Third Sunday of Easter, Year B-2021

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Misgivings, Doubts, Questions, Darkness

Jesus was once dead, but now he lives forever and ever (Rev 1, 18). For God raised him from the dead. May our misgivings not lead us to deny him.

It is hard to get rid of misgivings. And misgivings can easily arise even in the hearts of the disciples.

But misgivings can give way to faith. If to deny Jesus could lead to salvation, then, why not misgivings?

Yes, the Holy and Righteous One’s own denied him out of ignorance and handed him to death. But God raised him from the dead. He thus fulfilled what the prophets had foretold that his Christ would suffer.

This is to say that God is at work in shadows and lights. He uses what brings shame to bring to light and carry out his plans. The darkness is no match to the light (Jn 1, 5).

In the same way, he uses misgivings to make faith spring forth and blossom to the full. That was what took place in the case Thomas. He did not believe what the others told him. To see Jesus in person, only that would be enough for him.

And so, his faith would only be based on his experience. He would believe not so much due to grace as due to the works of his senses of sight and touch.

And Jesus granted what he asked for; no questions asked. And the upshot of it was that Thomas’ misgivings faded and faith won out. And his was not a shallow faith like that of those who have not yet made their journey of faith (see also Believing because of our own experience). The faith of the doubter turned out deeper, awakened by the reproof: “Do not be unbelieving, but believe.” For he replied, “My Lord and my God!”; no one had made such an act of faith before.

Good can come out of misgivings.

In today’s gospel, Jesus stands in the midst of his disciples. Among them are the two who were on their way to Emmaus. They later recognized him at the breaking of the bread. But never mind what had happened to them. For, just like the others, they are frightened.

And all of them show misgivings, and so the Risen One sees fit to show them his hands and his feet. Not once, but twice. That is how he tries to calm them down, though for joy and amazement, they still cannot believe.

But he does not give up on them. He seeks, rather, to get closer to them as he asks them to share with him what they have to eat. In turn, he opens their minds to grasp the Scriptures about his passion, death and resurrection.

So then, he shows us what matters so we get past our misgivings, believe, and know and recognize the Risen One. That is to say, we have to share joys, sorrows, lights, glories, the Word and the Sacrament.

Lord Jesus, make us pass, as did St. Vincent, from misgivings to faith as we commit ourselves to those in need (J. Delarue). Grant that we learn from them to keep your commandments and, hence, have a living faith (SV.EN XI:190).


18 April 2021

Third Sunday of Easter (B)

Acts 3, 13-15. 17-19; 1 Jn 2, 1-5a; Lk 24, 35-48


VERSIÓN ESPAÑOLA

Dudas, recelos, interrogantes, tinieblas

Jesús estuvo muerto, pero ahora vive por los siglos de los siglos (Apoc 1, 18). Pues lo resucitó Dios. Que no nos lleven nuestras dudas a rechazarlo.

No es fácil que se nos disipen las dudas. Y fácilmente pueden surgir las dudas aun en el interior de los discípulos.

Pero las dudas pueden dar paso a la fe. Si pudo resultar saludable el rechazo a Jesús por parte de su propio pueblo, ¿cómo no las dudas?

Al Santo y Justo, sí, lo rechazaron los de su pueblo por ignorancia y lo condenaron a muerte. Pero lo resucitó Dios. Y así se cumplieron las profecías sobre la pasión y muerte del Mesías.

Es decir, obra Dios en las sombras y las luces. Se sirve él de las desvergüenzas para que se desplieguen y se lleven a cabo sus planes. Las tinieblas no la vencen a la luz (Jn 1, 5).

Del mismo modo, se sirve Dios de las dudas para hacer brotar y florecer la fe en su plenitud. Así pasó en el caso de a Tomás que no creía lo que le contaban los demás. Solo le bastaría con ver al Maestro en persona.

Su fe, por lo tanto, no se habría de basar sino en su experiencia. Creería él no por la gracia de Dios, sino por las obras de los sentidos de ver y palpar.

Y se le concedió lo que él pedía sin que esto se le pusiese en cuestión. A continuación, se le desvanecieron las dudas y ganó en él la fe. Y su fe no resultó somera como la de los que no hemos hecho nuestro recorrido hacia la fe (véase también Creer por propia experiencia). La fe del incrédulo resultó más profunda, provocada por la admonición: «No seas incrédulo, sino creyente». Hizo una confesión que nadie había hecho antes: «¡Señor mío y Dios mío!».

De las dudas pueden brotar el bien.

En el evangelio de hoy, se pone Jesús en medio de sus discípulos. Entre éstos se hallan los dos que andaban a Emaús. Luego lo reconocieron en la fracción del pan. Pero a pesar de lo que ya se les había pasado, los dos, al igual que los demás, tienen miedo.

Y se muestran todos con dudas, por lo que tiene a bien el Resucitado enseñarles las manos y los pies. No una vez, sino dos veces. Así los trata de calmar, aunque les cuesta aún creer por la alegría y el asombro.

Pero no se da él por vencido. Procura, más bien, hacerse más solidario con ellos por pedirles que compartan con él lo que hay de comer. A su vez, les abre él el entendimiento para que capten las Escrituras sobre su pasión, muerte y resurrección.

Así que se nos da a conocer lo fundamental para que venzamos las dudas, creamos, y conozcamos y reconozcamos al Resucitado. Es decir, no se puede prescindir de la compartición de los gozos, los dolores, las luces, las glorias, la Palabra y el Sacramento.

Señor Jesús, haz que, al igual que san Vicente, pasemos de las dudas a la fe por comprometernos con los pobres (J. Delarue). Concédenos aprender de ellos a guardar tus palabras y, por lo tanto, tener una fe viva (SV.ES XI:120).


18 Abril 2021

3º Domingo de Pascua (B)

Hch 3, 13-15. 17-19; 1 Jn 2, 1-5a; Lc 24, 35-48