Second Sunday of Easter, Year A-2020

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Community of Christian Believers

Christ is alive! And those who keep him in the center belong to his community. They have the breath of the Holy Spirit and are true to their mission.

Peter and the other disciple saw, and the latter believed besides. Mary Magdalen also told the disciples, “I have seen the Lord,” and what he had said to her. Still, the community is fearful and so hides in the dark. In a house with locked doors. It needs the Lord.

So, the one Savior comes to help and offer also a new beginning, meant by the first day of the week. And he comes in in a way they do not expect and cannot explain. Standing in their midst, he is again in the center of his community.

Jesus sends his community to spread mercy and forgiveness, breathing on it the Holy Spirit.

Having him in the center, the followers of Jesus cannot miss him wish them peace. He forgives them, yes, for leaving and betraying him. There is no mention of it even, no blame, which means he frees them of a heavy burden. And he reassures them. They rejoice, then, as they see the one who cannot be other than he. The marks of the nails in his hands, and of the spear in his side, show that it is he.

They must feel happier and more at ease, for again he wishes them peace. Besides, he sends them to spread peace and forgiveness. This shows he forgives them wholeheartedly. Moreover, he still trusts those who have been less than true.

And Jesus breathes on them the Holy Spirit, equipping them for the task ahead. The Spirit, in turn, makes them brave, so they go and die with Jesus. As Thomas bade them before to do. He is the only one of the eleven who is not with them as the risen Christ appears to them for the first time. The Spirit emboldens them to preach the kingdom and righteousness of God.

Also, the Spirit sets the community on the right path, so it follows Jesus and does not wander about. The Spirit teaches the disciples everything, reminds them of all Jesus told them, and leads them to all truth.

And the Spirit breathes into the community a living hope and calls back the risen Christ to its midst. So, those who believe know that “darkness and death do not have the last word.” And they go back to Galilee, to the outskirts. There they regain the spirit of devotion to the Word, to prayer and the breaking of bread, to communion and service.

Lord Jesus, make of us who believe without seeing a community “that goes forth,” with “a few accidents” even. Give us the breath of your Spirit. We will thus keep you in the center, knowing what you would do if you were in our place (SV.EN XI:314). And we will preach the Good News joyfully and boldly.


19 April 2020

Second Sunday of Easter (A)

Acts 2, 42-47; 1 Pt 1, 3-9; Jn 20, 19-31


VERSIÓN ESPAÑOLA

Comunidad de creyentes cristianos

¡Está vivo Cristo! Y son de su comunidad los que se centran en él y cumplen su misión, alentados por el Espíritu Santo.

Pedro y el otro discípulo vieron, y éste creyó además. Entendieron entonces la Escritura. María Magdalena también anunció a los discípulos: «He visto al Señor», y lo que él le había dicho. Con todo, por miedo se esconde la comunidad en la oscuridad. En una casa con las puertas cerradas. Le hace falta el Maestro.

Así pues, viene a ayudar el único Salvador y a ofrecer un nuevo inicio, del que es símbolo el primer día de la semana. Y entra Jesús de manera inesperada e inexplicable y se pone en medio de ellos. De nuevo está, sí, en el centro de su comunidad.

Jesús envía a su comunidad, alentada por el Espíritu Santo, a contagiar misericordia y perdón.

Centrados en Jesús, no se les escapa a los discípulos que les da el saludo de paz. Les perdona su abandono de él, su traición; no los culpa, ni siquiera se menciona algo de esto. Les quita, sí, una carga pesada y los tranquiliza. Se llenan entonces de alegría al ver al que no puede ser sino él. Pues la señal de los clavos en las manos y de la lanza en el costado deja claro que es él.

Aún más calmados y alegres deben sentirse los discípulos porque repite Jesús su saludo de paz. Les confía además la misión de difundir el perdón. Es decir, los perdona de todo corazón y sigue confiando además en los no fieles del todo.

Y les da Jesús el soplo del Espíritu Santo, capacitándolos para su misión. El Espíritu, a su vez, les infunde valentía para que vayan y mueran con Jesús. Como los exhortaba antes Tomás, el solo ausente, de los once, en la primera aparición a los discípulos. El Espíritu los hace capaces además de proclamar con denuedo el reino y la justicia de Dios.

Orienta también el Espíritu a la comunidad, para que no vague sin sentido por dondequiera, sino que siga a Jesús. El Espíritu lo enseña todo a los discípulos y les recuerda todo lo que dijo Jesús. También los guía hasta la verdad plena.

E inspira el Espíritu a la comunidad una esperanza viva. La recuerda, —hace volver a pasar por el corazón de ella—, la resurrección de Cristo. Por eso, los creyentes saben que «la oscuridad y la muerte no tienen la última palabra». Y vuelven a Galilea, a las periferias. Alli recobran el espíritu de entrega a la Palabra, la oración y la fracción del pan, la solidaridad y el servicio.

Señor Jesús, haz de los que creemos sin ver una comunidad «en salida» e incluso «accidentada». Aliéntenos tu Espíritu. Así nos quedaremos centrados en ti, conscientes de lo que harías si estuivieras en nuestro lugar (SV.ES SV.ES XI:240). Y proclamaremos con alegría y denuedo el Evangelio.


19 Abril 2020

2º Domingo de Pascua (A)

Hch 2, 42-47; 1 Pd 1, 3-9; Jn 20, 19-31