Fourth Sunday in Ordinary Time, Year C-2019
- Rejection of Jesus by His Very Own People
Jesus is the great prophet that God has raised up from among us. Rejection of him on our part will leave us not knowing the truth that will free us.
Jesus wins approval and admiration at the synagogue in Nazareth. But suddenly, he becomes an object of rejection. It is because he says something that wounds the self-esteem of his hearers.
Jesus’ hearers find hurtful his suggestion that they are no better than the foreigners that they like to belittle. And it bruises their egos that he speaks of foreigners receiving from God blessings that he withheld from Israelites with similar needs. They deeply resent, moreover, his hint that their rejection of him fills up their forefathers’ measure of rejection of the prophets. And so, Jesus comes to his own people, but they do not accept him.
But Jesus may also meet with rejection among us who consider ourselves as his very own people now. For we, too, are as prone as the synagogue-goers of Nazareth to self-absorption and ethnocentrism. It is easy for us to forget that God, the Truth, is far bigger than we and our beliefs and practices.
We church-goers can also easily come to believe that we are above others in rank and status, in merits and entitlements. Moreover, fake news and lies may even convince us that immigrants are a threat to our way of life. And so, frightened, we may feel the need to build walls ( see EG 45).
But should we harbor such thoughts and feelings, Jesus may then pass through our midst and go away (see SV.EN XI:12). We will, then, be alone by ourselves, imprisoning ourselves inside our shells (SV.EN XII:81).
Rejection of Jesus should not really be an option for us.
We cannot let Jesus go without hurting ourselves. We need him to bring us Glad Tidings, to free us from captors and oppressors, to heal our blindness. His proclamation of the year of grace will give us a break and will refresh us. Really, rejection of Jesus and his message only suits the powerful who enrich themselves at the expense of others. That is because they think wrongly that they have nothing to gain and everything to lose if Jesus’ radical love wins the day.
And those who live by Jesus’ love should brace themselves. They will meet with rejection even from their own people and to the extreme. To the giving up of the body and the shedding of blood. But God will strengthen them, so that they can stand against kings, princes, priests and people.
Lord Jesus, help the oppressed, console the sorrowing, free the captives, feed the hungry, strengthen the weak. Reveal in all people the victory of the absolute rejection you endured on the cross.
3 February 2019
4th Sunday in O.T. (C)
Jer 1, 4-5. 17-19; 1 Cor 12, 31 – 13, 13; Lk 4, 21-30
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Rechazo a Jesús por parte de los suyos
Jesús es el gran profeta que Dios ha suscitado de entre nosotros. Nuestro rechazo a él nos dejará sin conocer la verdad que nos haga libres.
Jesús se gana la aprobación y la admiración de la gente en la sinagoga de Nazaret. Pero de repente se convierte en objeto de rechazo. Es que él dice algo que les hiere a los oyentes el amor propio.
Los oyentes de Jesús se sienten heridos por indicar él que no son mejores ellos que los forasteros despreciables. Les molesta también que hable él de las bendiciones concedidas a los forasteros pero negadas a los israelitas con semejantes necesidades. Se enfadan, además, porque da a entender Jesús que el rechazo a él por parte de ellos llena la medida del rechazo de sus antepasados a los propfetas. Así que él viene a su casa, y los suyos no lo reciben.
Pero no es imposible del todo que Jesús se tope con el rechazo entre los que nos tomamos por pueblo suyo hoy en día. Pues también somos tan propensos como los feligreses de la sinagoga en Nazaret al ensimismamiento y al etnocentrismo. Fácilmente nos olvidamos de que Dios, la Verdad, es mucho más grande que nosotros, nuestras creencias y prácticas.
A los feligreses católicos nos resulta fácil asimismo llegar a creer que somos superiores a los demás en rango y estatus, en méritos y derechos. Los reportajes falsos y las mentiras además posiblemente nos dejen convencidos de que amenazan los inmigrantes nuestro modo de vivir. Amedrentados, pues, quizás nos sintamos con necesidad de construir muros (véase EG 45).
Pero si abrigamos tales pensamientos y sentimientos, a lo mejor Jesús abrirá paso entre nosotros y se alejará (véase SV.ES XI:709). Nos encontraremos entonces solos, encarcelados en nuestra concha (SV.XI:397).
El rechazo a Jesús no debe ser una opción para nosotros.
No podemos dejar que Jesús se aleje sin que hagamos daño a nosotros mismos. Le necesitamos para que él nos anuncie la Buena Nueva, nos liberte de nuestros cautivadores y opresores, y cure nuestra ceguera. Su proclamación del año de gracia nos dará la oportunidad para descansar y renovarnos. Realmente, el rechazo a Jesús y su mensaje les conviene solo a los poderosos que se enriquecen a expensas de los demás. Es que creen erróneamente que perderán todo y ganarán nada si prevalece el amor radical de Jesús.
Y prepárense quienes toman el amor de Jesús por norma de vida. Serán objeto de rechazo por parte incluso de los suyos y hasta el extremo. Hasta la entrega del cuerpo y el derramamiento de la sangre. Pero Dios los fortalecerá frente a los reyes, príncipes, sacerdotes y el pueblo.
Señor Jesús, ayuda a los oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos, alimenta a los hambrientos y fortalece a los débiles. Manifiesta en todos el triunfo del rechazo absoluto que sufriste en la cruz.
3 Febrero 2019
4º Domingo de T.O. (C)
Jer 1, 4-5. 17-19; 1 Cor 12, 31 – 13, 13; Lc 4, 21-30