Homilia de P. Gregorio

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Homilía de la Eucaristía del Domingo para los asesores de JMV Paris, 20 Julio 2014


Mis hermanos y hermanas en Jesús y en San Vicente:

Como ustedes saben, vivimos en una época de comunicación instantánea. La era digital ha abierto muchas posibilidades para estar en contacto, yendo mucho más allá de cualquier cosa imaginada años atrás. En el periodo de tiempo en el que hemos estado reunidos aquí, estoy seguro que muchos de ustedes ya han publicado fotografías en las redes sociales y han enviado mensajes de texto en tiempo real a familiares, amigos y colegas, comunicándoles lo que están haciendo aquí y cómo esta experiencia los está tocando. Es impresionante lo rápido que podemos comunicarnos hoy.

Pero, detengámonos y preguntémonos: ¿Realmente nos estamos comunicando?, si es así ¿Qué estamos diciendo?, Sé lo importante que es un mensaje cuando estamos en un viaje, también éstos juegan un papel crucial en las emergencias. Eso no es lo que quiero decir. Hoy, me estoy refiriendo a la comunicación que lleva a la comunión, creando en nosotros una apreciación más profunda tanto del mensaje como del mensajero. Que nos permita reflexionar en lo que hemos visto y oído, y nos ayude a responder de una manera relacional. A expresar mejor lo que somos, y a honrar lo sagrado en el otro. Aquí se encuentran lo asesores y miembros de Juventud Mariana Vicenciana, vemos la profundidad y la riqueza que esto nos da como discípulos de Jesús y seguidores de Vicente.

De igual forma, las lecturas del día de hoy nos muestran dos elementos cruciales acerca de la comunicación real: su verdadero significado y valor, que es la sabiduría, y el antiguo método de los tiempos de Jesús que todavía continúa instruyéndonos e inspirándonos, las conocidas parábolas. Estos son un “regalo que continua dándose”. Permítanme dirigir la atención primero en el verdadero significado y valor de la comunicación en las escrituras que compartimos hoy.

La Primera Lectura del libro de la Sabiduría nos muestra un Dios que se comunica con palabras y con hechos, un Dios que es Todopoderoso, majestuoso y que está profundamente involucrado en las vidas de Su gente. Se nos ha dicho “Dios nuestro, aparte de ti no hay otro dios que cuide de todos los pueblos. Siempre actúas con justicia, porque tienes el poder para hacerlo, y tienes compasión de todos porque toda la creación te pertenece” (Sabiduría 12; 13:16). El libro de la Sabiduría nos muestra un Dios que actúa con justicia y juzga con misericordia y compasión. En el antiguo Testamento, también encontramos la frase “el temor de Dios”. Mientras que hoy esa frase “Temor de Dios”, puede tener connotaciones negativas, en el rico lenguaje de aquel tiempo, tener temor de Dios significaba testimoniar y celebrar la fuerza y poder de Dios. El Libro de la Sabiduría es el regalo de Dios a la humanidad, que debe ser buscando constantemente y valorado por encima de todas las destrezas y habilidades humanas.

El ejemplo por excelencia tanto de sabiduría como de comunicación es Jesús. Existe una congruencia constante entre sus palabras y sus hechos. Jesús nos muestra que la verdadera comunicación comienza con la comunión con el Padre, filtrando en palabras y acciones el reflejo de la bondad y la gloria de Dios. Da alegría, paz, astucia, consolación, reto, y compromiso de vivir el evangelio y construir el Reino de Dios. Con sus palabras y acciones Jesús afirma la dignidad interior de la persona humana como el centro de cualquier formal o informal medio de comunicación.

Aquí es donde entran las parábolas. Ellas son la forma concreta y práctica que tiene Jesús para comunicar, usando ideas e imágenes ordinarias del día a día, para enseñar a su discipulado y para hacer real el Reino de Dios. En momentos en los que los Israelitas anhelaban un reino político, militar o real, las parábolas de Jesús comunicaban el poder y la presencia de Dios a su gente. Estas historias creadas por Jesús nos permiten pensar, reflexionar, y orar sobre lo que somos, lo que vivimos y lo que seremos.

A primera vista, hoy las tres parábolas del Evangelio, parecen desarticuladas o arrojadas. “Cizaña, semillas y trigo” es una buena manera de recopilar los temas de las parábolas. Más aún su verdadero significado descansa en lo que yo llamaré “Las tres P´s”: Paciencia, Providencia y Perseverancia. Cada parábola tiene algo importante que decir sobre el rol de cada asesor en Juventud Mariana Vicenciana.

