Twenty-Eighth Sunday in Ordinary Time, Year C-2022

From VincentWiki
Thanks to God through Jesus Christ

Jesus it is who teaches us by word and by deed to give to God the right thanks that we owe him for the gifts we freely receive.

The Samaritan, who sees that he is free of leprosy and goes back to give Jesus thanks, breaks the mold. For he is a foreigner that Jews belittle and hate. And yet, he does what no one expects him to do. Clearly, he has behaved better than the nine Jews who do not turn out grateful.

No, the nine did not meet expectations. And much is expected of them and of all Jews (see Am 3, 2). God asks much of them, since he has given them much. They, in contrast to the Samaritans, worship what they know, and salvation is from them.

And theirs are the adoption, the glory, the covenants, the giving of the law, the worship and the promises. And the patriarchs, too, and from them comes the Messiah.

Given, then, so many gifts and their healing, it is a pity the nine, Jews that they are, have not acted as the Samaritan. That they have not praised God in a loud voice nor have they given their healer thanks. And it is not that for us to give thanks or not give thanks adds or lessens God’s or Jesus’ glory. It is for our being set aright, rather, that we should give thanks.

Do we, who say we are of the new covenant and of the new people of God, give thanks?

There is room for such a question. For that God chooses us, that we enjoy many gifts, favors, promises—this we may allow to go to our head. So much so that we come to believe that we are better than others.

And then, slowly but surely, we become too sure of ourselves, our knowledge, our righteousness, our authority. And we end up cutting off God and neighbor. Those we belittle, then, may very well break the mold and go into the kingdom ahead of us.

But we Christians are to be lowly and take others as more important than ourselves and look to others’ interests. And we should work out our salvation with fear and trembling, and recognize that it is all up to God.

The key, yes, is to be lowly and poor, even if one may be an army commander, like Naaman. God sets aright and helps only the lowly folks that admit their need for help. And to be lowly means to give thanks (TWVDP 59). Also, to be lowly and poor is to imitate Jesus who does not fail to give thanks (Mt 11, 25; Mk 8, 6; Lk 22, 17-19; Jn 11, 41). We look at him, at the one who gives us his flesh to eat and his blood to drink. So that we may always give thanks. In him is salvation.

Lord Jesus, make us learn from you, for you are meek and humble of heart. And spur us on through the Holy Spirit to give thanks to you and to the Father.


9 October 2022

28th Sunday in O.T. (C)

2 Kgs 5, 14-17; 2 Tim 2, 8-13; Lk 17, 11-19


VERSIÓN ESPAÑOLA

Gracias a Dios por medio de Jesucristo

Jesús es quien nos enseña de palabra y de obra a dar a Dios las justas y debidas gracias por los dones que gratis recibimos.

Rompe esquemas el samaritano que, al verse curado de la lepra, vuelve a darle gracias a Jesús. Pues él es un extranjero al cual menosprecian y odian los judíos. Y, con todo, hace él lo que menos se espera que haga. Queda claro, por lo tanto, que el agradecido se ha portado mejor que los nueve judíos desagradecidos.

No, no logran los nueve cumplir las expectativas. Y mucho, sí, se espera de ellos y de todos los judíos (véase Am 3, 2). Mucho se les pide, ya que mucho se les ha dado. Se les ha concedido, a diferencia de los samaritanos, adorar lo que conocen, y de ellos viene la salvación.

Y de ellos son la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y la promesas. De ellos también son los patriarcas, y de ellos procede el Mesías.

Dados, pues, tantos dones y su sanación, qué lástima que los nueve, judíos que son, no hayan actuado como el samaritano. Que no hayan alabado a Dios a grandes gritos ni le hayan dado gracias al que los ha sanado. Y no es que dar gracias o no dar gracias añada o quite algo de la gloria de Dios o de Jesús. Es, más bien, para nuestra justificación que tenemos que dar gracias.

¿Damos gracias los que hoy nos decimos de la nueva alianza y del nuevo pueblo de Dios?

Cabe plantearse tal pregunta. Pues podemos dejar que se nos suba a la cabeza nuestra elección. Nuestro goce también de tantos dones, favores y promesas. De tal forma que llegamos a creernos mejores que los demás.

Y luego, de modo lento pero seguro, nos quedamos demasiado seguros de nosotros mismos, de nuestro conocimiento, nuestra justicia, nuestra autoridad. Y terminamos apartándonos de Dios y del prójimo. Entonces, los que a quienes despreciamos romperán esquemas y entrarán en el reino de Dios antes que nosotros.

Pero los cristianos tenemos que dejarnos guiar por la humildad y considerar siempre mejores, más bien, a los demás. No nos hemos de encerrar en nuestros intereses. Y nos toca ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, y reconocer que todo se debe a Dios.

Es clave, sí, ser humilde y pobre, aunque sea uno general del éjercito, como Naamán. Dios justifica y ayuda no más a los humildes que se admiten con necesidad de ayuda. Y ser humilde y pobre quiere decir dar gracias. También, ser humilde y pobre es imitar a Jesús que no deja de dar gracias (Mt 11, 25; Mc 8, 6; Lc 22, 17-19; Jn 11, 41). A él, al que nos da de comer su carne y de beber su sangre, miramos para quedarnos siempre dando gracias. En él está la salvación.

Señor Jesús, haz que aprendamos de ti, que eres manso y humilde de corazón. E impúlsanos por medio del Espíritu Santo a dar gracias a ti y al Padre.


9 October 2022

28º Domingo de T.O. (C)

2 Re 5, 14-17; 2 Tim 2, 8-13; Lc 17, 11-19