Third Sunday of Advent, Year A-2022

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Announce the Good News to the Poor

Jesus is God’s Anointed and Sent One to announce the Good News to the poor. To belong to God and to Jesus is to belong to the poor.

John the Baptist seems to go into crisis, and his whole group with him. For what he hears in prison about Jesus does not sound promising or uplifting. Like him, Jesus does not fail to announce that people have to repent.

Yet Jesus, rather than announce the coming judgment and punishment, underscores mercy. And due to this, he does not seem to be the mighty liberator that the Messiah is expected to be. No one, not even the forerunner of the one to come, can imagine a Messiah who does not appear awesome. Who does not judge, condemn, and punish harshly.

And in reply to John, Jesus makes clear that his works as Messiah are not about showing might and strength. Or power and authority that shock and awe. Rather, they are gentle works to save, to heal, and to free.

In other words, for him to be God’s Anointed and Sent One is to announce the Good News to the poor. Hence, he goes about towns and villages, teaching, curing diseases and illnesses (Mt 4, 23; 9, 35; Acts 10, 38). He also calls disciples so that they may announce the Good News, too (10, 1-15; Lk 10, 1-9).

And the words and deeds of the one who does not condemn but saves surprise not a few. Yes, they even make others stumble and take offense at him. For he does not focus on judgment. He does not show us the face of God as a harsh and angry Judge (see No Somos Bautistas). He shows, rather, the face of God as a loving and merciful Father.

To share Jesus’ anointing and sending means to announce the Good News to the poor.

Needless to say, we Christians share in Jesus’ anointing and sending. Hence, we too are to announce the Good News to those who are poor. And we are to do so in “every way, by words and by works” (SV.EN XII:77-82). We are to ease their suffering and take care of their spiritual and temporal needs.

And we should do what God shows us that he wants us to do for those in need. After all, as Jesus, we belong to God and not to ourselves. True to him and patient, we too, in his good time and moment of grace, shall see the desert exult. We too shall see his splendor on the faces of those who are poor. And theirs is the kingdom of heaven. Besides, the least of them is greater the greatest among those born of women.

Lord Jesus, you are the first to announce the Good News to the poor. Make us share truly your anointing and sending, and follow you in serving those who are poor to the end. To the giving up of our bodies and the shedding of our blood.


11 December 2022

Third Sunday of Advent (A)

Is 35, 1-6a. 10; Jas 5, 7-10; Mt 11, 2-11


VERSIÓN ESPAÑOLA

Anunciar la Buena Noticia a los Pobres

Jesús es el el Ungido y Enviado de Dios para anunciar la Buena Noticia a los pobres. Ser de Dios y de Jesús quiere decir ser de los pobres.

Parece entrar en crisis Juan Bautista, y con él quizás todo el grupo de sus discípulos. Es que no le suena prometedor ni alentador lo que él oye en la cárcel de las obras de Jesús. Éste, al igual que aquél, no deja de anunciar, sí, que hay que arrepentirse.

Pero en vez de anunciar el juicio y el castigo inminentes, Jesús resalta la misericordia. Y debido a esto, él no parece ser el poderoso libertador que se espera que sea el Mesías. No, no puede ni el precursor del que ha de venir imaginarse un Mesías que no se manifieste tremendo. Que no juzgue, condene e imponga castigos severos.

Y al responder a Juan, Jesús deja claro que sus obras como Mesías nada tienen que ver con el poder y la fuerza. O con el dominio y la autoridad que asombran y espantan. Son más bien obras suaves de salvación, sanación y liberación.

En otras palabras, dice él que ser el Ungido y Enviado de Dios quiere decir anunciar la Buena Noticia a los pobres. Es por eso que recorre él pueblos y aldeas para enseñar y para curar las enfermedades y dolencias (Mt 4, 23; 9,35; Hch 10, 38). Llama también a los discípulos para que puedan anunciar la Buena Noticia (10, 1-5; Lc 10, 1-9).

Y las palabras y las obras del que no condena sino salva sorprenden a no pocos. Hasta ellas los hacen tropezar, sí, a unos de modo que se sienten defraudados. Pues Jesús no se centra en el juicio. No nos revela él rostro de Dios como juez duro y furioso (véase No Somos Bautistas). Nos revela más bien el rostro de Dios como Padre que nos ama y es compasivo.

Compartir la unción y misión de Jesús quiere decir anunciar la Buena Noticia a los pobres.

De más está decir que los cristianos compartirmos la unción y la misión de Jesús. Por lo tanto, nos toca anunciar la Buena Noticia a los pobres. Y esto lo tenemos que hacer «de todas las manera, de palabra y de obra» (SV.ES XI:393-398). Hemos de cuidarlos a ellos y de remediar sus necesidades espirituales y temporales.

Y debemos hacer lo que Dios nos dé a conocer que quiere que hagamos por los pobres. Después de todo, somos para él y no para nosotros. Fieles a él y pacientes, veremos el desierto alegrarse. Y veremos también la belleza de Dios en los rostros de los pobres. Y de ellos es el reino de los cielos. Además, el más pequeño de ellos es más grande que el que es el más grande de los nacidos de mujer.

Señor Jesús, eres el primero en anunciar la Buena Noticia a los pobres. Haz que compartamos de verdad tu unción y tu misión, y te sigamos en el servicio de los pobres hasta el extremo. Hasta entregar nuestro cuerpo y derramar nuestra sangre.


11 Diciembre 2022

Domingo 3º de Adviento (A)

Is 35, 1-6a. 10; Jas 5, 7-10; Mt 11, 2-11