First Sunday of Advent, Year A-2019

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Forward March towards Our Lord Jesus

Jesus Christ is the leader and perfecter of faith. Fixing our eyes on him, we go forward with firm decision to reach what lies ahead.

St. Paul says that “our salvation is nearer now than when we first believed.” The saying shows that, for him, time moves forward. That is to say, time is lineal, making its way and advancing, under God’s providence, toward a sure goal.

And this point of view belongs, yes, to all of us who call ourselves Christians. For those who truly belong to Christ, are Abraham’s descendant, heirs to the promise (Gal 3, 29). So, it does not fit us to live as though time were cyclical. No, liturgical seasons do not go around like a merry-go-round. Events do not repeat themselves. Nor do the same things keep coming back in the same way.

So then, Advent this year is not just another Advent. Rather, it is as unique and unrepeatable as any Advent in the past. It is a step forward towards where we want to get to. It is quite different from the one before or after it. And with each passing Advent or liturgical season, we are closer to our goal. Unless we stay stagnant, falling back, in effect, for not going forward (SV.EN II:146).

And we could easily become stagnant should we look out only for our own affairs, tasks, interests, pleasures. Should our concerns have to do mainly with our rooms, our books, our Masses (SV.EN XI:190), with our devotions and novenas. Self-absorbed in that way, we turn insensitive to Jesus who draws near to us in the person of the poor.

To get ahead, straining forward, as Christians, we need eyes that see poor people and a heart that feels for them.

It is because Christianity is not only about looking inside; its heart feels for those who are helpless (J.A. Pagola). So, “we cannot isolate ourselves in our religion so as not to hear the cry of those who die of hunger….” For most likely, “the little sensibility there is to the immense suffering in our world” shows that, paralyzed by selfish worries, we cannot march forward. More than ever, then, it is time for us “to leave God for God” (SV.EN IX:252), to step forward and get ahead as Church.

And we have to avail of every opportunity to care for the least of Jesus’ brothers and sisters. For if we let it pass, we will never get it back, since time is lineal. And every opportunity we avail of is one more step forward toward the Lord’s mountain, toward God’s house of peace.

Lord Jesus, make us discern your body in our celebrations of your Supper (1 Cor 11, 17-30). In that way, we can get on with our lives as you want, moving forward, strong and healthy.


1 December 2019

First Sunday of Advent (A)

Is 2, 1-5; Rom 13, 11-14; Mt 24, 37-44


VERSIÓN ESPAÑOLA

Adelante hacia nuestro Señor Jesús

Jesucristo es el iniciador y perfeccionador de la fe. Fijos los ojos en él, seguimos adelante con firme decisión para alcanzar lo que está delante.

Dice san Pablo que «ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe». El dicho da a entender que, para el Apóstol, el tiempo marcha adelante. Es decir, el tiempo tiene un carácter lineal, caminando y avanzando, bajo la providencia de Dios, hacia una meta cierta.

Y este punto de vista, sí, es de todos nosotros que nos decimos cristianos. Pues ser realmente de Cristo quiere decir ser descendencia de Abrahán y herederos de la promesa (Gal 3, 29). Por tanto, no nos convendría vivir como si el tiempo fuera de carácter cíclico. No, los tiempos litúrgicos no giran en círculo como un tiovivo. No se repiten los mismos sucesos. Ni se vuelve a las mismas cosas de siempre y de la misma manera.

Así pues, el adviento de este año no es un adviento más. Es, más bien, tan único e irrepetible como cualquier otro adviento en el pasado. Es un paso adelante hacia donde debemos llegar, bien diferente del anterior y del siguiente. Y con cada adviento o tiempo litúrgico que pasa, estamos más cerca de nuestra meta. No sea que, por estancarnos, en otras palabras, por no seguir adelante, volvamos atrás efectivamente (SV.ES II:107).

Y fácilmente quedaríamos estancados si nos encerrásemos en nuestros asuntos, quehaceres, intereses y placeres. Si nuestras preocupaciones tuvieran que ver principalmente con nuestros cuartos, nuestros libros, nuestras misas (SV.ES XI:120), con nuestras devociones y novenas. Ensimismados de esta forma, nos haríamos insensibles a Jesús que se nos acerca en la persona de los pobres.

Para salir adelante como cristianos debemos tener ojos y corazón para los pobres.

Es que «la espiritualidad cristiana no consiste solo en una mirada hacia el interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte» (J.A. Pagola). Por eso, «no podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre», que «probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento inmenso que hay en el mundo» indica que, paralizados por preocupaciones egoístas, dejamos de marchar adelante. Más que nunca, pues, es hora para «dejar a Dios por Dios» (SV.ES IX:297), para que la Iglesia salgamos adelante.

Y hay que aprovechar cada oportunidad que se nos presente para cuidar a los más pequeños hermanos y hermanas de Jesús. Pues si la dejamos pasar, no la recuperaremos nunca, que el tiempo tiene carácter lineal. Y cada oportunidad que aprovechemos será un paso adelante más hacia el monte del Señor, hacia la casa de paz de Dios.

Señor Jesús, haz que discernamos tu cuerpo en nuestras celebraciones de tu Cena (1 Cor 11, 17-30). Así saldremos adelante con nuestras vidas como las quieres, fuertes, saludables.


1 Diciembre 2019

Domingo 1º de Adviento (A)

Is 2, 1-5; Rom 13, 11-14; Mt 24, 37-44