Epiphany of the Lord, Year B-2018
- Authentic Face of God and Religion
Jesus reveals the invisible God. Jesus’ true brothers and sisters, then, cannot but reveal the authentic face of God and religion.
The Only-Begotten Son is the exact image of the invisible God who dwells in unapproachable light. He lives eternally and intimately with him. But since he became flesh, he dwells among us. Through him, then, we have access in one Spirit to the Father. And he is the Messiah who tells us everything and gives us the Spirit of truth. So, through Jesus, too, we can worship the Father in an authentic way, in Spirit and truth.
Those the Spirit guides to all truth reveal God’s authentic face.
God, by his grace, predestines us to be the image of his Son. He offers us this destiny, so that Jesus may be the Firstborn among many brothers and sisters.
To be Jesus’ brothers and sisters, then, to be Christians, means to be his image. And since he reveals God’s authentic face, true Christians do the same. This implies that they have found Jesus and know him intimately.
That is because, ultimately, only those who know Jesus have the urge to proclaim him. Andrew and Philip prove this (Jn 1, 41. 45). So, too, do Peter and John (Acts 4, 20).
Do we, like these ones who know Jesus, give authentic witness?
Do we so wonder at what we hear about Jesus that we speak about him to others? Do we keep “all these things,” pondering them in our hearts? That is, do we keep them, so that their power may make our lives more human?
And God hides “these things” from the learned. They know the Messiah’s birthplace. But they do not look for him; it is enough for them to know.
God hides “these things” from Herod also. Like some leaders today, Herod looks out only for himself and his interests. He keeps saying, “I and no one else.” Duplicity, lies and arrogance are part of his make-up. And his aggression toward every rival, authentic or not knows no bounds.
But God reveals to the Magi what he hides from the proud and the learned. That is because the Magi seek perseveringly. They humbly admit their lack of knowledge. And because God reveals them “these things,” they surely are among the childlike.
They see the child, then, the King, of whom they are coheirs. Not in the royal palace, with the nobles. Nor in the temple, with the high priests. They see him in a house, with his mother. They worship the Poor Little Thing, and they offer him gifts. Theirs is “the true religion” (SV.EN XI:190).
Lord Jesus, grant that we may see and worship you in an authentic way in the poor. Teach us to give you and them gifts. Open our eyes at the Breaking of the Bread, so that we may discern your Body in the needy.
7 January 2018
Epiphany of the Lord (B)
Is 60, 1-6; Ephes 3, 2-3a. 5-6; Mt 2, 1-12
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Genuino rostro de Dios y de la religión
Jesús revela al Dios invisible. Los verdaderos hermanos y hermanas de Jesús, pues, no pueden sino revelar el genuino rostro de Dios.
El Hijo unigénito es fiel imagen de Dios invisible que habita una luz inaccessible. Con él vive eternamente en unión íntima. Pero, hecho carne, habita entre nosotros. Por él, pues, podemos todos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu. Y él es el Mesías que nos lo dice todo y nos da el Espíritu de la verdad. Así que, por Jesús también, podemos dar al Padre genuino culto, en espíritu y verdad.
Los guiados por el Espíritu hasta la plena verdad revelan el genuino rostro de Dios.
Dios, por su gracia, nos predestina a ser imagen de su Hijo. Dios nos propone ese destino para que Jesús sea el Primogénito entre muchos hermanos y hermanas.
Ser hermanos y hermanas de Jesús, entonces, ser cristianos, significa ser imagen suya. Y como revela él el genuino rostro de Dios, los verdaderos cristianos hacen lo mismo. Esto supone que han encontrado a Jesús y lo conocen íntimamente.
Es que, por último, solo quienes conocen a Jesus se sienten impulsados a anunciarlo. Andrés y Felipe lo prueban (Jn 1, 41. 45). Lo mismo hacen Pedro y Juan (Hech 4, 20).
¿Damos nosotros, como esos conocedores de Jesús, genuino testimonio?
¿Tanto nos maravillamos de lo que se dice de Jesús que hablamos de él a los demás? ¿Conservamos «todas estas cosas», meditándolas en nuestros corazones? Es decir, ¿las conservamos para que su fuerza haga más humana nuestra vida?
Y «estas cosas» las esconde Dios a los letrados. Están enterados del lugar del nacimiento del Mesías. Pero no lo buscan; les basta con tener ciencia.
Dios esconde también «estas cosas» a Herodes. Como unos líderes de hoy, Herodes se encierra en sí mismo y en sus intereses. Va diciendo: «Yo y nadie más». La doblez, las mentiras y la arrogancia forman parte de su ser. Y no tiene límites su agresividad contra todo rival, genuino o no.
Pero a los Magos les revela Dios lo que esconde a los soberbios y autocomplacientes. Es que los Magos buscan con perseverancia. Reconocen humildes su falta de conocimiento. Y porque les revela Dios «estas cosas», ciertamente, son ellos gente sencilla.
Ven, pues, al niño, al Rey, del que se hacen coherederos. No en el palacio real, con los nobles. Ni en el templo, con los sumos sacerdotes. Lo ven en una casa, con su madre. Adoran al Pobrecito en espíritu y verdad, y le ofrecen regalos. Practican «la verdadera religión» (SV.EN XI:120).
Señor Jesús, concédenos verte y adorarte de modo genuino en los pobres. Enséñanos a dar regalos a ti y a ellos. Ábrenos los ojos en la Fracción del Pan, para que discernamos tu Cuerpo en los necesitados.
7 Enero 2018
Epifanía del Señor (B)
Is 60, 1-6; Efes 3, 2-3a. 5-6; Mt 2, 1-12