Fifth Sunday in Ordinary Time, Year B-2018

From VincentWiki
Serving God means serving our neighbor

Jesus indicates that serving God is serving the neighbor. To help the needy, then, is part and parcel of the religion of his followers.

Jesus teaches in the synagogue and amazes the people. And by serving a needy person, he amazes them even more. That is because he cures a man with un unclean spirit.

But the cure does not only confirm the authority of Jesus. It also shows that the one who takes part in prayer and instruction commits himself besides to serving the needy. And it becomes clear that what happens in the synagogue does not stay in the synagogue.

Jesus goes from the synagogue to the house of Simon and Andrew. And they tell him that Simon’s mother-in-law is in bed with fever. So, he cures her in a way that other rabbis will not approve of (see Gospel Comentarios, #1).

In the evening, Jesus cures many more people among those who are gathered at the door. And he does not let the demons speak. Undoubtedly, it is not enough that they know Jesus; they have to agree with him, worshiping and serving God alone.

But by serving the poor, Jesus apparently experiences a greater impulse to worship God. So, he gets up very early in the morning the next day and goes off to a deserted place to pray. When the disciples find him, he displays more energy to fulfill and expand his mission. And he ends up going throughout the whole of Galilee. He takes part in prayer and instruction in the synagogues, curing every disease and illness.

Lord Jesus, give us the grace to do as you do, serving God and the poor. May our celebration of the Eucharist lead to something like a procession of people who are serving the poor (SV.EN IX:192). Make us preach the Gospel also by words and by works (SV.EN XII:78), and without charge, to the burdened like Job.


4 February 2018

5th Sunday in O.T. (B)

Job 7, 1-4. 6-7; 1 Cor 9, 16-19. 22-23; Mk 1, 29-39


VERSIÓN ESPAÑOLA

Servir a Dios significa servir al prójimo

Da a entender Jesús que uno no puede servir a Dios sin servir al prójimo. Asistir, por tanto, a los necesitados forma parte de la religión de sus seguidores.

Enseña Jesús en la sinagoga, provocando asombro. Y por servir a un necesitado, deja a la gente aún más asombrada. Es que cura Jesús a un hombre poseído por un espíritu inmundo.

Pero la curación no solo confirma la autoridad de Jesús. Indica también que el que participa en la oración e instrucción se compremete además a servir a los necesitados. Y se nos deja claro que lo que pasa en la sinagoga no se queda dentro de ella.

De la sinagoga va Jesús a casa de Simón y Andrés. Enterándose de que la suegra de Simón está en cama con fiebre, Jesús cura a la enferma. Y lo hace de manera que jamás aprobarán otros rabinos (véase Comentarios al Evangelio, 1º).

Al anochecer, a muchos más cura Jesús de entre los congegados a la puerta. Y no les permite hablar a los demonios. Indudablemente, no les basta con conocerlo; tendrán que conformarse a él, y adorar y servir solo a Dios.

Pero por servir a los enfermos, Jesús, por lo visto, se siente más impulsado todavía a dar culto a Dios. Se levanta muy de la mañana el día siguiente y se marcha al descampado. Allí se pone a orar. Al encontrarlo los discípulos, Jesús se les presenta con mucha más energía para realizar y ampliar su misión. Termina recorriendo toda Galilea. Toma parte en la oración y la instrucción en la sinagogas, y sana toda clase de enfermedades y dolencias.

Señor Jesús, danos la gracia de hacer lo que tú: servir a Dios y a los pobres. Que nuestra celebración eucarística resulte en algo como una procesión de gente comprometida al socorro de los pobres (SV.ES IX:232). Haz también que, de palabra y de obra (SV.ES XI:393), y gratuitamente, anunciemos el Evangelio a los agobiados como Job.


4 Febrero 2018

5º Domingo de T.O. (B)

Job 7, 1-4. 6-7; 1 Cor 9, 16-19. 22-23; Mc 1, 29-39