Third Sunday in Ordinary Time, Year B-2021
- Willing to Hear and Proclaim Jesus
Jesus is the Firstborn among the prophets who are willing to hear and proclaim the word of God. He does not tire until he brings forth justice on earth.
Peter and Andrew are so willing to follow Jesus that they answer his call just like that. They do not ask the questions that wise people ask. Nor do they even ask him what to be fishers of men means.
The sons of Zebedee show that they are willing in the same way. For they go with Jesus; they leave their task, and their father in the boat with the hired men.
If we are as willing as the first four disciples, we, too, will start well. But to start does not mean to finish.
To finish, we have to do as our Teacher. That is to say, we have to be willing to follow to the end the way of the word of God.
And to be and do as Jesus asks that we follow him up close. For we have to heed what he says and at the same time watch with care what he does.
Willing to serve the Word
Jesus is the one that makes us catch undivided attention to the word of God and single-minded fulfillment of it. Hence, he trains us for the task to catch humans.
But nets, —the disciples leave them behind—, are not to catch us; good example has to do it. For that is how Jesus draws people.
Yes, everyone looks for him. He amazes all and makes them wonder about his new way to teach.
Jesus does not teach as those who say but do not do what they say. He teaches not only by giving knowledge, but most of all by giving example.
And yes, his works of mercy back up his words. For he cures many who are sick and drives out many demons. He does not turn back in the face of troubles that come to those who do good (SV.EN I:75). Nor does he tire until he brings forth justice on earth. And lifted from earth, he draws all to himself.
That is how Jesus is. And all that is the Teacher’s, all that he is about, all this we have to soak up. And get used to. Clearly, then, to follow Jesus is not a one-day task.
That is to say, we have to be willing to go on and on. Only when Jesus is ingrained in us do we become fit for the kingdom of God (Lk 9, 59-62). We cannot ask to say farewell first to our family. To look back is not for us. We must be willing to give our bodies up and shed our blood even.
As we put on Christ, we become the conversion and the Good News that we preach. And we can say in a believable way that “time is running out.”
Lord Jesus, we are willing. But we are weak. You have called us by your mercy; may your goodness help us persevere until death (see SV.EN IX:284).
24 January 2021
3rd Sunday in O.T. (B)
Jon 3, 1-5. 10; 1 Cor 7, 29-31; Mk 1, 14-20
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Dispuestos a oír y a proclamar a Jesús
Jesús es el Primogénito entre los profetas dispuestos a oír y a proclamar la palabra de Dios. No ceja él hasta implantar la justicia en la tierra.
Tan dispuestos están a seguir a Jesús Simón y Andrés que aceptan sin más la llamada de Jesús. No le hacen las preguntas de los prudentes; en seguida dejan ellos las redes. Ni siquiera le piden que les explique qué quiere decir ser pescadores de hombres.
Así de dispuestos también se muestran los hijos de Zebedeo. Pues se marchan con Jesús; abandonan su tarea y dejan a su padre en la barca con los jornaleros.
Con estar dispuestos de la misma forma que los primeros cuatro discípulos, comenzaremos bien también. Pero comenzar no quiere decir terminar.
Para terminar, tenemos que hacer lo que nuestro Maestro. Es decir, hemos de estar dispuestos a seguir el camino de la palabra de Dios hasta el fin.
Y llegar a ser y a hacer lo que Jesús pide que vayamos detrás de él de cerca. Pues tenemos que escuchar atentos lo que él dice y, a la vez, fijar bien en lo que hace.
Dispuestos a ser siervos de la Palabra
Jesús es el que contagia atención total a la palabra de Dios y cumplimiento firme de ella. Nos capacita él, por lo tanto, para la tarea de pescar a los hombres.
Pero no se nos debe pescar a los hombres con las redes, —ya las dejan los discípulos—, sino con el buen ejemplo. Pues así atrae Jesús a la gente.
Sí, todo el mundo lo busca. Quedan asombrados todos y se preguntan estupefactos de su nueva forma de enseñar.
No enseña Jesús como los que dicen, pero no hacen lo que dicen. Enseña él no solo por adoctrinar, sino más que nada por dar ejemplo.
Y sí, las obras de misericordia de Jesús respaldan sus palabras. Pues cura él a muchos enfermos y expulsa muchos demonios. Y no se echa atrás ante las adversidades que supone el hacer el bien (SV.ES I:143). No ceja hasta implantar la justicia en la tierra. Y elevado sobre la tierra, atrae a todos hacia sí.
Así es Jesús. Y todo del Maestro, todo que se trata de él, de todo esto, nos hemos de empapar. Queda claro, pues, que seguir a Jesús no es tarea de un día.
Es decir, tenemos que estar dispuestos de forma continua. Solo por habituarnos de Jesús, valdremos para el reino de Dios (Lc 9, 59-62). Sin pedir que se nos deje primero despedirnos de la familia ni mirar atrás. Dispuestos aun a entregar el cuerpo y a derramar la sangre.
Si nos revestimos de Cristo, sí, nos haremos la conversión y la Buena Nueva que anunciamos. Y podremos decir de forma creíble que «el momento es apremiante».
Señor Jesús, estamos dispuestos. Pero somos débiles. Nos has llamado por tu misericordia; que tu bondad nos ayude a seguirte hasta la muerte (véase SV.ES IX:332).
24 Enero 2021
3º Domingo de T.O. (B)
Jon 3, 1-5. 10; 1 Cor 7, 29-31; Mc 1, 14-20