Homilía - 26 de julio de 2015 Mizael Donizetti Poggioli - CM

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Homilía - 26 de julio de 2015

Mizael Donizetti Poggioli - CM


Primera Lectura – II Rs 4,42-44 - Es la historia del milagro de los panes. El profeta Eliseo pidió que el pan se distribuyera. "Dalo a la gente para que coman". Fue distribuido a la multitud y aún así sobró.

Segunda lectura - Ef. 4, 1-6 - Pablo nos invita a los cristianos a llevar una vida digna según la vocación que cada uno ha recibido. Tener humildad, mansedumbre, paciencia... a cada uno invita a tener un profundo amor por el prójimo.

Evangelio - Jn 6, 1-15 - Jesús multiplica los panes. Lo mismo que hizo el profeta Eliseo, como vemos en la primera lectura. No podemos considerar esta historia sólo como un milagro. La multiplicación de los panes, lo primero es un signo del Reino revelado a través del signo del pan. También recogieron lo que quedaba: doce canastas.


Inspiración

A que nos inspira esto? La liturgia de este domingo nos inspira al gesto de compartir. No hay necesidad de "ir más allá" para comprar alimentos, para satisfacer el hambre de los hambrientos. No es necesario un gran esfuerzo para saciar a los que tienen hambre. La Palabra de Dios nos enseña que para saciar el hambre del mundo, sólo basta una cosa simple: compartir. En el mundo hay comida para todos, hay alimentos guardados en todas las partes del mundo. Cualquiera que conozca las llamadas "reservas de estabilización" sabe de lo que estoy hablando.

Entonces, ¿por qué hay hambre en el mundo? ¿Por qué millones de personas se acuestan con hambre y se despiertan temprano porque el hambre no les permite dormir? El hambre en el mundo ha sido motivo de preocupación de diversos sectores de la sociedad, pero todavía está lejos de resolverse.

Cada año, unos 30 millones de personas mueren de hambre en el mundo, en contra de la Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado para garantizar la salud y el bienestar para ellos y su familia. La alimentación es un requisito básico para lograr ese nivel de vida.

El hambre puede tener varias causas, ya sean naturales (sequías, inundaciones, terremotos, plagas de insectos) o humanas (guerras, la mala gestión de los recursos naturales, la distribución insuficiente de los alimentos, el crecimiento demográfico desproporcionado, la pobreza, el contraste en la concentración de ingresos, etc.). Sin embargo, la principal causa del hambre en el mundo, es el hecho de que las personas no pueden obtener suficiente alimento debido a la pobreza en que viven.

Dependiendo de la región analizada, esa pobreza puede tener varias causas. Muchos países viven décadas y décadas de guerras y conflictos, empobreciendo a la población. Afganistán, Congo y Somalia son ejemplos de países que viven en constante conflicto y donde el hambre es alarmante.

En los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, la pobreza se debe principalmente por la distribución desigual de los ingresos. La mayor parte de la población no tiene acceso a los estudios, al trabajo y ni logra ganar lo suficiente para satisfacer incluso las necesidades más básicas, como la alimentación.

Aún así, la gran causa del hambre en el mundo se llama "la gran industria de hambre." El hambre es generada por los que tienen el poder. El hambre es la creación de poderes opresivos e ideologías que desprecian todos los derechos de las personas más pobres y vulnerables. El hambre es la creación de los codiciosos, de los que lucran mucho dinero a costa de los que mueren de hambre.

El hambre, ya sea a nivel local o internacional, es el resultado del egoísmo de las clases altas, que no se preocupan por los demás seres humanos que están inmersos en ese sufrimiento.

Como miembros de la Familia Vicenciana, estamos llamados a contribuir para que los pobres salgan de la pobreza. Estamos llamados a ser profetas en un mundo de tanta injusticia y la opresión y restaurar la dignidad de cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios.

Como miembros de la Familia Vicenciana, estamos llamados a llevar la esencia de la Palabra de Dios, que es la práctica de la caridad. La práctica de la Caridad unida con la justicia.

En conclusión, se nos invita a adaptar el Carisma y la Espiritualidad de S. Vicente de Paúl y el testimonio de Catalina Laboure.

A través de su testimonio estamos invitados a "mirar para allá de nuestras paredes," a hacer la evangelización y promoción de los jóvenes pobres, nuestro foco de servicio y entrega total a Dios. Estamos llamados a adentrarnos y a profundizar en el "Evangelio social".

Como Vicente y Catalina, estamos llamados a hacer cambios significativos dentro de nosotros mismos y dentro de las estructuras sociales en las que vivimos, para dar contribuir en la construcción de un mundo más justo y humano.