El primero, “Cizaña en el trigo” trata de entregar la virtud de la paciencia en lugar de aplicar soluciones apresuradas a un problema. En esta parábola la cizaña amenaza la existencia del trigo, un bien muy apreciado en los tiempos de Jesús. Cuando nos confrontamos con esto, la primera reacción es impulsiva, incluso puede ser imprudente: deshacerse de la cizaña incluso destruyendo el trigo. Buscar y castigar la fuente del mal. Es una reacción humana comprensible! sin embargo los granjeros saben que la paciencia es necesaria. A pesar de la presencia de cizaña, el trigo todavía puede cosecharse. Un buen final para un mal inicio es posible, si uno es paciente y dispuesto a visualizar la solución en vez de ser consumido por el problema. En esta parábola, Jesús también nos interpela a luchar con todas nuestras fuerzas con el trigo y la cizaña del campo de nuestras vidas, y permitir que pacientemente nos purifique. Habiendo permitido al Señor haga eso, entonces nosotros podemos ser pacientes con la cizaña de los otros.

Providencia es una palabra poderosa, nos invita a recordar que Dios está a cargo, y que nuestras ideas, planes y acciones deben estar dispuestas a su voluntad. Creer en la divina Providencia significa que dejamos a Dios ser Dios y no dejar que nuestro ego o necesidades humanas tomen lugar en el plan de Dios. La segunda parábola de la semilla de mostaza es un perfecto ejemplo de nuestra necesitad de la divina Providencia. Esta nos recuerda que cada esfuerzo que hacemos, no importa que tan insignificante, si está hecho con la gracia de Dios, dará fruto. Así que a menudo solo Dios conocerá el resultado de nuestro trabajo. Pero si sembramos semillas de espíritu de oración, esperanza, servicio e integridad, la divina Providencia hará el resto. Esta parábola de la semilla de mostaza es un llamado a confiar y dejarse llevar, que la Providencia de Dios completará lo que ha comenzado.

La parábola final es sobre de la Perseverancia. Esperar que la levadura fermente el pan no es algo rápido, fácil. Se necesita buena combinación de los ingredientes, amasar la masa y luego el horneado. Y una vez hecho, todo el esfuerzo que consume tiempo debe reiniciar otra vez. Y así, una vez exitosamente completado el proceso, el olor y el sabor a pan fresco es uno de los grandes placeres de la vida. Esta parábola nos muestra que cuando no logramos alcanzar el objetivo perseguido, la perseverancia continúa siendo un regalo, Dios nos lo entrega a través de la vida, muerte y resurrección de su hijo Jesús. Así que no importa lo simple o compleja que sea una tarea, no importa que tan tedioso o excitante sea un deber, o cuando nuestros esfuerzos no son apreciados o tomados en cuentas; cuando perseveramos, damos testimonio de nuestro Carisma Vicenciano.

Me he preguntado algunas veces por qué Mateo utiliza tantas veces las parábolas de Jesús en el Evangelio. En los otros evangelios, Jesús solo habla, simple y directamente. Pero Mateo nos da una muy buena perspectiva cuando nos dice: “Jesús le enseñó todo esto a la gente por medio de ejemplos y comparaciones, y sólo así enseñaba. De esa manera, Jesús cumplía lo que Dios había dicho por medio del profeta: Hablaré a la gente por medio de ejemplos, y contaré cosas que Dios ha tenido en secreto desde que hizo el mundo” (Mt. 13:34-35) Jesús sabía que su gente necesitaba historias y ejemplos personales para que así ellos pudiesen ser algo mas en sus vidas; para consolarlos y ayudados en periodos de pruebas: para ser conducidos a un profundo discipulado por medio de identificación con la parábola; pero más que nada, para darles esperanzas y alivio en un mundo lleno de dolor, pobreza y violencia despiadada.

Juventud Mariana Vicenciana es un vivo ejemplo de cómo la Paciencia, Providencia, y Perseverancia pueden reunirse para el bien común. Pensar en la paciencia que Santa Catalina Labouré mostró a lo largo de su vida. Después de haber tenido el singular honor de la visión y el dialogo con Nuestra Señora, St. Catalina continúo su trabajo por décadas en el servicio de cuidado de ancianos, viviendo en silencio. Reflexionar en como la Providencia de Dios ha transformado a Juventud Mariana Vicenciana, antes conocido como “Hijos de María” en Europa, a una organización internacional testimonio de iglesia y de nuestro carisma muchas ciudades de casi todos los continentes. Demos gracias por la perseverancia de muchos miembros y asesores anteriores de esta asociación, que inspiraron inicialmente y que nos motivaron a convertir esto en una gran obra de Dios.

Celebrando la Eucaristía juntos, sabemos que Cristo está realmente presente en nosotros a través de su Palabra, el sacramento, y en nuestra comunidad de fe, devoción y servicio. Damos gracias al notar que Juventud Mariana Vicenciana es verdaderamente producto del Espíritu Santo, con la intercesión de María, nuestra Madre, y de la gracia de Santos y Beatos de nuestra familia Vicenciana. Ellos fueron nuestros primeros maestros y asesores en el camino de la santidad y el servicio. Que ellos nos ayuden a convertirnos en parábolas vivientes de Paciencia, Providencia y Perseverancia.