Second Sunday of Lent, Year C-2022

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Prayers and Changes for Good

Christ is always before the Father in prayer. And it is while he prays that the appearance of his face changes and his clothing turns dazzling white. Prayers make for good changes.

In a forum in which exchange of ideas took place, a comment spoke of prayers as expressions of trust in God. It quoted: “I will lie down in peace and sleep comes at once. For you alone, Lord, make me safe” (Ps 4, 9).

And a reply commended the one who trusted God for his good feelings. But the replier turned snarly and added that the quoted prayer and other such prayers were no more than good feelings.

The one who belittled simple faith as naivete was a Scripture scholar. But the belittling was not due to the studies. For there are those scholars whose faith grows stronger the more they study the bible. The problem is that we let what we get to know go to our heads (1 Cor 8, 1; see also CRCM XII:8).

And the teaching that God hides things from the wise that he makes known to the childlike has to do with such self-conceit. Pride, yes, makes for the scoffing of things religious, of prayers, of course. For all these things get tagged as old fashioned and superstitious.

Prayers bring good changes.

Lord Tennyson was wise. But it did not look like he was one of the haughty wise. In fact, he wrote, “More things are wrought by prayer than this world dreams of.” He was not like the snarly replier; the poet saw power in prayers.

So, we get a prod since we lose heart. For as much as we pray for peace in Ukraine, for instance, the war goes on. And that is why we wonder if the Lord truly crushes wars (Jdt 16, 2). Or maybe we get tempted to say that the Lord does not see and pays no heed (Ps 94, 7).

But Tennyson’s poem that prods us is not enough. In the end, we have to gaze on Jesus if we are not to give up prayers.

In the middle of his work to make life better for the poor, he stays a “man of the greatest prayer” (SV.EN IX:326). Yes, he is always before the Father in prayer (TWVDP 32).

Hence, if we doubt that prayers work, we will look, long and with love, at the Transfigured in prayer. We will also listen to the talk about his exodus. And we will do what the voice from the cloud says.

If we carry this out, if we pray so, prayer will become “true knowledge” (John Chrysostom). We will, in prayer, catch a glimpse of Jesus’ hidden identity. And we will learn what transfiguration means. That is to say, the way that leads us to change for the better goes from slavery to freedom. From death to life.

The Master, the Teacher, sets us an example, so that as he gives his body up and sheds his blood, so we may do also. Only so will our clay selves change for the better.

Lord Jesus, make our faith like Abraham’s. Grant that we listen to you, and work with you for a better world. Do not let us forget that only through your prayers, with loud cries and tears, that we can change for the better.


13 March 2022

Second Sunday of Lent (C)

Gen 15, 5-12. 17-18; Phil 3, 17 – 4, 1; Lk 9, 28b-36


VERSIÓN ESPAÑOLA

Oraciones y transformaciones buenas

Cristo está siempre en oración en la presencia del Padre. Y es mientras ora que el aspecto de su rostro cambia y sus vestidos brillan de blancos. Las oraciones llevan a cambios buenos.

En un foro de intercambio de ideas, habló un comentario de las oraciones como expresiones de confianza en Dios. Se citó: «En paz me acuesto y al instante me duermo. Pues solo tú, Señor, me haces vivir en paz» (Sal 4, 9).

Y una respuesta le recomendó los buenos sentimientos al que confiaba en Dios. Pero añadió el que se hizo respondón que la citada oración y otras tales oraciones eran buenos sentimientos no más.

El que descartó la fe sencilla como mera ingenuidad era un experto en la biblia. Pero el descarte no se debió a los estudios. Pues hay expertos que tanto más conocen la biblia, cuanto más firme su fe. El problema es que nos dejamos hinchar por lo que logramos conocer (1 Cor 8, 1; véase también RCCM XII:8).

Y la enseñanza de que Dios oculta a los sabios lo que les da a conocer a los sencillos tiene que ver con ese hinchazón. Tal orgullo, sí, lleva a que se les burle a las cosas de religión, a las oraciones, por supuesto. Pues ellas todas se tachan de anticuadas y supersticiosas.

Las oraciones transforman.

Alfred Tennyson era sabio. Pero no fue, por lo visto, de los sabios altaneros. De hecho, escribió él: «La oración produce más cosas de las que este mundo sueña». No fue como el respondón; captó el poeta la fuerza de las oraciones.

Así que se nos anima a los que nos desanimamos. Pues por tanto que recemos por la paz en Ucrania, por ejemplo, sigue la guerra. Y es por eso que nos preguntamos si el Señor es de verdad quebrantador de guerras (Jdt 16, 2). O se nos tienta quizás a decir que Dios no ve las injusticias ni se entera de ellas (Sal 94, 7).

Pero no nos basta ni con el poema alentador de Tennyson. Al final, para ser constantes en las oraciones, nos hemos de fijar en Jesús.

En medio de su trabajo para hacer mejor la vida de los pobres, se queda él «hombre de grandísima oración» (SV.ES IX:380). Sí, está siempre en oración en la presencia del Padre.

Por lo tanto, si se nos pone en duda la fuerza de las oraciones, nos fijaremos en el Transfigurado en la oración. Escucharemos también lo que se habla de su éxodo. Y haremos lo que dice la voz desde la nube.

Si todo esto lo cumplimos, si así rezamos, el rezo se nos hará «verdadero conocimiento» (Pseudo-Crisóstomo). Vislumbraremos en la oración lo de Jesús oculto a los sabios. Y aprenderemos el sentido de la transfiguración. A saber, el camino que lleva a que se nos transforme a los hombres va de la esclavitud a la libertad. De la muerte a la vida.

Nos da ejemplo el Maestro, el Señor, para que como entrega su cuerpo y derrama su sangre, así también lo hagamos. Solo así nos transformaremos los hechos de barro.

Señor Jesús, haz que nuestra fe sea como la de Abrahán. Concédenos escucharte, y trabajar contigo por un mejor mundo. Y no nos dejes olvidar que nos transformaremos solo por tus oraciones a gritos y lágrimas.


13 Marzo 2022

2º Domingo de Cuaresma (C)

Gén 15, 5-12. 17-18; Fil 3, 17 – 4, 1; Lc 9, 28b-36