Second Sunday in Ordinary Time, Year C-2022
- Traditions, Customs, and Habits
Jesus makes all things new. Hence, he questions our traditions and customs, most of all, those that veil his true face.
Jesus and his disciples are at a wedding. There too is his mother. And the wedding, no doubt, follows the traditions and customs of the Jews.
But as Jesus steps in at his mother’s trusting behest, there is the bypassing of two traditions. In the first place, the stone jars for water to use for ritual washings are now for choice wine.
In the second place, one thing does not go by custom. For what is common is for hosts to bring out the choice wine first; then the cheaper wine, when guests have drunk too much. But at Cana, the choice wine turns up later.
There, in fact, Jesus’ first sign questions all traditions around the law. For as wine is better there than water, so are grace and truth, than the law.
Yes, the one who gives fulness to the law and the prophets goes beyond the Jewish religion. That is why we are to be more just than the scribes and the Pharisees. And it is enough for us, of course, to love as Jesus to be choice wine, in the place of water for ritual cleansing.
Love to the end, in place of traditions from the law
The Father and the Son love one another. But the love that binds them flows over in a pouring out of love for us humans. That is why the Word who is with God becomes flesh and lives with us.
As God-with-us, he is there where we are in our lives. In joys and lights, in sorrows and shadows, in ecstasies and glories. Hence, he is with the bride and the groom; he bails them out.
And thus Jesus, not like the guardians of the law, does what he teaches. And he takes issue with their traditions. For to keep them, they let go of what God commands. And they lose sight of what matters most in the law: justice, love, mercy, faith, faithfulness. Needless to say, it is the calling of husbands and wives to live and mirror what matters most in the law. And such a calling is for all of us too.
Yes, we are here to love God with our whole being and our neighbor as ourselves. To rejoice with those who rejoice, to weep with those who weep (SV.EN XII:222).
But does our love make it known that we are Jesus’ disciples? Does God matter most to us? Do we not make others turn away from him? Does he rejoice in us?
Do we truly love one another? Is the Spirit who seeks the common good palpable in us?
Are we the water for the hour of washing, not the wine for the better hour of the cross? For only love, to the giving up of the body and the shedding of blood, washes us of our sins.
Are we not a self-absorbed Church, where there is too much clutter due to human traditions?
Lord Jesus, you are God-with-us and you fulfill the law, the prophets and all traditions of religion. Make us all wholly new: every heart, word and deed.
16 January 2022
2nd Sunday in O. T. (C)
Is 62, 1-5; 1 Cor 12, 4-11; Jn 2, 1-11
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Tradiciones, costumbres, hábitos
Jesús hace nuevas todas las cosas. Por lo tanto, pone él en cuestión las tradiciones y costumbres, más que nada, las que velan su verdadero rostro.
Asisten a una boda Jesús y sus discípulos. También está allí la madre de Jesús. Y seguramente, la boda cumple con las tradiciones y costumbres judías.
Pero al intervenir Jesús, a instancias confiadas de su madre, se dejan del lado dos tradiciones. Es que, en primer lugar, las tinajas de piedra para las purificaciones rituales sirve ahora para el vino añejo.
En segundo lugar, se hace algo al contario de la costumbre. Pues todo el mundo pone primero el vino bueno; luego el peor, cuando ya están bebidos los convidados. En Caná, en cambio, se guarda el vino bueno hasta para más tarde.
Allí, de hecho, pone en cuestión el primer signo de Jesús todas las tradiciones en torno a la ley. Pues así como allí es mejor el vino que el agua, así también la gracia y la verdad, que la ley.
Sí, el que da plenitud a la ley y los profetas va más allá de la religión judía. Es por eso que hay que ir más allá de la justicia de los escribas y los fariseos. Y nos basta, desde luego, con amar al igual que Jesús para ser vino añejo, en vez de agua de las purificaciones.
Amor entregado hasta la muerte, en lugar de las tradiciones de la ley
Se aman el Padre y el Hijo. Pero el amor que los une desborda en un caudal de amor por los hombres. Así pues, el Verbo que está junto a Dios se hace carne y vive con nosotros.
Como el Dios-con-nosotros, se introduce en todas las zonas de nuestro vivir. En las alegrías y luces, en las penas y sombras, en los éxtasis y esplendores. Está él, por lo tanto, con los novios; les saca del apuro.
Y así Jesús, no como los guardianes de ley, hace lo que dice. Y discrepa con ellos en cuanto a las tradiciones. Es que por seguirlas, se apartan ellos de lo que Dios manda. Y pierden de vista a lo más importante de la ley: la justicia, el amor, la misericordia, la fe, la fidelidad. Huelga decir que lo más importante de la ley, de esto han de ser imágenes vivas los cónyuges. Y nosotros todos.
Sí, aquí estamos para amar a Dios con todo nuestro ser y al prójimo como a nosotros mismos. Para alegrarnos con los que se alegran y llorar con los que lloran (SV.ES XI:561).
Pero, ¿se nos conoce a nosotros como discípulos de Jesús por nuestro amor? ¿Nos importa Dios más que nadie, más que nada? ¿No alejamos de él a los demás? ¿Encuentra él con nosotros la alegría?
¿Nos amamos de verdad los unos a los otros? ¿Se manifiesta en nosotros el Espíritu para el bien común?
¿Acaso somos el agua para la hora de las purificaciones, y no el vino para la mejor hora de la cruz? Pues solo por el amor, hasta entregar el cuerpo y derramar la sangre, se nos purifica a nosotros de nuestros pecados.
Y, ¿no somos nosotros una Iglesia ensimismada, en desorden debido a las tradiciones humanas?
Señor Jesús, tú eres el Dios-con-nosotros, la plenitud de la ley, los profetas y las tradiciones de la religión. Haz que todo se haga nuevo en nosotros: el corazón, las palabras y las obras.
16 Enero 2022
2º Domingo de T. O. (C)
Is 62, 1-5; 1 Cor 12, 4-11; Jn 2, 1-11