Eighteenth Sunday in Ordinary Time, Year C-2022

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Vanity of Vanities, All Is Vanity

Jesus is clear-headedness in person. He brings to light the vanity, the emptiness, of the life of those who love and serve money.

Jesus grants and does not grant what a man who feels disinherited asks him to do. For, in the first place, the Teacher says “no.” He is not of those who think, with a bit of vanity maybe, that they take the place of the judges who helped Moses.

But, in the second place, Jesus grants what the one who is looking for an arbitrator needs most. What, in fact, the plaintiff, the defendant and all need most. For if we guard against all greed, there will be no such problem as siblings’ quarrel about inheritance. Nor will one fall prey to vanity.

Jesus reminds us, yes, of the vanity, the emptiness, of the life of not a few folks. The life of those who do their utmost and give their all to get rich. He holds up what Ps 39 teaches in part on vanity: Humans go by like a shadow, the riches they hoard —not knowing for whom— are mere breath.

And it is not that he condemns money. Nor can we deny that it is a driving force in life. But one thing is to seek money to put food on the table, pay bills, stay healthy in mind and body. And quite another to hoard it as if it were the highest good, the end, not just a means to the end. Is it not crazy to mistake one for the other?

No taint of greed or vanity

Jesus, of course, wants us to be wise and clear-headed, free of greed and vanity. And to be what he wants us to be, it is enough for us to contemplate him. That is to say, to take a long and loving look at him.

For all he is and does shows wisdom and clear-headedness. His words and works, his poor and simple life, his going about to do good teach us how to avoid vanity.

He lets us know that to be wise is to trust and believe strongly in God who loves and cares for all he has made. God gives food to the birds and clothes to the lilies. He will feed and clothe, for sure, those who are worth more than the birds and the lilies.

After all, we cannot trust in the goods we amass. They will fail us one day. Hence, it will be wise if we do not hoard them just for our well-being, comfort and pleasure. We can use them, for instance, to make friends who will then welcome us in hard times.

Yes, we of the light should at least be as creative as those of this world. But if we like to win against the world, we will have to be as creative as Jesus. In other words, we will be free of greed and vanity if we are and do as our Teacher. If we share who we are and what we have as he, to the end. To the giving up of the body and the shedding of blood. In this mystery and in all that it makes known lies what it means to be infinitely inventive (SV.EN XI:131).

Lord Jesus, grant that we avoid all vanity and seek what is above, and think more of it than of what is on earth.


31 July 2022

18th Sunday T.O. (C)

Eccles 1, 2; 2, 21-23; Col 3, 1-5. 9-11; Lc 12, 13-21


VERSIÓN ESPAÑOLA

Vanidad de vanidades, todo es vanidad

Jesús es la lucidez en persona. Saca él a la luz la vanidad, la vaciedad, de la vida que llevan los que aman y sirven al dinero.

Jesús concede y no concede lo que le pide uno que se siente desheredado. Pues, en primer lugar, rehúsa el Maestro ser juez. Él no es de los que, con un poco de vanidad quizá, creen que hacen las veces de los jueces asistentes de Moises..

Pero, en segundo lugar, concede Jesús lo que más necesita el que busca a un árbitro. Lo que, de verdad, necesitan más que nada el reclamante, el reclamado y todo el mundo. Pues si todos nos guardamos de toda clase de codicia, no surgirá tal problema como el litigio de herencia. Ni caerá víctima nadie de la vanidad.

De modo claro, sí, nos recuerda Jesús la vanidad, la vaciedad, de la vida de no poca gente. La vida de los que se desviven y se desvelan por hacerse ricos. Sostiene él lo que se enseña de la vanidad en Sal 39 que dice en parte: «El hombre pasa como pura sombra, por un soplo se afana, atesora sin saber para quien».

Y no es que condene Jesús el dinero. Ni se puede negar que tenerlo es una fuerza motriz en la vida. Pero una cosa es buscarlo para tener comida en la mesa, pagar nuestras cuentas y mantenernos sanos de cuerpo y mente. Y otra cosa amasarlo como si fuera el sumo bien, el fin, no un medio solo para llegar al fin. ¿No será una locura confundir el uno con el otro?

Sin tacha de codicia ni de vanidad

Claro, nos quiere sabios y lúcidos Jesús, libres de la toda codicia y vanidad. Y para que seamos lo que él quiere que seamos, nos basta con contemplarle. Es decir, con mirarle de modo lento y con amor.

Pues todo el ser y haber de Jesús demuestra sabiduría y lucidez. Sus palabras y obras, su vida pobre y sencilla, su pasar haciendo el bien nos enseñan a evitar la vanidad.

Nos da a conocer él que lo sabio es confiar con fe fuerte en Dios que ama y cuida a los que ha creado. Éste da de comer a las aves y viste a los lirios. No dejará, pues, de alimentar y vestir a los que valen más que las aves y los lirios.

No se puede confiar, de todos modos, en los bienes que acumulamos. Ellos se nos acabarán un día o los tendremos que dejar. Seremos sabios, por lo tanto, si en vez de acapararlos solo para nuestro bienestar, comodidad y placer, los usamos bien. Por ejemplo, para ganar amigos que nos acojan en tiempos de apuro.

Sí, los de la luz, hemos de ser, a lo menos, tan inventivos que los de este mundo. Pero si queremos vencer al mundo, tendremos que ser inventivos al igual que Jesús. Es decir, librarnos de la codicia y la vanidad quiere decir ser y actuar como nuestro Maestro. Compartir lo que somos y tenemos al igual que él, hasta el extremo. Hasta entregar el cuerpo y derramar la sangre. En este misterio, y en todo lo que éste da a conocer, está lo que quiere decir ser inventivo de modo infinito (SV.ES XI:65).

Señor Jesús, concédenos evitar toda vanidad y buscar los bienes de allá arriba, y aspirar a ellos más que a los de la tierra.


31 Julio 2022

18º Domingo de T.O. (C)

Ecles 1, 2; 2, 21-23; Col 3, 1-5. 9-11; Lc 12, 13-21