Fifteenth Sunday in Ordinary Time, Year B-2018

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Repent and Believe in the Gospel

Jesus, though without sin, embodies what it means to repent. He calls us to preach repentance and become the visible and effective sign of what we preach.

Jesus begins his public ministry, proclaiming: “The kingdom of God is at hand. Repent and believe in the Gospel.” Without doubt, repentance is an integral part of his preaching.

To repent means to be different or new. Jesus is different. He is from Galilee, from which no prophet supposedly arises. Besides, he comes from Nazareth, which should pique the curiosity of those who wonder if anything good can come from there. And as the definitive prophet, Jesus brings about something new that God promised though the prophets.

To repent means, above all, to change one’s life, thinking, feeling, ways. Those Jesus invites undergo change. Peter and Andrew leave their nets right away and follow him. For their part, James and John leave their father to follow Jesus.

And those Jesus sends do not fulfill their mission in just any way. They do not even do it their way. They carry it out as their Sender instructs them. Their mission depends wholly on him. That is to say, Jesus is the “rule of the mission” (SV.EN XII:110).

To repent is to do so in some concrete ways.

Jesus sends out those he chooses two by two. It goes to show that the mission is a community affair. It further suggests that the missionaries’ witness is believable. That is because there are two witnesses (see Dt 19, 15). Accordingly, in the face of those who reject them, the missionaries of Jesus shake the dust off their feet. That is how they give testimony against those who do not welcome or listen to them.

Essentially, those Jesus sends show that they repent through their detachment from the security enjoyed by those who settle down. Jesus’ missionaries are itinerant preachers, with no sanctuaries they can live off. Jesus lets them take no more than what they need for the journey. They take nothing unnecessary. It is enough that God has blessed them in Christ. That they have little, the availability and trust in God that Jesus wants them to show demands it.

That is because other places await them, so that they can preach there also and drive out demons. They share, of course, in the authority of Jesus, not in that of worldly leaders. These lord it over others, while Jesus serves and heals. The Christian walking stick, then, has nothing to do with being served. Rather, it has to do with serving and giving one’s life as a ransom for others. And this is what the Eucharist is all about.

Lord Jesus, make us a visible and effective sign of what we proclaim, namely, “Repent ….”


15 July 2018

15th Sunday in O.T. (B)

Amos 7, 12-15; Eph 1, 3-14; Mk 6, 7-13


VERSIÓN ESPAÑOLA

Arrepentimiento y fe en el Evangelio

Jesús, aunque no tiene pecado, es el arrepentimiento en persona. Nos llama él y nos envía a predicar el arrepentimiento y hacernos signo visible y eficaz de lo que predicamos.

Comienza Jesús su ministerio público proclamando: «Está cerca el reino de Dios. Arrepentíos y creed en el Evangelio». Indudablemente, forma parte íntegra de su predicación el arrepentimiento.

Arrepentimiento quiere decir diferente o nuevo. Jesús es diferente. Es de Galilea, de la que no ha salido supuestamente ningún profeta. Viene además de Nazaret, lo que debe despertar la curiosidad de los que se preguntan si algo bueno puede salir de allí. Y como el profeta definitivo, Jesús realiza algo nuevo que Dios prometió mediante los profetas.

El arrepentimiento significa sobre todo cambio de vida, de pensar, sentir, proceder. Cambian de vida los llamados por Jesús. Pedro y Andrés dejan inmediatamente sus redes. Por su parte, Santiago y Juan dejan a su padre y se marchan en pos de Jesús.

Y los enviados de Jesús no cumplen con su misión de cualquier manera. Ni lo hacen según sus deseos. Lo hacen según el encargo del que los envía. Su misión depende totalmente de él. Es decir, Jesús es «la regla de la misión» (SV.ES XI:429).

El arrepentimiento significa unos procederes concretos.

Los envía Jesús a sus elegidos de dos en dos, lo que da a entender que la misión es comunitaria. Se nos indica también que el testimonio de los misioneros es creíble. Es que son dos los que lo dan (véase Dt 19, 15). Por tanto, frenta a los que los rechazan, los misioneros de Jesús sacuden el polvo de los pies. Es su manera de dar testimonio en contra de los que no los reciben ni los escuchan.

Es propio del arrepentimiento de los enviados de Jesús desprenderse de la seguridad de los instalados. Los misioneros de Jesús son itinerantes, sin ningún santuario del que pueden vivir. Y solo se les permite lo necesario para el camino y nada más, nada superfluo. Les basta con que Dios lo haya colmado de bendiciones en Cristo. Que tengan poco, esto lo exigen la disponibilidad y la confianza en Dios que Jesús quiere que ellos desplieguen.

Es que los esperan otros lugares, para que prediquen ellos también allí y expulsen los demonios. Son partícipes, desde luego, de la autoridad de Jesús, no de la de los jefes mundanos. Éstos tiranizan a los demás, mientras Jesús es un servidor y sanador. El bastón cristiano, pues, nada tiene que ver con ser servido. Tiene que ver, más bien, con servir y dar la vida en rescate por los demás. De esto se trata la Eucaristía.

Señor Jesús, haz que seamos signo visible y eficaz del arrepentimiento que proclamamos.


15 Julio 2018

15º Domingo de T.O. (B)

Amós 7, 12-15; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13