Easter Sunday, Year A-2017

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Dawn means love and return to the source

The risen Jesus is the dawn from on high. When we love him and keep his word, our darkness fades.

Mary Magdalen visits the tomb at dawn. Seeing the tomb open, she worries just as the religious leaders do. It worries them that someone may steal the body of Jesus.

But her worry springs from love. That is why, after notifying Peter and the other disciple, she goes back to the tomb. She hurries probably to catch up with the disciples who are running.

And she stays out there, facing the tomb, even after the disciples have gone home. According to Matthew, Joseph from Arimathea left, too, after burying Jesus. Meanwhile, “Mary Magdalen and the other Mary remained sitting there, facing the tomb.”

Mary Magdalen cries alone outside the tomb. Apparently, despite the dawn, she is still in the dark; she even mistakes Jesus for the gardener. But Jesus looks kindly on her love. He calls her by name and she turns and says to him, “Rabbouni.” And the Teacher tells her, “Stop holding on to me.” There is a suggestion, therefore, that she has embraced his feet, doing him homage.

Indeed, the love that seeks what is above finds. Dawn turns out fully enlightening, moreover, for those who love in this manner. Such is the case with Mary, alone, and with Mary, in the company of the other Mary, in the Gospel of Matthew. Both receive later as a favor the news from an angel that Jesus is risen.

Dawn enlightens also those who return to the source.

The disciples do not find the body of Jesus either. Yet it seems to them there has not been any theft. Disproving claims of theft are the burial clothes as well as the cloth that covered the face of Jesus. This cloth is rolled up in a separate place, and is not with the burial cloths.

Sure, there is no word about Peter, but we read that the other disciple “saw and believed.” The account says besides that they get to understand Scripture about the unavoidable resurrection of the Crucified.

So, without saying anything, the disciples speak volume. They challenge every believer that the unnamed disciple represents. They encourage us to return to the prophets, to keep the living and life-giving word of God. And this word guarantees those who listen to it faith in the Risen One.

And this Word is Jesus. Eating his flesh and drinking his blood, we have life within us. Additionally, his teachings and the examples of his life are never misleading (SV.EN II:316).

If we return to the spring Jesus gives us, he will meet us again in Galilee. There he will speak to our hearts. And we will answer as in the days of our youth.

Lord, grant us to keep your love and your word, so that we may never taste death ever. May we enjoy your eternal dawn.


16 Abril 2017

Easter Sunday

Acts 10, 34a. 37-43; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9/ Mt 28, 1-10


VERSIÓN ESPAÑOLA

Amanecer significa amor y retorno a la fuente

Jesús resucitado es el amanecer nacido de lo alto. Amándolo nosotros y guardando su palabra, se nos deshará la oscuridad.

María Magdalena va al sepulcro al amanecer. Viendo abierto el sepulcro, se preocupa al igual que los líderes religiosos. Les preocupa que ocurra robo del cuerpo de Jesús.

Pero la preocupación de María Magdalena brota del amor. Así que, luego de enterarles apresuradamente a Pedro y al otro discípulo, vuelve ella al sepulcro. Probablemente, lo hace rápido, para alcanzar a los discípulos que van corriendo.

Y se queda ella enfrente del sepulcro aun después de volverse a casa los discípulos. Según el relato de Mateo, José de Arimatea «se marchó» también luego de dar sepultura a Jesús. Mientras tanto, «María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro».

Estando sola frente al sepulcro, llora María Magdalena. Por lo visto, el amanecer no ha disipado completamente la oscuridad; incluso confunde ella a Jesús con el hortelano. Pero mira Jesús con benevolencia el amor de María. La llama por su nombre, y al volverse, ella contesta: «¡Raboni!». Y le dice el Maestro: «Suéltame». Así se nos sugiere que postrada le ha abrazado ella los pies.

Halla, sí, el amor que aspira a los bienes de arriba. Además, el amanecer les resulta plenamente iluminador a quienes aman así. Es el caso referente a María, sola, y a María, acompañada de la otra María, según el evangelista Mateo. Ambas se ven favorecidas luego con la noticia angélica de que Jesús ha resucitado.

El amanecer es igualmente iluminador para los que regresan a la fuente.

Los discípulos tampoco encuentran el cuerpo de Jesús. Pero no les parece que haya habido robo. Lo desmienten «las vendas en el suelo» y el sudario, «no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte».

Cierto, nada se dice de Pedro, pero del otro discípulo leemos: «vio y creyó». Dice además el relato que logran entender la Escritura sobre la resurrección inevitable del Crucificado.

Así que, sin decir nada, hablan muy bien los discípulos. Desafían a todo creyente, representado por el discípulo anónimo. Nos animan a volver a los profetas, a guardar la palabra viva y vivificadora de Dios. Y si hacemos caso de ella, se nos garantizará la fe en el Resucitado.

Y esta Palabra es Jesús. Comiendo su carne y bebiendo su sangre, tenemos vida en nosotos. Sus principios, además, y los ejemplos de su vida «nunca nos llevan al desastre» (SV.ES II:237).

Si retornamos a la fuente que nos da Jesús, él se reecontrará con nosotros en Galilea. Allí nos hablará de nuevo con amor entrañable. Y le responderemos como en nuestra juventud.

Señor, concédenos guardar tu amor y tu palabra, para que no probemos la muerte jamás. Ojalá gocemos de tu amanecer eterno.


16 April 2017

Domingo de Pascua de Resurrección

Hech 10, 34a. 37-43; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9/ Mt 28, 1-10