Fifth Sunday of Easter, Year C-2019

From VincentWiki
Dear, Precious, Very Costly Indeed

Jesus is the perfect model of love to the end. His true and dear followers, then, are those who love one another as he has loved them.

Jesus’ followers are as dear to him as children are dear to their parents. And since he is going to be with them only a little while longer, he bids them farewell. He gives them a new commandment, “As I have loved you, so you also should love one another.” It is his last will and testament.

And as Jesus’ followers keep the new commandment, it will, then, become evident that they belong to him. To love as Jesus, then, is going to be their identifying mark. It is also new, for it is not just loving in any way but in Jesus’ way (St. Augustine).

And Jesus’ love is, of course, not erotic. Moreover, he does not just like us; he deems us dear, costly, with a price tag, so to speak, and so, precious.

To say, then, that Jesus loves us is to say that he seeks and fosters our good. Others may find us sinful, useless, worthless, unlikeable, and not give us the time of day. But not Jesus since he values us. He is friendly to sinners and eats with them. He touches lepers and let unclean women touch him.

And Jesus ends up paying very dearly to be true to his anointing, his mission to the poor, for the cause of truth and right. He gives up his body and sheds his blood for those he loves. But he loves even his enemies; he excuses them. No one wills the good of the other better than he.

But why does the commandment not simply say “love,” but adds instead “one another?” Is this a way of saying that we cannot just love abstractly? After all, we really do not love unless we love those we see, those who are with us.

Lord Jesus, as we are dear to you, so also may others be dear to us. Help us to set aside “too much self-love” (SV.EN IX:128) and “a love of inclination” (SV.EN X:397). And grant that, commended to the grace of God, we work with you in making all things new.

19 May 2019

Fifth Sunday of Easter (C)

Acts 14, 21-27; Rev 21, 1-5a; Jn 13, 31-33a. 34-35


VERSIÓN ESPAÑOLA

Estimados, preciosos, carísimos de verdad

Jesús es ejemplo perfecto del amor hasta el extremo. Son verdaderos y estimados seguidores, pues, cuantos se aman unos a otros como él los ha amado.

Los seguidores de Jesús son tan estimados por él como son estimados los hijitos por sus padres. Y como le queda poco de estar con los discípulos, se despide él de ellos. Les da un mandamiento nuevo: «Como yo os he amado, amaos también entre vosotros». Es su testamento.

Y guardando los seguidores de Jesús el mandamiento nuevo, quedará manifestado claramente que son de él. Amar como Jesús, esto será la marca identificadora de ellos. Es algo nuevo también porque se trata de amar no de manera cualquiera, sino de manera de Jesús (san Agustín).

Y el amor de Jesús no es, por supuesto, erótico. Además, no solo nos quiere él; nos considera estimados, no solo queridos, caros, de precio alto y, por eso, preciosos.

Así pues, decir que Jesús nos ama es decir que él procura y promueve nuestro bien. Quizás no les caigamos bien a los demás, tomándonos ellos por pecadores, inútiles, desagradables, y no nos hagan caso ellos a nosotros. Pero no así Jesús, pues nos valora él. Es amigo de los pecadores y come con ellos. Toca a los leprosos y se deja tocar por mujeres inmundas.

Y por mantenerse fiel a su unción y su misión a los pobres, por causa de la verdad y la justicia, Jesús termina pagando carísimo. Entrega él el cuerpo y derrama la sangre por sus amados. Pero ama incluso a los enemigos y los excusa. Nadie quiere y busca mejor que él el bien del otro.

Pero, ¿por qué, en lugar de decir simplemente que amemos, dice el mandamiento que nos amemos unos a otros? ¿Acaso se nos indica que no se puede amar de manera abstracta? Después de todo, no amaremos realmente no sea que amemos a los que vemos, a los que están con nosotros.

Señor Jesús, así como somos estimados tuyos, así también sean los demás estimados nuestros. Ayúdanos a renunciar al «afecto desordenado» a nosotros mismos (SV.ES IX:160) y al «amor de inclinación» (SV.ES IX:1043). Y concédenos, encomendados a la gracia de Dios, colaborar contigo en hacer nuevas todas las cosas.

19 Mayo 2019

5º Domingo de Pascua (C)

Hech 14, 21-27; Apoc 21, 1-5a; Jn 13, 31-33a. 34-35