocación de siervo, Jesús sana al mendigo ciego y lo saca de las periferias. Lo quiere formando parte de la comunidad. Pero, lamentablemente, parece que, por miedo, ni los padres del sanado quieren tener algo que ver con él. Y dentro de poco, lo excomulgan los sabios.

Jesús, sin embargo, no deja de mirar y buscar. Al encontrar al expulsado, le mejora la vista con la luz de la fe.

Y al mirar también a los pobres con las luces de la fe, descubriremos que hay más de lo que se ve (SV.ES XI:725). También lograremos guardar, al igual que ellos, la verdadera religión (SV.ES XI:120, 462), de mejor manera que los sabios. Con las buenas obras, además, brillará nuestra luz ante los hombres por la gloria de Dios (Mt 5, 16). No seremos, pues, ciegos insensatos que no comprenden a causa de la codicia (Mt 23, 16-22).

Señor Jesús, por tu gran amor entregas tu cuerpo y derramas tu sangre por nosotros. En ti creemos y te buscamos mirar para pedir que nos concedas la luz de la vida.


22 Marzo 2020

Domingo 4º de Cuaresma (A)

1 Sam 16, 1b. 6-7. 10-13a; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41