Third Sunday of Easter, Year C-2022

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Burden and Sorrow of Our Lord Jesus Christ

Jesus is God-with-us. He stays with us all along the way that we travel. He finds bearable the burden that we turn out to be.

The disciples cannot haul in the net due to the huge number of fish caught in it. But surely, it is a burden that makes the fishermen happy. For at dawn, after they have fished all night long and have caught nothing, their net is at last full of fish.

Such haul is due to the one who has pointed out where to find the fish. And it turns out that it is the Lord who has done it.

The first to recognize him is the disciple whom Jesus loves, whose name is not mentioned. For he stands for the true believer who stays true till the Teacher returns. This disciple is where he should be, at the foot of the cross, for instance. He reads and grasps the signs in the right way, he understands what is going on. Hence, he sees and believes. That is why he is the first of all those who believe, though they see only signs and not the Risen One in person.

This number one model of the disciple of Jesus is with us. And we are like Peter. For we carry the burden of our betrayals. And we cannot forget them; the charcoal fire, too, with fish and bread on it, sends us back to the charcoal fire associated with our denials (Jn 18, 15-18. 25-27).

But the disciple whom Jesus loves is with us to help us bear the burden we carry. He lifts us up and urges us also to put on our clothes and jump into the water to go near the Lord. To follow him till death. Till we stretch out our hands and let another dress us and lead us where we do not want to go.

Jesus’ burden and sorrow

And the true disciple with no name only mirrors God-with-us. No, Jesus cannot bear to see us all alone. For left to ourselves, we toil at night, in the dark, and fail.

He worries about us; we are his burden and sorrow. His passion to better our lot is a burden in his heart. He wants no burden to beset us. His wish is that we walk in his light, at dawn, and take upon us his easy yoke. And that we learn from him, for he is meek and lowly of heart, and find peace.

This means Jesus seeks to give relief to us who are weary and burdened. And as he does to us, so we are to do to others who are weary and burdened like us. They are to be our burden and sorrow too (Abelly III:117).

But of course, one thing is to start to be fishers of men and women (Lk 5, 10-11). And quite another to stay being so, with Jesus, loving him, not just liking him, with a love that he alone can question. Giving to the Lamb who was slain honor and glory as we feed and tend his lambs and sheep.

Lord Jesus, feed us with your body and blood. We will thus have the strength to stay on your path and bear our burden till you come back. Grant that we rejoice when we suffer for the sake of your name.


1 May 2022

Third Sunday of Easter (C)

Acts 5, 27-32, 40b-41; Rev 5, 11-14; Jn 21, 1-19


VERSIÓN ESPAÑOLA

Peso y dolor de nuestro Señor Jesucisto

Jesús es Dios-con-nosotros. Se queda con nosotros por todo el camino que recorremos. Soporta él el peso que somos nosotros.

No tienen fuerzas los discípulos para sacar la red por los muchos peces que se han cogido. Pero no hay duda de que es un peso que les alegra a los pescadores. Pues al amanecer, al fin, tras pescar ellos toda la noche y no coger nada, se ha llenado su red de peces.

Tal pesca se debe, sí, al que ha señalado donde se hallarían los peces. Y resuta que el que les ha dado la pista a los perscadores es el Señor.

A él le reconoce primero el discípulo amado; su nombre no se menciona. Es que éste es todo verdadero creyente, el que es fiel hasta que vuelva el Maestro. Este discípulo está donde ha de estar, por ejemplo, al pie de la cruz. Lee y capta con acierto los signos, entiende lo que está pasando. Por lo tanto, ve él y cree. Sí, él es el primero de los que creen si bien ven signos no más y no al Resucitado mismo.

Este prototipo del discípulo de Jesús, sí, está con nosotros. Y al igual que Pedro somos. Pues llevamos el peso de nuestras traiciones. Y no nos podemos olvidar de ellas. Pues aun las brasas del almuerzo nos remiten a las brasas de negaciones (Jn 18, 15-18. 25-27).

Pero está con nosotros el discípulo amado para ayudarnos a soportar el peso de la carga que llevamos. Nos alienta y nos urge también a ceñirnos y a echarnos al agua para ir a Jesús. A seguirle hasta la muerte. Hasta que extendamos las manos y se nos ciña a nosotros y se nos lleve adonde no queramos.

El peso y el dolor de Jesús

Y discípulo fiel que no se conoce por su nombre no es más que imagen de Dios-con-nosotros. No, no soporta Jesús vernos solos, que solos trabajamos de noche, en las tinieblas, y fracasamos.

Se preocupa él de nosotros; somos su peso y su dolor. Su pasión para mejorar nuestra suerte es un peso en su corazón. No, no quiere que nos abrume ningún tipo de peso que llevamos. Su deseo es que andemos, al amanecer, en su luz, y carguemos con su yugo llevadero. Y que aprendamos de él, que él es manso y humilde de corazón, y descansemos.

Es decir, busca Jesús proveernos de alivio a los que estamos cansados y agobiados. Y así como nos alivia él, así también hemos de aliviarles a los demás cansados y agobiados. Éstos han de ser también nuestro peso y nuestro dolor (Abelly 637).

Pero, sí, una cosa es el comenzar a ser pescadores de hombres (Lc 5, 10-11). Y otra cosa el perseverar en serlo, junto con Jesús, amándole, más que queriéndole, con amor que solo él puede cuestionar. Dándole al Cordero degollado honor y gloria por apacentar y cuidar sus corderos y sus ovejas.

Jesús, aliméntanos con tu cuerpo y sangre. Tendremos así fuerzas para quedar en tu camino y soportar el peso de nuestras cargas hasta que vuelvas. Y concédenos sufrir contentos por tu nombre.


1 Mayo 2022

3º Domingo de Pascua (C)

Hch 5, 27-32, 40b-41; Apoc 5, 11-14; Jn 21, 1-19