Seventeenth Sunday in Ordinary Time, Year A-2023

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Supreme Value of the Kingdom of God

On top of being the scribe who is trained in the kingdom of heaven, Jesus embodies also the supreme value that this kingdom is.

The teaching is clear that the kingdom of heaven is the supreme value. For there is this saying: “Seek first the kingdom of God and his justice, and all these things will be yours besides.” And the parables of the buried treasure and of the pearl of great price repeat to the disciples the teaching.

In these stories, the one who finds the treasure and the one who finds the pearl do the same. That is to say, they sell with joy all they have to own what they have found. And thus do the true disciples act.

In the first place, they are full of joy as the Virgin Mary. They are so, since God looks in a kind way upon these lowly folks. He lets these simple folks know the things of the kingdom. They get to find it. Humans do not bring it about. Nor does the place where it is. Only due to Providence that the little folks can find it.

The true disciples are full of joy, in the second place, for the kingdom that they find is of supreme value. So, they are right to be firm in their wanting to exchange all they have for the kingdom. They bet their lives on it, ready to give up their bodies and shed their blood. They thus follow the one who embodies all the values of the kingdom.

Hence, the true disciples are slaves no more nor do they worry. That is why they feel free for the kingdom, so that God may reign. That is to say, so that his gifts may win out on earth: wisdom, understanding heart, justice, love, mercy, communion. So that the world may be more just, blissful, human, as it heads to the total salvation in heaven.

To take the kingdom of God as the supreme value

We say we are Jesus’ disciples today. But do we like more than all things and ask in earnest that God’s kingdom come? Is it plain to others that we are full of zeal? For zeal is the flame of the fire that the love of God is (SV.EN XII:251). Do we share Jesus’ and St. Vincent’s commitment to mercy? Even being old does not excuse us from helping the poor (SV.EN XI:123).

And might not our religious talk and walk be boring and a routine as that of the scribes and the Pharisees? These are stuck in their old traditions. And they stay closed to the Good News of the kingdom that Jesus is as he fulfills the law and the prophets. They rush to separate the good from the bad and waste their time, strength and resources as they judge others. Hence, they claim the right that is the Supreme Judge’s alone.

Lord Jesus, grant us to live by the supreme value of the kingdom of heaven that gives strength and zest to true disciples. And make our words and works have the kingdom as their source and reach it as their end. Let us not be like the wicked who gnashes his teeth when he sees one who gives to the poor. Rather, let us love God and know that he will make all things work for our good.


30 July 2023

17th Sunday in O.T. (A)

1 Kgs 3, 5. 7-12; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52


VERSIÓN ESPAÑOLA

Valor supremo del reino de Dios

Por encima de ser el escriba que entiende del reino de los cielos, Jesús encarna también el valor supremo que es este reino.

Bien claro se nos enseña que el valor supremo no puede ser sino el reino de los cielos. Pues se nos dice: «Antes que nada buscad el reino de Dios y su justicia; todo lo demás se os dará por añadidura». Y las parábolas del tesoro escondido y de la perla de gran valor les vuelven a decir a los discípulos la enseñanza.

En estos cuentos, actúan del mismo modo el que encuentra el tesoro y el que encuentra la perla. Es decir, venden alegres y decididos todo lo que tienen para hacerse con lo encontrado. Y así actúan los verdaderos discípulos.

En primer lugar, se alegran, al igual que la Virgen María. Es que Dios los mira a los humildes. A ellos que son de la gente sencilla, sí, se les da a conocer las cosas del reino. Se les concede encontrar el reino de los cielos. El reino no lo producen los hombres ni el lugar en el que se encuentra. Solo la Providencia dispone que los pequeños encuentren el reino de los cielos.

Se alegran los verdaderos discípulos, en segundo lugar, pues el reino que encuentran es de valor supremo. Con razón cambian con resuelto todo lo que tienen por el reino. Apuestan por él aun la propia vida, entregando el cuerpo y derramando la sangre. Siguen así al que encarna todos los valores del reino.

Nada, pues, esclaviza ni agobia a los verdaderos discípulos. Por lo tanto, se sienten libres para el reino. Para que reine Dios. Es decir, para que prevalezcan sus dones en la tierra: la sabiduría, el buen juicio, la justicia, el amor, la compasión, la comunión. Para que el mundo se haga más justo, dichoso, humano, y se oriente hacia la salvación total en el cielo.

Tomar el reino de los cielos por el valor supremo

Nos decimos los discípulos de Jesús hoy día. Mas, ¿queremos antes que nada y pedimos en serio que venga el reino de Dios y su justicia? ¿Se nota en nosotros el celo? Es que éste es la llama del fuego que es el amor de Dios (SV.ES XI:590). ¿Compartimos el compromiso misericordioso de Jesús, de san Vicente? Ni aun la vejez nos excusa de ayudar a los pobres (SV.ES XI:57).

Y, ¿no sería que nuestro hablar y practicar religioso fuera aburrido y rutinario como el de los escribas y los fariseos? Se atascan en sus viejas tradiciones. Y se cierran ellos a la Buena Nueva del reino que es Jesús, el que cumple la ley y los profetas. Se apresuran también a separar a los malos de los buenos y pierden tiempo, fuerza y recursos al juzgar a los demás. Por lo tanto, se arrogan el derecho que es del Juez Supremo no más.

Señor Jesús, concédenos vivir desde el valor supremo del reino de los cielos que da fuerza y entusiasmo a los verdaderos discípulos. Y haz que nuestras palabras y obras tengan por su fuente el reino y a él tiendan como su fin. No dejes que seamos como el malvado que rechina los dientes al ver a uno que practica la caridad. Déjanos más bien amar a Dios y saber que todo nos servirá para el bien.


30 Julio 2023

17º Domingo de T.O. (A)

1 Re 3, 5. 7-12; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52