Eleventh Sunday in Ordinary Time, Year B-2018
- Sowers of the Seed of the Kingdom of God
Jesus is the Sower of the seed of the kingdom of God. This Teacher wants his disciple to imitate him and be sowers who put their trust in God and are persevering.
Our own failures and opposition from people can easily discourage us and make us tire of doing good. Rightly, then, does Jesus urge us to be trusting and persevering sowers. Such sowers never lose hope that they will get to wield the sickle. For the harvest will surely come in due time.
And it is not that sowers have it easy. In fact, they do not just wait with their arms folded. Sowers also prune plants, water and trellis them, and put up fences.
Jesus’ sowers, co-workers in the project of the Kingdom, are not lazy either. They prove themselves as his followers by going about doing good. They are merciful. Together with him, they welcome those who are last in the eyes of the world. They seek out the stray.
No, sowers after the heart of the Sower of the seed of the Kingdom are not afraid to work. They do the good that presents itself and fulfill the things God shows them that he wants them to do (SV.EN XII:82). That is because they trust God, certain that if he gives them more work, he will also give them more strength.
Trusting God, Christian sowers obviously do not fix their eyes on themselves, but on God.
Jesus’ co-workers do not dwell on their successes or failures. Nor on what they can or cannot accomplish. It does not matter to them who plants or who waters, after all it is God alone who makes plants grow. The bad motives of a preacher do not even worry them; what matters is that the preacher proclaims Christ. It is enough for them to know that the Kingdom grows anyway and yields fruit.
And so, those who put their trust in God are peaceful. In contrast to the zealots, they are neither fiery nor rigid. Those with authority and power do not scare them either. They find courage in Jesus’ saying, “Do not be afraid any longer, little flock, for your Father is pleased to give you the kingdom.”
The saying also confirms them in their determination to be one with the least of Jesus’ brothers and sisters. And so, they decidedly take part in the small beginnings of the Kingdom that then becomes the largest. There, people of every race, tongue and nation nestle.
Lord Jesus, you prepare a banquet for us who are poor and weak in the sight of our foes. Make us put our trust in God and walk by faith, so that we may be your courageous and persevering sowers.
17 June 2018
11th Sunday in O.T. (B)
Ez 17, 22-24; 2 Cor 5, 6-10; Mk 4, 26-34
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Sembradores de la simiente del reino de Dios
Jesús es el Sembrador de la simiente del reino de Dios. Quiere ese Maestro que sus discípulos sean, a imitación de él, sembradores confiados en Dios y constantes.
Fácilmente podemos desalentarnos y cansarnos de hacer el bien ante nuestros fracasos y la oposición de la gente. Con razón, pues, nos exhorta Jesús a ser sembradores confiados y perseverantes. Tales sembradores nunca pierden la esperanza de echar mano de la hoz, pues a su tiempo llegará la cosecha.
Y no es que les resulte fácil ser sembradores. De hecho, no se quedan con los brazos cruzados. Los sembradores podan también las plantas, las riegan, las sujetan a espalderas y levantan cercos.
No son perezosos tampoco los sembradores de Jesús, colaboradores en el proyecto del Reino. Se acreditan seguidores suyos por pasar haciendo el bien. Son compasivos. Junto con él, acogen a los últimos a los ojos del mundo. Buscan a los extraviados.
No, no tienen miedo al trabajo los sembradores según el corazón del Sembrador de la simiente del Reino. Hacen el bien que se les presenta, cumpliendo todo lo que les manifiesta Dios que pide de ellos (SV.ES XI:398). Es que confían en él, ciertos de que si les da más trabajo, él también les dará más fuerzas.
Confiados en Dios, los sembradores cristianos obviamente no se centran en sí mismos, sino en Dios.
Los colaboradores de Jesús no se fijan en sus éxitos o fracasos. Ni en lo que pueden o no pueden realizar. No les importa quién siembre o quién riegue, pues, después de todo, solo el Señor da el crecimiento. Incluso no se preocupan de los malos motivos de un predicador; lo importante es que se predique a Cristo. Les basta con saber que el Reino crece de todos modos y es productivo.
Por tanto, están tranquilos los confiados en Dios. A diferencia de los zelotes, no son ni vehementes ni rígidos. Ni se dejan amendrentar por la oposición de los con autoridad y poder. Los alienta lo que dice Jesús: «No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino».
El dicho los confirma además en su decisión de mantenerse solidarios con los más pequeños hermanos y hermanas de Jesús. Así toman parte decididamente en los pequeños comienzos del Reino que luego se hará muy grande. Allí anidarán, morarán, hombres de toda raza, lengua y nación.
Señor Jesús, preparas una mesa ante nosotros los pobres y débiles enfrente de nuestros enemigos. Llénanos de confianza y haz que nos guiemos por la fe y seamos sembradores constantes tuyos.
17 Junio 2018
11º Domingo de T.O. (B)
Ez 17, 22-24; 2 Cor 5, 6-10; Mc 4, 26-34