Tenth Sunday in Ordinary Time, Year B-2018
- Fools on Account of Jesus Christ Crucified
Jesus crucified is the divine foolishness that is wiser than human wisdom. He expects his followers to be fools like him in order to be wise.
Jesus comes home. But his own folks do not accept him in the way that the crowd at the door do. That is because he embarrasses his relatives. They count him now among fools. So, they set out to seize him.
But Jesus makes the crowd happy. For he represents hope of healing for the sick, the possessed, the fools. Caring for them, he and his disciples cannot even eat. They are turning into fools, putting the needs of others ahead of their own.
And the scribes agree with the relatives of Jesus. They claim that Beelzebul possesses him, so that he drives out demons by the prince of demons. In effect, the scribes take Jesus for a fool. And in that way they likewise affirm something like, “The official teachers have spoken, the discussion is over.”
But Jesus keeps the discussion open. That is because he rejects the scribes’ strange explanation and shows it to be unreasonable. And he refers to it as he warns that blasphemy against the Holy Spirit is an unforgivable sin.
No, they will not receive forgiveness those who, mistaking the good Spirit for the evil spirit, denies the mission of the Holy Spirit. And an essential part of that mission is the forgiveness of sins. Those who claim for themselves control of the Holy Spirit do not need him or his forgiveness. As though they could confine him within their thought and moral patterns. But really, the Spirit surpasses us. We do not guide him, rather he guides us unexpectedly and troublingly.
Jesus rejects his relatives’ conclusion and the scribes’ explanation. Doing so, he stays on the side of fools.
Neither the relatives of Jesus nor the scribes can turn Jesus away from his ministry. He goes around to towns and villages, teaching in their synagogues, proclaiming the Gospel, curing the sick, the possessed, the fools. So, he perfectly does the will of God, proving himself the only Son who is in the bosom of the Father.
And the disciples who are intimate with their Teacher, and with Mary and the rest of his household, prove themselves by doing as he. So, no one of them seeks his own advantage, but that of his neighbor. They gladly spend and consume themselves for the sake of others. They are like the fools who do the same thing over and over, expecting different results. For they keep forgiving someone who repeatedly goes right back to sin against them. And true disciples find comfort and courage in the passage, “He is out of his mind” (SV.EN VIII:74; SV.EN XII:78).
Lord Jesus, you lay down your life, like a fool, for sinners, giving your body up and shedding your blood. Grant us to be the fools that you are.
10 June 2018
Tenth Sunday in Ordinary Time (B)
Gen 3, 9-15; 2 Cor 4, 13 – 5, 1; Mk 3, 20-35
VERSIÓN ESPAÑOLA
- Locos por causa de Jesucristo crucificado
Jesús crucificado es la locura divina que es más sabia que la sabiduría humana. Espera él de sus seguidores que sean locos y sabios como él.
Va a casa Jesús. Pero los suyos no lo reciben como lo recibe la gente que se ha agolpado a la puerta. Es que, para sus parientes, Jesús es motivo de vergüenza. Al parecer de ellos, él se cuenta ya entre los locos. Por tanto, vienen a llevárselo.
Pero a la gente le da alegría ver a Jesús. Pues, representa él la esperanza de sanación para los enfermos, endemoniados y locos. Y al atenderles, ni siquiera pueden comer él y sus discípulos. Se están volviendo locos, anteponiendo las necesidades de los demás a las suyas.
Y unos escribas concuerdan con los familiares de Jesús. Lo declaran poseído de Belcebú y expulsando a los demonios por medio del príncipe de los demonios. Efectivamente, a Jesús lo toman también por loco. Y así afirman además algo como: «Los maestros oficiales han hablado, el caso está cerrado».
Pero deja abierta Jesús la discusión. Es que rechaza él la explicación extraña de los letrados, demostrándola bien ilógica. Y a ella se refiere mientras advierte que es imperdonable la blasfemia contra el Espíritu Santo.
No, no tienen perdón quienes, llamando espíritu malo al Espiritu bueno, niegan, entonces, la misión del Espíritu Santo. De ella forma parte importante la remisión de los pecados. No necesitan del Espíritu Santo ni del perdón cuantos pretenden controlarlo. Como si lo pudieran confinar dentro de sus esquemas de pensamiento y moralidad. Pero, realmente, el Espíritu Santo nos supera. No lo guiamos, sino que él nos guía de forma inesperada y desconcertante.
Rechaza Jesús la conclusión de sus parientes y la explicación de los letrados. Así se mantiene del lado de los locos.
Ni los parientes de Jesús ni los escribas lo disuaden de su ministerio. Recorre loco los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas, proclamando el Evangelio, sanando a los enfermos, endemoniados y locos. Así cumple perfectamente Jesús la voluntad de Dios. Y se acredita él como el Hijo único que está en el seno del Padre.
Y los discípulos íntimos con su Maestro, y con María y el resto de su casa, se acreditan por hacer lo que él. Por eso, ninguno de ellos procura lo propio, sino lo del otro. Gustosamente gastan sus bienes y se consumen por el bien de los demás. Son como los locos que esperan diferentes resultados, haciendo las mismas cosas una y otra vez. Es que siguen perdonando las ofensas del que repetidamente les vuelve a ofender. Y a los verdaderos discípulos les sirve de consuelo y aliento el texto: «Se decía que estaba fuera de sí (SV.ES VIII:60; SV.ES XI:394).
Señor Jesús, loco diste la vida por los pecadores, entregando tu cuerpo y derramando tu sangre. Haz que seamos así de locos.
10 Junio 2018
10º Domingo de Tiempo Ordinario (B)
Gen 3, 9-15; 2 Cor 4, 13 – 5, 1; Mc 3, 20-35