Sixteenth Sunday in Ordinary Time, Year C-2022

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Host to Jesus, the Word Made Flesh

Jesus is God’s most tender call to us humans. He is at the same time the warmest human host to God that waits at the door to be let in.

On the way to Jerusalem, Jesus stops where Martha and Mary live. The sisters, not like those in Samaria, play host to him.

Maybe the visit is the short rest he has a right to. And those who walk with him, should they not have a bit too of free time? To go buy food? But be it as it may, St. Luke says that Martha and Mary host just Jesus. Not even their brother Lazarus is there.

Jesus, yes, is with just the two women. It seems as though the two get equal time or chance. But this time is, in fact, a strong time to learn. For it is the time to know what it means to follow Jesus.

First of all, we learn that he is not one of those Rabbis who do not teach women. What he does shows that he is not with those who say: “The words of the Torah should be burned rather than entrusted to women.”

Host to the one who is at the door and knocks

Next, we get a clear lesson on the trait that is the mark of those who follow Jesus. And it is to sit at his feet and hear his word. This the good part —not better, for the original text does not compare— that we cannot skip.

Hence, the teaching does not say that contemplation is better than action. What it says is that to be a Christian is to be contemplative. That is to say, there is need of just one thing, which is to hear Christ’s word so as to do it later. We have to know him so we may proclaim him to others. The clergy, the laity, the religious, in cloister or on the street, all have to contemplate. If they do not do so, then they are not true Christians. And to host Jesus, the Word made flesh, by hearing and doing his word, means to be of his family (see also Lk 11, 27-28).

This is to say that those who are truly Christ’s are men and women of prayer. They do what the one who is a man of prayer does. He is always before the Father in prayer (TWVDP 32), and can thus do all (SV.EN XI:76).

Yes, Jesus goes about doing good, thanks to his contemplation. Thanks to his ongoing hearing of the Father’s word and search of his will. Hence, in Jesus, contemplation and action are one.

And to pray and to act as Jesus means not to fret and fume about many things. It is not to be a Church that has no pastoral sense and treats people as chain stores do.

Lord Jesus, like the one who appeared to Abraham and Sarah, you let humans play host to you. For you want to bless us even more and you are not outdone in hospitality. Grant to us who do not live by bread alone to sit at your feet, to feed on your word and on your body and blood, and then to feed others, too. We shall thus make one in ourselves Martha’s action and Mary’s contemplation (SV.EN XI:33).


17 July 2022

16th Sunday in O.T. (C)

Gen 18, 1-10a; Col 1, 24-28; Lk 10, 38-42


VERSIÓN ESPAÑOLA

Hospedar a Jesús, la Palabra hecha carne

Jesús es el llamar más tierno de Dios a los hombres. Él es, a la vez, el hospedar humano más cordial a Dios que pide que se le abra la puerta.

De camino a Jerusalén, Jesús se detiene en donde viven Marta y María. Las hermanas, no como los en Samaria, no lo dejan de hospedar.

Quizás la visita es el respiro que él merece. Y los que van con él, ¿no han de gozar también ellos de un poco de tiempo libre? ¿Para ir a comprar comida? Pero en todo caso, dice san Lucas que les toca a Marta y a María hospedar al Maestro no más. Ni aun Lázaro, el hermano de ellas, está allí.

A solas, sí, se encuentra Jesús con las dos mujeres. Esto sería como si se les diese a las mujeres igual tiempo o oportunidad. Pero ese tiempo es, de hecho, tiempo fuerte de enseñanza. Pues se nos enseña lo que quiere decir seguir a Jesús.

Ante todo, se nos da a conocer que él no es de los rabinos que no enseñan a las mujeres. Se ve que él no se pone de acuerdo con el dicho: «Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá antes de que les fuera entregada a las mujeres» (Comentarios al evangelio).

Hospedar al que está a la puerta y llama

Luego, se nos deja claro lo que es propio de los que siguen a Jesús. Y es el sentarse a los pies del Maestro para escuchar su palabra. Eso es la buena parte, —no mejor, que el texto original no compara—, de la que no se puede prescindir.

No se nos dice, por lo tanto, que la contemplación sea mejor que la acción. Lo que se nos dice es que los cristianos hemos de ser contemplativos todos. Es decir, la sola cosa necesaria es el escuchar la palabra de Cristo para hacerla más tarde. Tenemos que conocerlo para anunciarlo a los demás. Esto, sí, se les pide por igual a los ordenados, a los laicos, a los religiosos, en el claustro o en la calle. Si así no oímos y cumplimos, no seremos cristianos de verdad. Y hospedar a Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, por oír su palabra para cumplirla es ser de su familia (véase también Lc 11, 27-28).

En otras palabras, los de Cristo de verdad son hombres y mujeres de oración. Hacen lo mismo que el que es hombre de oración. Él está siempre en oración delante del Padre y, por lo tanto, lo puede todo (SV.ES XI:778]).

Jesús pasa haciendo el bien, sí, gracias a su contemplación. Gracias a su actitud de escuchar al Padre y de buscar su voluntad. En Jesús, se unen la contemplación y la acción.

Y orar y actuar como Jesús quiere decir no andar inquietos y nerviosos con tantas cosas. Es no ser una Iglesia a la cual le falta el sentido pastoral, y que trata a las personas como las trata una empresa en cadena.

Señor Jesús, como el que se apareció a Abrahán y a Sara, te dejas hospedar por los hombres. Pues quieres bendecirnos aún más y no hay quien te gane en hospitalidad. Concédenos a los que no solo de pan vivimos sentarnos a tus pies, alimentarnos de tu palabra y de tu cuerpo y sangre, y alimentar más tarde a los demás. Así se unirán en nosotros la acción de Marta y la contemplación de María (SV.ES XI:734).


17 Julio 2022

16º Domingo de T.O. (C)

Gén 18, 1-10a; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42