First Sunday of Advent, Year A-2016

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Coming soon for us to watch, now showing

The Son of Man comes and he does not want his coming to catch us unprepared.

We do not know when our Lord is coming. That is why we have to be continually watchful and always prepared.

Yes, Jesus wants us to focus on his coming. Of course, this would be hard for us to do, if we knew when he would arrive. That is because if we had the exact knowledge about his coming, we would set up a waiting schedule. That way we would have time for other matters.

Yet Jesus seeks precisely that we wait for his coming single-mindedly. He does not like our celebrations of important milestones and our tasks distracting us from being watchful.

Jesus expects us Christians to cultivate an attitude of preparedness. He wants us to opt for him fundamentally, to turn toward him increasingly and familiarize ourselves intimately with his coming. Just like all virtue, however, all this becomes possible only with on-going practice.

Hardly will we prepare for Jesus’ coming unless we perceive his mysterious presence today.

Jesus claims that he has come to fulfill the law and the prophets. Do we catch a glimpse of him in those who are radically righteous and merciful? They neither insult nor belittle anyone. They are not aggressive or vengeful.

Jesus tells his critics that he has come to call sinners. Surely, he is there where sinners receive welcome.

Jesus has come to set the earth on fire, too, and bring division. He is present through those who, blazing with his fire, go about announcing the Gospel by words and by works (SV.EN XII:78). Insisting on the weightier teachings of the law, they get into conflict with the authorities.

Also, Jesus has come to serve and to give his life for all. The Church that follows his example is truly his true sacrament.

Moreover, Jesus has come as light. He is in the midst of those who walk in his light and conduct themselves properly as in the day.

And those who live by the divine word, which reveals the divine will, remind us of Mary’s Son. He has come down from heaven to do the will of the one who sent him. His food is to do God’s will and finish God’s work. Because of this, God gives him the name, “Bread from heaven.” Partaking worthily of the table of his word and of his body and blood, we shall live forever.

And worthy participation implies discernment of Christ’s body in the poor. Those who have it will pay attention to the Son of Man when he comes in his glory, even in the midst of their celebrations and tasks.

Lord Jesus, grant us to recognize you in the poor. May they intercede for us (SV.EN IX:200).


27 November 2016

1st Sunday Advent (A)

Is 2, 1-5; Rom 13, 11-14; Mt 24, 37-44


VERSIÓN ESPAÑOLA

Venida pronta, presencia misteriosa

Viene el Hijo del Hombre y no quiere que su venida nos pille desprevenidos.

No sabemos ni el día ni la hora de la venida de nuestro Señor. Por eso, tenemos que estar continuamente en vela y siempre preparados.

Sí, quiere Jesús que nos enfoquemos en su venida. Y esto, por supuesto, nos resultaría difícil de hacer si supiésemos cuándo llegaría él. Es que si tuviéramos conocimiento exacto de su venida, fijaríamos un horario de vela. Así tendríamos tiempo para otros asuntos.

Pero Jesús busca precisamente que nosotros estemos totalmente pendientes de su venida. No le gusta que nos distraigamos de nuestra vela, celebrando acontecimientos importantes o cumpliendo nuestras faenas.

Jesús espera también vernos a los cristianos cultivar una actitud de preparación. Nos quiere con opción fundamental por él, orientados cada vez más hacia él e íntimamente familarizados con su venida. Pero como toda virtud, todo esto se hace posible solo con la práctica constante.

Difícilmente estaremos preparados para la venida de Jesús no sea que percibamos su presencia misteriosa hoy día.

Pretende Jesús que ha venido a darles plenitud a la ley y los profetas. ¿Lo vislumbramos en los que son justos y misericordiosos de forma radical? No insultan ni menosprecian a nadie. No son agresivos ni vengativos.

Les dice Jesús a sus críticos que ha venido a llamar a los pecadores. Seguramente, donde se les acoge a los pecadores, allí está él.

Ha venido Jesús a prender fuego en el mundo y a traer la división. Se presenta él mediante aquellos que, abrasados por su fuego, pasan anunciando el Evangelio de palabra y de obra (SV.ES XI:393). Insistiendo en las enseñanzas más importantes de la ley, entran en conflicto con las autoridades.

También ha venido Jesús para servir y dar su vida por todos. La Iglesia que sigue su ejemplo es verdaderamente su sacramento.

Ha venido además Jesús como la luz. Está él en medio de los que caminan en su luz, conduciéndose en pleno día, con dignidad.

Y quienes, viven de la palabra divina, por la que se manifiesta la voluntad divina, nos recuerdan al Hijo de María. Él ha bajado del cielo para hacer la voluntad del que lo envió. Se alimenta haciendo la voluntad de Dios y llevando a término su obra. Por eso, Dios le concede el nombre de «Pan del cielo». Participando dignamente de la mesa de su palabra y de su cuerpo y su sangre, viviremos para siempre.

Y la participación digna supone discernimiento del cuerpo de Cristo en los pobres. Cuantos lo tienen le harán caso al Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, aun encontrándose ellos en medio de sus celebraciones y faenas.

Señor Jesús, concédenos reconocerte en los pobres. Que sean nuestros intercesores delante de ti (SV.ES IX:241).


27 Noviembre 2016

Domingo 1º Adviento (A)

Is 2, 1-5; Rom 13, 11-14; Mt 24, 37-44