Second Sunday of Advent, Year A-2016

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Voice demanding justice, mercy and peace

The voice of Jesus is an invitation to the kingdom of God. And the voice of the disciples should be but an echo of their Teacher’s voice.

The Forerunner considers himself as a voice shouting out the same message that the one he precedes will also preach:

Repent, for the kingdom of heaven is at hand!

John and Jesus, then, invite us to repentance. We have to change ways because the heavenly kingdom is unlike all worldly kingdoms.

Worldly monarchs lord it over their subjects. But not so in the kingdom that Jesus is about to usher in. He himself comes not to be served but to serve and to give his life as a ransom for all. Hence, the kingdom, the power and the glory belong to those who serve and are last.

And what St. Vincent de Paul says regarding this certainly matches what Jesus says. The saint urges Father Durand not to be fond of playing the superior or the master (SV.EN XI:313). Additionally, he makes it clear to him that a superior with such fondness goes against Jesus’ teaching.

The voice of Jesus finds its echo in advance on the lips of the Baptist.

John, without mincing words, calls those who have come from among the religious leaders “brood of vipers.” He rebukes their empty claims. And the one who will baptize with the Holy Spirit and fire will do the same later. Jesus will accuse religious leaders of neglecting justice, mercy and faithfulness. He will lay before them the charge of blindness and hypocrisy.

In contrast to those leaders, John practices what he preaches. They widen their phylacteries and lengthen their tassels. He, however, wears clothing made of camel’s hair and has a leather belt around his waist. Sure, his clothing indicates he is the awaited Elijah who will prepare the people for the coming of the messianic king. But John’s lifestyle also points to the one coming after him. Jesus will later say of himself:

Foxes have dens and birds of the sky have their nests, but the Son of Man has nowhere to rest his head.

To live thus is essential to having a voice that suits Christians who denounce all greed and indifference. Our proclamation, as Christians, of justice and mercy will also become credible, of course. Living like Jesus and John, we will have the capacity to be the voice of the afflicted. We will welcome one another. And we will only hear among us the voice of inclusion, blessing and peace.

And this will mean that it is now our life, more than our voice, that sings at the Eucharist, a pledge of God’s glorious reign.

Make us listen to your voice, Lord Jesus, so that we may enter your kingdom.


4 December 2016

2nd Sunday Advent (A)

Is 11, 1-10; Rom 15, 4-9; Mt 3, 1-12


VERSIÓN ESPAÑOLA

Voz clamando justicia, misericordia y paz

La voz de Jesús es una invitación al reino de Dios. Y la voz de los discípulos no deben ser sino un eco de la voz del Maestro.

El Precursor se toma por la voz que grita el mensaje que predicará también el que a quien precede:

Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos».

Con una voz, pues, nos invitan a la conversión Juan y Jesús. Y hay que cambiar de camino, porque el reino celestial no es como un reino mundano.

Los monarcas mundanos tiranizan a sus súbditos. Pero nada de eso en el reino que Jesús está para inaugurar. Él mismo no viene para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. De ahí que el reino, el poder y la gloria son de los servidores y los últimos.

Y al respecto, lo que dice San Vicente de Paúl corresponde ciertamente a lo que dice Jesús. Exhorta el santo al Padre Durand a no tener la pasión de parecer superior ni de ser el maestro (SV.ES XI:238). Le aclara además que un superior con tal pasión discrepa con la enseñanza de Jesús.

Resuena anticipadamente la voz de Jesús en los labios del Bautista.

Juan, sin pelos en la lengua, los llama «raza de víboras» a cuantos han venido de entre los líderes religiosos. Les increpa sus pretensiones vacías. Y más adelante hará lo mismo el que bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Jesús acusará a los escribas y los fariseos de descuido de la justicia, la misericordia y la fidelidad. Se las echará en cara su ceguera y su hipocresía.

A diferencia de aquellos líderes, el Bautista hace lo que dice. Ellos alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto. Él se viste, sin embargo, de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura. Cierto, su vestido indica que él es el Elías esperado que preparará al pueblo para la venida del rey mesiánico. Pero el estilo de vida de Juan también señala al que viene detrás de él. Más adelante dirá de sí mismo Jesús:

Las zorras tienen madriguera y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.

Vivir así es decisivo para que los cristianos tengamos la voz idónea para la denuncia de toda codicia e indiferencia. Creíble resultará también, desde luego, nuestra proclamación de la justicia y la misericordia. Viviendo como Jesús y Juan, seremos capaces de ser la voz de los desamparados. Nos acogeremos mutuamente. Y solo se oirá entre nosotros la voz de inclusión, bendición y paz.

Y esto querrá decir que es nuestra vida ya, más que nuestra voz, la que canta en la Eucaristia, prenda del reinado glorioso de Dios.

Haznos escuchar tu voz, Señor Jesús, para que entremos en tu reino.


4 Diciembre 2016

Domingo 2º Adviento (A)

Is 11, 1-10; Rom 15, 4-9; Mt 3, 1-12