Fifth Sunday of Lent, Year B-2021

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Enlighten and Glorify Men and Women

Jesus has come to enlighten the Gentiles and to give glory to Israel (Lk 2, 32). Hence, he cannot but draw all to himself.

Scholars say that the accounts of Matthew, Mark and Luke show Jesus as the Suffering Servant. In John, on the other hand, Jesus is kingly and divine. He is wholly in charge of his destiny. His is a stately bearing. He comes out as someone that must receive glory and who cannot but enlighten those around him.

But there are always exceptions to general rules. For Matthew, Mark and Luke speak of the authority that Jesus exudes as a Teacher. He astounds, yes, those who see him teach and heal. They take him as a great figure in the teaching of the law and the prophets (Mt 7, 28-29; Mk 1, 22. 27; Lk 4, 32. 36). Hence, they give him and God glory; Jesus does not fail to enlighten.

There is exception, too, to the sketch in broad strokes that scholars make from John’s account. For John tells us that Jesus, troubled, asks the Father to save him from death. In the end, Jesus stays true to his mission, and the Father glorifies the Sent One’s name.

But Jesus makes clear that the Father has stepped in not for his sake but for ours. That is so since he is going to enlighten us so that we may believe in him. And one is to believe not just in any Jesus, but in him as the accursed on the cross (Gal 3, 13).

Jesus does enlighten us so that we believe in the right way.

In fact, Jesus enlightens us; he lets us know the paradox that his cross is his glory. That his suffering, “with loud cries and tears,” leads to others’ salvation. And it turns out that it is easy to understand the paradox; we only have to let the grain of wheat enlighten us. What is hard is to live the paradox. And here lies the challenge for us.

The challenge for us, yes, is to find true greatness, glory, humanness, in Jesus on the cross. And we find it when we are, do and live as he (see SV.EN XII:67) to the end. That is, to the giving up of the body and the shedding of blood. And Pastor Sylvester Beaman spells this out for us a bit more.

But we do not only find in Jesus on the cross our true goal, but also our judgment. For before him, what hides inside clean hearts, those on which God’s law is written, and inside wicked hearts comes to light. Those with wicked hearts will be at the left, while the clean of heart will be at the right.

And it is not that Jesus condemns; he has come to save. It is only that one reaps what one sows (Gal 6, 7-8; Prov 1, 31). Of course, we want to reap eternal life, but do we see to it that we sow for the Spirit?

'Lord Jesus, let your cross enlighten us, so that we may bring light to others, too, and guide them to you. We will thus do as your apostles Philip and Andrew.


21 March 2021

Fifth Sunday of Lent (B)

Jer 31, 31-34; Heb 5, 7-9; Jn 12, 20-33


VERSIÓN ESPAÑOLA

Alumbrar y dar gloria a hombres y mujeres

Jesús ha venido para alumbrar a las naciones y dar gloria a Israel (Lc 2, 32). Por lo tanto, no puede él sino atraer a todos hacia sí.

Dicen los estudiosos que en los relatos de Mateo, Marcos y Lucas, se retrata Jesús como el Siervo Sufriente. En Juan, en cambio, Jesús es de presentación señorial y divina. Está él a cargo en absoluto de su destino. Se presenta como un personaje que se ha de glorificar y que no puede sino alumbrar a los que lo rodean.

Pero nunca faltan excepciones a las reglas generales. Pues Mateo, Marcos y Lucas hablan también de la autoridad que muestra Jesús como Maestro. Asombra él, sí, a los que le ven enseñar y sanar. Y lo proclaman una gran figura de la enseñanza sobre la ley y los profetas (Mt 7, 28-29; Mc 1, 22. 27; Lc 4, 32. 36). Glorifican, por lo tanto, a Dios y a Jesús, que éste no los deja de alumbrar a ellos.

También hay excepción al retrato que a grandes rasgos pintan los estudiosos a base del relato de Juan. Pues se nos cuenta que Jesús, agitado, pide al Padre que le libre de la muerte. Al final, se mantiene Jesús fiel a su misión, y el Padre glorifica el nombre del Enviado.

Pero aclara Jesús que ha intervenido el Padre no por él, sino por nosotros. Es que por él se nos va a alumbrar a nosotros, para que creamos en él. Y no se ha de creer en cualquier Jesús, sino en él, el maldito en la cruz (Gal 3, 13).

No nos deja de alumbrar Jesús para que creamos de forma debida.

De hecho, él nos alumbra, pues nos da a conocer la paradoja de que su cruz es su gloria. Que su sufrimiento, «a gritos y con lágrimas» lleva a la salvación de los demás. Y resulta que cuesta poco entender la paradoja; basta con dejarnos alumbrar por el grano de trigo. Lo que nos cuesta es vivir la paradoja. Y en esto está el desafío que se nos plantea.

Se nos desafía, sí, a descubrir la verdadera grandeza, gloria, humanidad, en Jesús en la cruz. Y se logra ese descubrir al ser, hacer y vivir uno como él (véase SV.ES XI:383) hasta el fin. Es decir, hasta entregar uno el cuerpo y derramar la sangre. Y todo esto lo concreta un poco más el pastor Sylvester Beaman.

Pero no solo se descubre en Jesús que cuelga de la cruz nuestra verdadera meta, sino también el juicio que nos corresponde. Pues ante él queda claro lo que hay dentro de los corazones limpios, en los que queda escrita la ley, y de los corazones perversos. A los de corazón perverso se les pondrá a la izquierda, mientras les tocará a los limpios de corazón colocarse a la derecha.

Y no, no es que Jesús juzgue, pues ha venido para salvar. Es solo que lo que uno siembre, eso cosechará (Gal 6, 7-8; Prov 1, 31). Queremos, desde luego, cosechar la vida eterna, pero, ¿procuramos sembrar en el Espíritu?

Señor Jesús, haz que nos dejemos alumbrar por tu cruz, para que podamos alumbrar también a los demás y guiarlos a ti. Así haremos lo que tus apóstoles Felipe y Andrés.


21 Marzo 2021

Domingo 5º de Cuaresma (B)

Jer 31, 31-34; Heb 5, 7-9; Jn 12, 20-33