Seventh Sunday in Ordinary Time, Year C-2019
- Embrace of Love for All of God’s Children
Jesus is the firstfruits of the resurrection. Those who love as he does, and embrace lovingly even the wicked and the thankless, live in newness of life.
Luke took liberty with Is 61, 1-2, the passage that Jesus read at the synagogue in Nazareth. The Gospel writer made no mention of “to heal the brokenhearted” (Is 61, 1c). He also added “recovery of sight to the blind,” and inserted Is 58, 6d, “to let the oppressed go free.” But more surprisingly, he left out “a day of vindication by our God” (Is 61, 2b). He meant to say, by this last omission, that Jesus did not embrace vengeance.
No, Jesus does not buy the idea of vengeance by our God against our enemies. He is against nationalism. It makes us hate and reject foreigners and strangers as enemies and belittle everything that is not our country. Moreover, it gives us a false sense of worthiness, greatness and entitlement.
Jesus stands up for universalism instead. He reveals a God who reaches out to people of every race, tongue and nation, to both saints and sinners. He, the heavenly One, bends down to gather us who are earthly into the embrace of God’s love and mercy.
The true followers of Jesus are instruments of God’s embrace for all of his children.
So then, there is nothing about vengeance in Jesus’ teaching, either by words or by deeds. Those, then, who truly belong to him learn from him nothing about vengeance. And they listen carefully to his words about the new and radical love. About love for enemies, love that is selfless to the extreme, expecting nothing back. With pure intention (SV.EN XII:143). So, they help those with bodily or spiritual needs not to satisfy themselves but to respond to their real cry (see Pope Francis 2). It is enough that the Lord is their reward.
True disciples, above all, follow as best as they can Jesus’ example of love to the end, which the Eucharist recalls. Dying for us sinners, Jesus shows how much God loves us (Rom 5, 8). He sweeps us up besides into the embrace of this love.
Lord Jesus, pour out your Spirit upon us so that he may lead us to full love. May this love be truly our brand as Christians. And make us your embrace of love and mercy for those who need it.
24 February 2019
7th Sunday in O.T. (C)
1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23; 1 Cor 15, 45-49; Lk 6, 27-38
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Abrazo de amor para todos los hijos de Dios
Jesús es primicia de la humanidad resucitada. Andan en una vida nueva quienes aman como él y les dan incluso a los malvados y los desagradecidos el abrazo de amor.
Lucas se tomó la libertad de revisar Is 61, 1-2, el pasaje que leyó Jesús en la sinagoga de Nazaret. No se hizo mención de: «sanar a los que tienen el corazón roto» (Is. 61, 1c). Se anadió también: «y a los ciegos, la vista» y se introdujo Is 58, 6d: «a poner en libertad a los oprimidos». Pero de manera más sorprendente todavía, se omitió: «el día de venganza de nuestro Dios». Se nos decía, pues, en otras palabras, que Jesús no acogió la venganza, no le dio abrazo.
No, Jesús no comulga con la idea de venganza divina contra los enemigos. Dice no al nacionalismo que nos impulsa a aborrecerlos a los forasteros y los extranjeros como a enemigos. Debido al nacionalismo, despreciamos también todo lo que no correspondiera a nuestra patria y logramos tener además falsos sentimientos de dignidad, grandeza y derecho.
Jesús defiende la perspectiva universal. Da a conocer a un Dios que alarga la mano a hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación, a los buenos y a los malvados. Jesús, el hombre celestial, se inclina para recogernos a los hombres terrenales en el abrazo del amor y la misericordia de Dios.
Los verdaderos seguidores de Jesús son instrumentos del abrazo de Dios a todos sus hijos e hijas.
Así que no hay nada de venganza en la enseñanza de Jesús, sea ésta de palabra o de obra. Los que verdaderamente pertenecen a él, pues, no aprenden de él nada de venganza. Y escuchan cuidadosamente las palabras del Maestro sobre el amor nuevo y radical. Sobre el amor a los enemigos, el amor desinteresado hasta el extremo, en espera de nada. Con pureza de intención (SV.ES XI:463). Por eso, no ayudan a los pobres en sus necesidades corporales y espirituales para complacerse a sí mismos, sino para acoger el clamor de los pobres (Papa Francisco 2). Les basta a estos seguidores de Jesús que el Señor les pague.
Sobre todo, los verdaderos discípulos hacen todo lo posible por seguir el ejemplo que les da Jesús del amor hasta el extremo, cuyo memorial es la Eucaristía. Muriendo por los pecadores, Jesús se constituye la prueba de que Dios nos ama muchísimo (Rom 5, 8). Nos acoge además en el abrazo del amor de Dios.
Señor Jesús, derrama sobre nosotros tu Espíritu para que él nos guíe hasta el pleno amor, que es el distintivo de tus discípulos. Haz de nosotros tu abrazo de amor y misericordia para quienes lo necesitan.
24 Febrero 2019
7º Domingo de T.O. (C)
1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23; 1 Cor 15, 45-49; Lc 6, 27-38